Detener los abortos, ya. Restringir el aborto
Desde poco después de que Donald Trump llegase a la Casa Blanca en enero de 2017, el tema del aborto ha ido pasando a primer plano de la lucha política en EE.UU. Y ello, a pesar de que este tema estuvo ausente de la campaña electoral de 2016. Para atrincherar su posición -tras la enorme victoria de 1973 con la sentencia Roe vs Wade– el progresismo no ha cejado en proclamar que el asunto del aborto está definitivamente establecido (settled), pero lo ocurrido en el país desde 2017 demuestra lo contrario.
Restringir el aborto no es un tema desfasado
En los 46 años desde dicha sentencia, nunca antes su revisión o anulación ha estado más al alcance de la mano, lo que no significa que no comporte una gran dificultad ante la más que previsible rebelión del progresismo por todo tipo de medios.
Se trata de una batalla política de primer orden, a nivel nacional.
Pero para una buena parte de la sociedad estadounidense -y para un considerable número de los magistrados del Supremo- la legalización del aborto es una cuestión que debe ser replanteada.
A los pocos días de acceder al poder, el nuevo Presidente Donald Trump remitió un mensaje grabado a la anual Marcha Provida, que se celebra en la capital nacional a finales de enero. El Vicepresidente Mike Pence asistió e intervino en persona en dicho acto. Ninguno de los anteriores presidentes ni vicepresidentes de EE.UU. habían mostrado semejante compromiso con esa causa, ni siquiera Ronald Reagan ni los presidentes Bush, padre e hijo.
El Departamento de Sanidad y Servicios Sociales (DHS) de la nueva Administración ha ido introduciendo medidas prácticas en favor del recién nacido, siempre que ha podido.
Y, sobre todo, el Presidente Trump ha conseguido -con la mayoría republicana del Senado- sacar adelante el nombramiento de dos nuevos magistrados conservadores al Tribunal Supremo, lo que ha hecho oscilar el equilibrio de la Alta Corte en favor de las posiciones provida, por primera vez en décadas.
Como puede apreciarse, la nueva Administración no se quedó en este asunto en la mera retórica.
A qué daría lugar la revisión de Roe vs Wade para restringir el aborto
Si esto llegara a ocurrir, es muy probable que el Tribunal Supremo restaurara una situación bastante similar a la existente antes de 1973. Esto es, correspondería a cada estado legislar sobre el aborto, para todo el periodo de gestación.
Esta solución correspondería al principio del federalismo, según el cual los estados retienen amplias competencias en muchos asuntos de relevancia. No en vano, EE.UU. es una confederación, aunque se haya convertido en una arraigada costumbre que se refierana a “la Unión”.
Como es sabido, aquella sentencia legalizó el aborto en todo el territorio nacional durante las primeras 20 semanas del embarazo. Para el resto del periodo de gestación, son los estados los que continúan pudiendo legislar y así han hecho todos ellos, ya sea con normas de la que llaman libertad reproductiva o, por el contrario, provida, de muy diversas características.
Resultaría sumamente improbable que el Supremo llegara a adoptar una prohibición expresa de abortar en todo el país durante las primeras 20 semanas.
La izquierda se prepara para el enfrentamiento por restringir el aborto
El progresismo -como la derecha- ha movido ficha en el ámbito de los estados, ante la eventualidad de una revisión de la sentencia Roe vs Wade.
Cuatro estados, de tradicional mayoría progresista, han aprobado en la primera mitad de 2019 leyes aún más permisivas en pro del aborto, llegando a legalizar el infanticidio, bajo la excusa de que la madre tiene derecho a decidir si un feto totalmente viable vivirá o se le dejará si morir, como si se tratara de un tumor u de una malformación.
Y esta nueva legislación estatal cubre tanto las primeras 20 semanas, como las posteriores. Naturalmente para el primer periodo Roe vs Wade sigue siendo la normativa predominante, pero las disposiciones estatales permanecen en reserva, por si aquella sentencia llega a ser invalidada en un futuro no lejano por el Supremo.
Se trata de los estados de Nueva York, Illinois (cuya capital es Chicago) y dos estados en Nueva Inglaterra, al nordeste del país: Rhode Island y Vermont.
La lógica de este movimiento legislativo de la izquierda es, por un lado, mostrar apoyo a las políticas en favor del llamado “derecho a decidir” y, ante todo, colocar el listón más bajo en caso de que el Tribunal Supremo llegue a revocar la sentencia Roe vs Wade. Si ésta quedase invalidada, de inmediato entraría en vigor su muy permisiva legislación estatal para las primeras 20 semanas.
Estas cuatro nuevas legislaciones autorizan el aborto hasta prácticamente el momento mismo del parto, lo que equivale a un infanticidio.
El sur y centro de EE.UU. se han convertido en un baluarte provida
Para muchos ciudadanos estadounidenses la práctica del aborto es el segundo gran pecado original del país, tras el primero que fue la esclavitud.
El virtuoso Norte (o más precisamente, los estados del nordeste), que encabezó el movimiento para la abolición de la esclavitud, está interviniendo en el lado equivocado de la Historia en relación al aborto. Por ejemplo, aquellos 4 estados a los que nos referimos son norteños.
Por el contrario, los estados sureños son los que se han situado en cabeza del rechazo a esta moderna carnicería.
Al mismo tiempo, ha de recordarse que la casi totalidad de la legislación restrictiva ya aprobada, contempla excepciones para los casos de embarazo por violación o incesto.
Ya en 2017 unos 20 estados habían aprobado leyes con anterioridad prohibiendo el aborto a partir de la semana 20 o 24 de gestación. Comprende estados del sur, centro y sudoeste del país, tales como Arizona, Arkansas, Carolina del Norte, Florida, Indiana, Iowa, Kansas, Kentucky, Ohio, Oklahoma, Dakota del Norte, Misuri, Luisiana, Nevada, Tejas, Wisconsin, etc.
Al mismo tiempo, durante los primeros seis meses de 2017 se presentaron otras 431 disposiciones estatales limitando el llamado derecho al aborto, reconociendo el derecho a la objeción de conciencia de médicos y enfermeras y tratando de recortar la financiación estatal de la principal empresa abortista de EE.UU.: Planned Parenthood. De aquellas propuestas, 41 quedaron aprobadas durante el primer semestre de 2017, prosiguiendo la tramitación de las otras.
Las leyes tipo latido del corazón
A lo largo de 2019, otros 8 estados han adoptado leyes del latido del corazón (heartbeat laws), que prohíben el aborto a partir de la semana número siete. Georgia, Ohio, Misuri, Luisiana, Iowa, Misisipi, Kentucky …
Otros varios estados (unos cuatro), entre ellos Tennessee, se encuentran aun discutiendo propuestas análogas.
El estado de Alabama, por su parte, ha aprobado ya en 2019 una ley que prohíbe el aborto casi en todo momento. Como luego veremos, quizá esto no sea una buena idea.
La organización pro abortista Guttmacher Institute, ha calculado que el 57% de las mujeres entre los 15 y 44 años de edad viven en estados que ya limitan de alguna manera el denominado derecho a abortar. Probablemente, dicho porcentaje (que se refiere a 2014) habrá aumentado a lo largo de los últimos años.
Como es fácil de comprender, todas las disposiciones estatales -nuevas o antiguas- que vulneren lo dispuesto por la sentencia federal Roe sobre las primeras 20 semanas, han ido quedando paralizadas a los pocos meses por algún juez federal, pero podrían adquirir validez si aquella sentencia fuese revisada por el Supremo. Por ello, su aprobación no supone ninguna pérdida de tiempo.
Por otro lado, aquellos aproximadamente 35 estados (del total de 50) que ya disponen de normas estatales restrictivas serían los que probablemente prohibirían el aborto en sus territorios (durante parte de las primeras 20 semanas), si la sentencia Roe fuera cuestionada por el Supremo. Como ya dijimos, muchos de esta treintena de estados ya lo han ilegalizado para los cuatro o cinco últimos meses de la gestación.
Este proceso nacional es explicado en este artículo del Wall Street Journal, pero sólo se puede acceder mediante suscripción,
Actuación del actual Tribunal Supremo en su primer año judicial
En la dura campaña de la izquierda contra la confirmación por el Senado de los jueces conservadores que el Presidente Trump propuso en 2017 (Neil Gorsuch) y 2018 (Brett Kavannaugh), el principal factor de movilización de sus bases activistas fue “el inminente peligro” de que la sentencia Roe fuese revocada de inmediato.
Sin embargo, el segundo de aquellos magistrados se incorporó al Tribunal a comienzos de octubre de 2018, ha transcurrido casi un año judicial y no se ha producido ningún cambio de consideración en la actuación del Supremo en la cuestión del aborto.
Es más, cuatro sentencias sobre cuestiones de aborto de Tribunales de Apelación han llegado al Supremo en ese periodo y la Corte no ha entrado en su consideración. (Ver otro artículo del Wall Street Journal – WSJ, mediante suscripción).
Pero … que no cunda el pánico. Los cinco magistrados de inspiración conservadora (frente a los cuatro progresistas) tienen que ser muy conscientes de la trascendencia de revisar la sentencia Roe vs Wade. Hubiera sido una imprudencia precipitarse en su revisión. Además, este grupo de magistrados apenas tenían experiencia de actuar conjuntamente, siendo nuevos dos de ellos.
La manera inteligente de revocar Roe vs Wade
Bajo este título el abogado en jefe de la organización provida American United for Life, expuso recientemente en el WSJ el modo en que, en su opinión, va a actuar la mayoría conservadora del Tribunal Supremo de EE.UU.
El autor constata que los estados no pueden forzar a que el Supremo examine sus leyes, una vez hayan sido paralizadas por un tribunal de inferior rango. La Alta Corte dispone de casi total discreción para analizar una sentencia de un Tribunal de Apelación, o no hacerlo, ya sea para restringir el aborto o sobre otro asunto.
Ahora bien, “el Tribunal [Supremo] va a tener numerosas oportunidades en los próximos años de escuchar casos sobre el aborto. Hay más de 40 casos [sobre este asunto] en los tribunales federales de inferior rango”.
Llegándose así a una cuestión importante: “Los magistrados [conservadores] podrían estar más inclinados a [asumir el examen de] un caso de restricción del aborto … en vez de una estricta prohibición de abortos en fase muy temprana”, como sucede en la reciente legislación aprobada en Alabama.
Los magistrados no desean ser malinterpretados
Resulta comprensible que los magistrados no deseen ser malinterpretados -en las andanadas que lanzaría la izquierda- abordando un caso que, por ejemplo, no contemple ni el aborto en caso de violación o que prohibiera la práctica desde la cuarta o quinta semana …
“Los magistrados podrían reexaminar Roe en base a cualquier legislación [estatal] que de modo convincente entre en conflicto con [la sentencia] Roe … [aunque se refiera a aspectos parciales, como el] consentimiento o conocimiento paterno, [la visualización de una imagen del embrión o feto por] ultrasonido … o normas de seguridad” sobre el procedimiento e instalaciones en las que se practique el aborto.
Por otro lado, la revocación de Roe “sería más factible si [se manifestara] el apoyo de la opinión pública” de EE.UU. En este sentido, el resultado de “las elecciones presidenciales de 2020 mostrará a los magistrados el grado de respaldo público que recaba la revocación de [la sentencia] Roe”.
Las negritas en algunas frases entrecomilladas no figuran en el texto original.
Muy probablemente, el Tribunal Supremo no se pronunciará hasta bien pasadas las elecciones de noviembre de 2020; esto es, a partir de 2021.
Como se ve, de las elecciones del próximo año depende el futuro de asuntos mucho más importantes que el mal carácter o las malas maneras de Donald Trump. No hay que dejarse confundir entre el grano y la paja.
Y la revocación de la sentencia Roe vs Wade tendría repercusiones en todo el mundo occidental, aunque los efectos no serían inmediatos, como tampoco lo fueron a partir de 1973 -año de la sentencia Roe-.
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