Barcos abandonados en el fondo seco del Mar de Aral (ex-URSS). Uno de los mayores desastres medioambientales
Los tres peores desastres medioambientales causados por la actividad humana, no bélica, en toda la historia son los siguientes, por este orden de gravedad:
1) La fuga de gases altamente tóxicos de una planta química en el centro de la India, en la ciudad de Bhopal, que causó varios miles de muertes, en 1984, sigue siendo el peor accidente industrial de todos los tiempos.
2) La reacción en cadena descontrolada en la central nuclear de Chernóbil (en la actual Ucrania), en abril de 1986, provocó en los primeros meses 30 muertes y cientos de miles de personas desplazadas de manera permanente. La causa fue la manipulación oculta y chapucera del reactor, por iniciativa de las autoridades de Moscú, para obtener plutonio para las armas nucleares soviéticas. En las centrales nucleares ordinarias, diseñadas para generar electricidad, no se obtiene plutonio. Esto es, fue el régimen político totalitario el causante del accidente, no la tecnología desarrollada para producir electricidad, que es extremadamente segura.
[Nota: en noviembre 2020, he publicado un artículo sobre el accidente nuclear de Chernóbil]
[Nota: en diciembre 2020 he publicado un artículo sobre la enorme exageración del peligro de estar expuestas las personas a cualquier forma de radiación –llamada habitualmente “radiactividad”]
3) El Mar de Aral (situado en la antigua URSS, al este del Mar Caspio, mapa abajo) fue durante milenios la cuarta mayor masa de agua interior del mundo, casi tan grande como toda la República de Irlanda. Desde los años 60, los planificadores centrales de la economía soviética desviaron casi totalmente el agua de los dos mayores ríos que lo alimentaban (el Amu Darya y el Syr Darya), para extender la agricultura y la ganadería en esas áridas tierras. Al derrumbarse la URRS en 1991, el Mar de Aral había perdido la mitad de su extensión y de su agua. No se conoce ningún desastre ecológico semejante en ninguna otra parte del mundo.
La reacción del ecologismo y la planificación de la economía
El ecologismo instrumentalizó el accidente de Chernóbil, como si se debería exclusivamente a la “tecnología nuclear”, sin mencionar nunca la directa y decisiva responsabilidad de las autoridades nacionales soviéticas por decisiones equivocadas que desencadenaron aquel accidente nuclear. Una vez más, una operación de propaganda y manipulación de la opinión pública mundial, fundamentalmente exitosa.
En cuanto al Mar de Aral, ¿cuándo han denunciado y resaltado los ecologistas su vaciamiento por parte del régimen soviético como el mayor ejemplo de perjuicio a la naturaleza? Pero, ¿cómo iban a hacerlo, si la planificación central de la economía es el modelo que insisten en implantar ahora en todo el mundo occidental, bajo palabrería falaz como “un nuevo mundo es posible”, “atrevámonos a introducir un modelo económico sostenible”, etc.?
Que los estados impidan el acceso a los centros urbanos de los automóviles que no sean eléctricos o, por ahora, híbridos. La reiteración de que los estados transfieran ingentes sumas de subvenciones a las compañías de energías renovables, casi sin límite de tiempo. Que los estados fijen discrecionalmente cuál debe ser el mix de las diferentes fuentes de generación de la electricidad. La insistencia en que los estados establezcan la obligación de que las familias acometan onerosas reformas de sus viviendas, para reducir las emisiones de CO2.
Que los estados tomen medidas fiscales para desincentivar la producción y consumo de las carnes rojas. El empeño de que los estados prohíban la extracción de hidrocarburos (petróleo y gas natural) y, en particular, mediante el fracking. Que los estados implanten impuestos sobre los billetes aéreos y otras medidas para reducir drásticamente los vuelos comerciales. Y así un larguísimo etcétera de prohibiciones y obligaciones para los ciudadanos, los consumidores y las empresas.
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También puede leer:
Destruir el capitalismo occidental, no reformarlo, es el propósito del ecologismo radical
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El accidente nuclear de Chernóbil
Este asunto, por su importancia, lo trataré en un próximo artículo.
La casi desecación del Mar de Aral
Se produjo una drástica reducción de la superficie y profundidad del Mar de Aral desde los años 60, hasta el final de la URRS, en 1991. Este mar hoy en día se encuentra entre las Repúblicas de Kazajistán (al norte) y Uzbekistán, en las amplísimas llanuras desérticas de Asia Central. Según estudios, su régimen de agua apenas había cambiado desde 1911. No se ha identificado ninguna causa natural de relieve que explique el desastre que se produjo.
El Caspio es el mayor mar interior del mundo. A la derecha,
el Mar de Aral. (Su superficie equivalía al 80% de la República de Azerbaiyán)
Históricamente, el Mar de Aral ocupaba una extensión de 68.000 km2, equivalente a casi la mitad del territorio histórico de Inglaterra, casi la superficie de Irlanda o bastante más que la del estado de Virginia Occidental. Constituía la cuarta mayor masa de agua interior del mundo.
Según la Enciclopedia Británica, en 1992 había quedado reducido a 33.800 km2, esto es, una contracción del 50% de la extensión inicial de este mar interior.
El proceso de empequeñecimiento del Aral no se detuvo en aquel año, 1991, sino que continuó casi hasta nuestros días; pero eso ya no es responsabilidad de la Unión Soviética.
El Mar de Aral perdió más de la mitad de su volumen de agua. Uno de los mayores desastres medioambientales
Por otro lado, durante las décadas y siglos anteriores a los años 60, la cantidad de agua que se evaporaba cada año fue aproximadamente análoga a la que aportaban los ríos; el nivel del mar varió poco de altitud.
“A finales de los años 80 el Mar de Aral había perdido más de la mitad del volumen [de agua] de los años anteriores a 1960”, según informa la Enciplopedia Británica.
Extensión original en 1960 y al final del periodo soviético: 1990.
Como puede observarse, son las orillas orientales y del sur las que presentaban una menor profundidad y, por tanto, se quedaron secas más pronto. Por el contrario, la franja occidental del mar es la más profunda y apenas se ha movido su orilla.
En este enlace puede accederse a un breve reportaje gráfico sobre el estado actual del Mar de Aral.
La Enciclopedia Británica nos explica que “hacia 1989 el Mar de Aral había retrocedido hasta constituir dos partes separadas: el ¨Gran Mar¨ en el sur y el ¨Pequeño Mar¨ en el norte. Cada una de estas partes tenía una salinidad casi triple que en los años 50”.
Vista del Mar de Aral desde un satélite
En las dos siguientes imágenes de satélite, puede observarse parte del periodo de retracción de este mar interior; únicamente para 1973 a 1986.
Imagen de satélite de 1973 (extensión ya inferior a 1960) y de 1986.
El fin de la URSS fue en 1991 y Aral estaría peor que en la imagen de la derecha.
En 1960, según explica la Enciclopedia Británica, la superficie del Mar de Aral se encontraba a 53 metros de altitud sobre el nivel de los océanos. En 1992 dicho nivel había descendido 15 metros, equivalentes a un edificio de unos 5 pisos y la planta baja.
Es digno de señalar –aunque se refiera al periodo postsoviético- que al haber acostumbrado la URSS a los agricultores del sur y del este del Aral a practicar el cultivo intensivo, mediante el agua de aquellos dos ríos, ahora resulta muy difícil convencerles a que renuncien a buena parte de aquella agua para el riego, con la correspondiente contracción de sus cosechas.
Consecuencias medioambientales negativas de este vaciamiento del Aral
1) El desvío de gigantescas cantidades del agua dulce de los ríos Amu Darya y Syr Darya, durante la época de la URSS, para usos agrícolas, ha provocado una intensa salinización de las aguas del Aral. Una cantidad semejante de sal que antes estaba disuelta en el agua del Aral, en 1991 lo estaba en menos de la mitad de aquellla agua, la que quedaba.
Según un estudio de 2016, publicado en el portal científico europeo Researchgate, por tres científicos rusos y un estadounidense (pág. 317): “hacia 1988 … la salinidad media … [se había triplicado] pasando de 10 gramos/litro a 30 g/L”.
2) A esto hay que añadir el efecto fuertemente contaminante de los fertilizantes y pesticidas que en grandes cantidades se empleaban en las nuevas tierras de cultivo, en torno a los dos ríos. Productos químicos que, parcialmente, se abrían paso hasta el Mar de Aral, como cuando se producían crecidas de los ríos. A los planificadores soviéticos no les preocupaba esto en absoluto y no se molestaron en buscar fertilizantes menos contaminantes.
Desaparecieron todos los peces de agua dulce
3) Enormes volúmenes de vida animal desaparecieron, al salinizarse intensamente el agua del Aral (hasta tres veces más) y contraerse su extensión a la mitad. Como afirma el estudio recién mencionado, “la salinización produjo la desaparición de casi todos los invertebrados y de todos los peces de agua dulce”, nativos de la región, “por lo menos 180” (pág. 318).
Los invertebrados suponen un decisivo aporte alimenticio para las poblaciones de peces; se trata de pequeñas gambas, lombrices, pequeños moluscos (almejas, caracoles …), etc.
La Enciclopedia Británica explica que “el aumento del contenido en sal y minerales del mar [interior] “hizo sus aguas no aptas para ser bebidas y acabó con las antes abundantes poblaciones de carpas, barbos, esturiones y otros peces del lago”.
Naturalmente, empezaron a prosperar peces de aguas más o menos salinas, pero la completa sustitución llevará mucho tiempo. La prueba de ello es el reducidísimo volumen de capturas en la actualidad, que se aprecia en el gráfico de abajo.
Da idea de la gran producción pesquera que tuvo el Mar de Aral el que, a pesar de las extensísimas costas marítimas de la URSS, en torno a la cuarta parte de su pesca total procediese de este mar interior.
Evolución de las capturas pesqueras en el Mar de Aral. 1929 -2015
(En toneladas. En azul, la parte norte del mar)
Fuente: The history and future of the biological resources of the Caspian and the Aral Seas. N.V. Aladin et al. 2018. (pág. 2074)
Pérdida de agua y pesca, y empeoramiento de las condiciones sanitarias
4) La totalidad de la árida región que rodeaba dicho mar, ha perdido su principal e insustituible fuente de agua para todo tipo de usos: industriales, municipales, riego agrícola local en las tierras de las orillas, para limpieza personal, consumo humano, usos recreativos, etc.
5) También ha perdido varias de las principales actividades productivas que sostenían a la población que se había instalado en sus costas: la pesca y la industria conservera, que desapareció por completo.
6) La creación de grandes extensiones de tierras secas, junto a las ciudades que antes estaban a la orilla del mar, conteniendo ahora elevadas cantidades de sal y pesticidas que se levantan con el viento, está afectando a la salud de los habitantes de estas ciudades y pueblos que rodeaban el mar interior.
“Los habitantes de la región han sufrido dolencias sanitarias en tasas inusualmente elevadas: tanto cánceres de garganta, como anemia y enfermedades hepáticas. La mortalidad infantil está siendo de las más graves del mundo”. Esto es lo que recoge la Enciclopedia Británica, justo al final de su artículo.
7) Como consecuencia de los impactos negativos que hemos repasado, se ha producido una despoblación parcial de la región del Mar de Aral.
8) El clima de la zona se ha visto afectado al perder el efecto moderador de la temperatura que ejercen las grandes masas de agua. Ahora hace más calor en verano y más frío en invierno, que antes. La Enciclopedia Británica lo explica en los siguientes términos: “La contracción del Mar de Aral ha hecho el clima local más severo, con temperaturas más extremas en invierno y verano”.
Protestan por posibles pequeñas contaminaciones de reducidos acuíferos, pero no cuando un gran mar interior queda diezmado
Cuando, por ejemplo, el movimiento radical ecologista se moviliza ruidosamente para “¡dejar el petróleo y el gas bajo tierra!”, tratando de impedir toda actividad de fracturación hidráulica (también conocida como fracking), ponen gran énfasis en las –supuestas, pero no reales- consecuencias para los acuíferos locales y la disponibilidad de agua para otros usos en las zonas de perforación, que ocupan espacios muy reducidos.
La agencia medioambiental estadounidense, la muy ecologista EPA (Environmental Protection Agency), llevó a cabo un extenso y detallado estudio a escala nacional (durante 4 años) sobre estos supuestos riesgos, informe que publicó en junio de 2015, todavía bajo el presidente pro-ecologista Barack Obama.
En uno de mis artículos recogí la principal conclusión de dicho informe: el modo en que se está realizando el fracking en Estados Unidos “no está teniendo impactos [negativos] amplios ni sistemáticos sobre el agua potable” en torno a las zonas de explotación (pág. ES-6, línea 17, del accidente nuclear de Chernóbil).
Como de costumbre, los ecologistas de Greenpeace y demás lobbies ignoraron completamente este decisivo informe y continuaron repitiendo su mendaz propaganda sobre la grave contaminación y el uso excesivo del agua por esta técnica de extracción de hidrocarburos.
Ahora bien, el vaciamiento de todo un gran mar interior como el Mar de Aral, el que fue cuarto mayor del mundo, es sistemáticamente ignorado por el ecologismo, como una experiencia irrelevante, por haber sido realizada por aquellos que sostenían el modelo económico que los ecologistas propugnan ahora: la planificación central por el estado de grandes sectores de la economía.
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