Destruir el capitalismo, que “está matando el Planeta”.
(Puerta del Sol. Madrid. Sept. 2019)
En este artículo expondré, brevemente, el proceso histórico en el que se planteó el cambio en la estrategia izquierdista internacional, ante la decisiva coyuntura del derrumbamiento de la Unión Soviética en 1991, lo que amenazaba el futuro de todas las fuerzas de izquierda.
Huelga Mundial por el Clima: 27 sept. 2019. Los sindicatos UGT y CC.OO. se sumaron
Reacciones frente al desmoronamiento de la Unión Soviética
Cuando la Unión Soviética desapareció, de facto, a finales de agosto de 1991 (tras el confuso y fracasado intento de golpe de estado militar, ¿con participación del propio Gorbachov?), algunos se engañaron a sí mismos pensando que la historia se había acabado (como el profesor estadounidense Francis Fukuyama), quedando las sociedades libres de economía de mercado como el único modelo viable y reconocido universalmente. En realidad, Fukuyama no era tan ingenuo, pero esa fue la versión que se impuso en todo Occidente. Craso error.
¿Qué fue de los millones de personas –hablando sólo de los países occidentales- que habían formado parte hasta dicha fecha de los partidos comunistas, de su entorno inmediato, de sus (organizaciones/asociaciones) correas de transmisión, y de sus seguidores en todo tipo de áreas de la sociedad?
Me estoy refiriendo a profesores de instituto y universidad, intelectuales, actores y saltimbanquis varios, jóvenes radicalizados, feministas, autodenominados antifascistas, pacifistas (como los de Alemania occidental que se opusieron de modo multitudinario al despliegue de misiles crucero de EE.UU., tras haberlo hecho ya la URSS cerca de las fronteras), antiguos colaboradores del terrorismo, como las italianas Brigadas Rojas, el IRA irlandés, la ETA vasca, los corsos y Acción Directa en Francia y la alemana occidental Baader-Meinhof.
También, miembros de otros partidos de izquierda dura (incluidos los pro-maoistas y troskistas), defensores del Tercer Mundo, de sus guerrillas narco-marxistas y de la “causa palestina”, militantes del ateísmo, activistas de todo género, burócratas de las organizaciones internacionales en busca de un credo laico, tontos útiles burgueses con mala conciencia, etc.
Las muchedumbres izquierdistas se transformaron tras la desaparición de la URSS
¿Desapareció la militancia y el activismo de aquellas personas, con la caída de la URSS? En su gran mayoría, no. Se reciclaron al mundo post-soviético. Más feminismo, desarrollo de la ideología de género, movimiento homosexual y transexual (penetración de los medios audiovisuales), plasmación de la corrección política (asumida por la Comisión Europea y Naciones Unidas), desarrollo del multiculturalismo.
Así mismo, se deificó el indigenismo, se reescribió la historia y la herencia occidental fue completamente rechazada, más leyenda negra contra España, animalismo (elevando a los animales al nivel de los hombres, o más arriba), socavamiento de la institución familiar, cuestionamiento generalizado del principio de autoridad en las sociedades occidentales –no en las totalitarias- (iniciado en la Universidad de Berkeley y retomado por el parisino mayo del 68), …
Como se ve, desplegaron una labor tan incesante como destructiva para Occidente, pero ya no podían emplear abiertamente la madre patria soviética como modelo, ni su ideología comunista, ni a Lenin, Stalin, ni Mao.
Pero todos estos numerosos ingredientes ideológicos y organizativos presentaban el inconveniente de constituir un mosaico, colorido, que cubría muchas áreas, pero de algún modo sus partes permanecían inconexas, sin formar un todo que estuviera unificado en cada país y mundialmente. Cada lucha iba, básicamente, por su lado.
Las políticas y luchas climáticas reemplazaron a la lucha de clases
Desde 1917, con la victoria del bolchevismo en Rusia, el concepto de la lucha de clases desempeñó dicho papel central, unificador, internacionalizador de toda la acción comunista y revolucionaria en el planeta: normalmente, clase contra clase y los obreros como la vanguardia indiscutida, ampliando sus alianzas en periodos de debilidad propia.
Y buena parte de los socialistas asumieron casi en su totalidad el mismo nuevo planteamiento político y esquema revolucionario, como ocurrió con los Largo Caballero y Juan Negrín, el hombre de Stalin en la II República española, durante la guerra civil de los años 30.
Las cabezas pensantes de las fuerzas progresistas, cabalmente anticapitalistas, del mundo post-soviético de los años 90 encontraron bastante pronto el reemplazo ideológico y político de la lucha de clases: la teoría del calentamiento global, luego rebautizada como cambio climático, al comprobar los errores predictivos del calentamiento.
La bandera roja fue sustituida por la verde, pero sin proclamar su continuidad, para evitar el efecto demoledor del hundimiento soviético de 1991.
Desde antes de 1991 se fueron reposicionando las fuerzas progresistas
Al fin y al cabo, desde antes de la caída del Muro de Berlín en 1989, se vislumbraba ya la posible desaparición de la URSS y estaba en marcha la búsqueda de la nueva estrategia de la izquierda radical internacional.
El nuevo paradigma para la movilización y organización de la nueva vanguardia, y la manipulación de las masas, de un modo unificado, iba siendo definido.
La Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (en inglés UNFCCC), adoptada en Nueva York en 1992, fue un escalón decisivo, que al poco tiempo alumbró el Protocolo de Kioto y, en 2015, el Acuerdo Climático de Paris.
Desde hace más de 25 años, la movilización climática, en un único frente mundial, con consignas y programas unificados, sobre una base teórica falsa pero aunada, reune sus circos climáticos anuales (las cumbres COP, como la de Madrid el pasado diciembre), concentrando y coordinando a decenas de miles de activistas (subvencionados).
Ya que la acción para intentar alterar el clima sólo puede plantearse a escala global, constituye la causa base, central, sobre la que se levanta todo el movimiento izquierdista internacional en la actualidad.
Lo único que supone una profunda disonancia e incoherencia en todo este congruente montaje es la desastrosa decisión de la derecha política en los países de Europa occidental, desde los años 90, de sumarse a esta cruzada foránea.
Pensaron que podían disputarle el liderazgo a la izquierda y rentabilizar en beneficio propio este movimiento ajeno … ¡cuyos principales significados son el anticapitalismo y el autoritarismo!
No hay espacio aquí para abordar este error verdaderamente histórico, que están empezando a pagar en Europa; no hay más que examinar los resultados electorales de los pasados cinco o seis años y protestas como la de los chalecos amarillos, en Francia.
Arranque simbólico de la nueva estrategia de la izquierda: 1992
La Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC; en inglés, UNFCCC), adoptada en Nueva York en mayo de 1992, fue suscrito por 197 países: todos los existentes. Fue el embrión del proceso climático que conocemos.
En 1995, tuvo lugar la primera Cumbre Mundial del Clima (COP 1), en Berlín, inaugurando el circo anual que ahora nos distrae todos los meses de diciembre, como el último, celebrado en Madrid en 2019 (COP 25), al que asistieron 25.000 delegados, activistas, arribistas, actores de Hollywood y otros titiriteros.
Años después, dentro de la dinámica de aquella Convención Marco, se suscribió el Protocolo de Kioto (2007) y, finalmente, en 2015, el Acuerdo Climático de Paris.
Conviene recordar que el organismo de Naciones Unidas encargado de estudiar esta supuesta catástrofe climática, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, de sus siglas en inglés) se había creado años antes, en 1988, pero su Primer Informe de Evaluación (Assessment Report) –AR1– se publicó justamente en 1992.
El Foro de Sao Paulo. 1990
En el ámbito regional sur y centro americano, ya con anterioridad a la Cumbre de Río –en julio de 1990– se había constituido el Foro de Sao Paulo, en cuya creación el único estado participante fue el régimen castrista-comunista de Cuba que, lógicamente, fue su creador y quien lo ha dirigido hasta el día de hoy. Régimen cubano que ya percibía el frío y la soledad ante la aguda decadencia de la URSS. Pero el maestro de ceremonias en 1990, para ocultar al verdadero impulsor cubano, fue Lula da Silva y su Partido de los Trabajadores (PT). Lula, el supuesto moderado, no llegaría a la presidencia de Brasil hasta 2003.
La enciclopedia abierta Wikipedia es un instrumento útil, pero siempre inclinado a la sinistra. En su informe sobre este Foro, le atribuye las siguientes “Ideologías”: Progresismo. Socialismo. Socialismo del siglo XXI. Latinoamericanismo. Socialismo democrático. Marxismo-leninismo. Bolivarianismo. Indigenismo. Feminismo. Anticapitalismo. Antiimperialismo. [Las negritas, son mías. GJ]
El Foro de Sao Paulo no ha jugado un papel destacado en la agenda climática, pero su constitución muestra cómo fueron posicionándose ante el mundo post-soviético que se veía venir los actores anticapitalistas y eso que llaman antiimperialistas, esto es, anti Estados Unidos y anti Occidente.
¿Alguien ha oído alguna vez a algún antiimperialista criticar el pasado papel bélico expansionista de la URSS por medio mundo, a lo largo de seis décadas?
Me refiero a su invasión de la China pre comunista (en 1934), Finlandia (1939), masacre de miles de civiles en Katyn (Polonia, 1940), Budapest (1956), Praga (1968), misiles en Cuba, 1962 (a 10 minutos de Washington), Afganistán (1979-1989), Vietnam (1965-1973), Angola (1975-1990), Mozambique (1975-1987), Etiopía (1977-1990), Nicaragua (1970-1984), isla caribeña de Granada (1979-1983), etc. Las últimas cinco aventuras soviéticas se instrumentaron a través del régimen castrista.
Los ecologistas son análogos a sus colegas antiimperialistas
Es asimismo pertinente preguntarse esto: ¿Alguien ha oído alguna vez a algún ecologista criticar los numerosos y gravísimos desastres medioambientales que la URSS provocó, sin apenas comparación con cualquier otra catástrofe que jamás haya producido un país capitalista, excepto la fuga de gases tóxicos de una fábrica química en Bhopal (India), en 1984?
Karl Marx se sumó al maltusianismo sobre la agricultura
El padre de la teoría de la revolución comunista, suficiente ocupación tuvo en construir las bases ideológicas sobre la inevitabilidad del desmoronamiento del sistema capitalista mundial, situando la lucha de clases como la partera –violenta- de dicha transformación histórica. No tendría ningún sentido buscar en él el origen del ecologismo actual.
De modo mucho más modesto, sí que resulta significativo que a la lúcida, aunque perversa, mente de Karl Marx no se le pasara por alto la posible contribución del maltusianismo a su causa anticapitalista.
Desde hace tiempo, es bien conocido el destacado papel que el ecologismo radical actual atribuye a las previsiones alarmistas de Thomas Malthus (1776 – 1834) en torno a las hambrunas generalizadas y la denominada bomba demográfica… que debía haberse producido hace siglo y medio.
Muestra de dicha sagacidad intelectual de Marx, es esta cita en su obra decisiva: El capital.
“… todo progreso en la agricultura capitalista es un progreso en el arte, no sólo de robar al trabajador, sino también al suelo; todo progreso en incrementar la fertilidad del suelo durante un periodo de tiempo limitado, es un progreso hacia echar a perder las fuentes duraderas de dicha fertilidad”. (Karl Marx. El Capital. Vol. 1. Año 1867)
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