“Hace falta un gobierno de emergencia nacional”
El día 8 de abril, el veterano político francés Jean-Pierre Chevénement reclamaba la constitución en su país de un gobierno de emergencia nacional (de salut public, en francés), en una entrevista en el principal diario de derecha, Le Figaro. Más adelante, reproduzco bastantes extractos de dicha entrevista.
Por otro lado, Chevénement (de 81 años de edad) propugna la reinvención de la política industrial, política que se abandonó casi por completo cuando en los años 80 las élites del poder en Francia (y en otros muchos países europeos) decidieron desprenderse del sector industrial, desplazando las actividades manufactureras a los países de bajo coste laboral, principalmente China. Como ha dicho el ex Ministro de Exteriores francés, Hubert Védrine, “se ignoraron las dependencias estratégicas” que dicha elección comportaría.
Además, aunque Chevenément no lo menciona, la obsesión occidental en estas dos pasadas décadas con el cambio climático, no ha hecho más que acelerar la deslocalización de fábricas con el intenso encarecimiento de la energía en nuestros países y las cargas sobre las emisiones de CO2. Alemania, que ha sido el principal país que no siguió aquella errónea política, se encuentra ahora en mucha mejor situación que los demás para afrontar la nueva situación engendrada por la crisis sanitaria internacional.
Por su parte, la anterior corresponsal de Le Figaro en Washington, D.C., Laure Mandeville, coincide con Chevenément en que la crisis del coronavirus refleja “el fracaso estruendoso de la globalización [ahora] interrumpida, el retorno con fuerza de las naciones, la necesidad de relocalización de nuestras industrias [de vuelta a nuestros países] y el nuevo enfrentamiento –de magnitudes titánicas- que se perfila entre China y EE.UU.”.
Antecedentes políticos de Jean-Pierre Chevenément
J-P Chevènement fue miembro del Partido Socialista (PSF) durante los años 70 y 80, ocupando varias carteras ministeriales, entre ellas, la de Industria, y la de Defensa, bajo el socialista François Mitterrand. Más tarde, fue Ministro de Interior, con el tristemente famoso Presidente Jacques Chirac, gaullista de derecha y antiamericano.
Durante más de veinte años (1993 a 2015), Chevènement fue un dirigente del partido Movimiento Republicano y Ciudadano (Mouvement républicain et citoyen – MRC). Se trataba de un partido de centro izquierda, gaullista, intervencionista (en lo económico) y de un moderado euroescepticismo. Últimamente, esta formación política se ha desplazado más a la izquierda.
En el decisivo referéndum celebrado en Francia en 2005, sobre el establecimiento de una Constitución Europea, Chevènement tuvo el acierto de hacer campaña por el NO. Al vencer esta posición de rechazo en sendas consultas ciudadanas en Francia y Holanda, se abandonó ese proyecto. No obstante, en 2009, se sacó adelante el Tratado de Lisboa que, parcialmente, incorporaba disposiciones del proyecto de Constitución, sin someterla a referéndum en ningún país, agravando el problema de escasa legitimidad democrática de la Unión Europea, que se ha arrastrado hasta nuestros días.
El principal error de Chevenèment
El grave error del planteamiento estratégico que expone Chevenément en la entrevista, procede del inveterado pensamiento gaullista que profesa, al reclamar una alianza estratégica de Europa con Rusia. Enorme disparate que bastantes de los dirigentes franceses asumen como palanca para lograr una menor dependencia respecto a EE.UU. El caso extremo fue la aproximación del presidente de derecha Jacques Chirac a la Rusia de Putin para ejercer una cerrada oposición a la Segunda Guerra del Golfo, en 2003.
En aquel gravísimo desvarío antiamericano, Chirac contó con la muy estrecha y activa colaboración del Canciller socialdemócrata alemán Gerard Schröder. Corrupto personaje que, a los pocos meses de abandonar la Cancillería en 2005, se convirtió en empleado –áureo- de Putin, ocupando la presidencia del consorcio Nord Stream, para construir sendos gasoductos rusos hasta Alemania, por el fondo del Mar Báltico, dejando de lado a las repúblicas bálticas y a Polonia. Durante años, como jefe de gobierno, había defendido ardientemente el proyecto ruso, para asombro de muchos. Dicho consorcio está discretamente registrado en Suiza, pero está controlado por la gran multinacional rusa Gazprom (que cuenta con la mayoría del capital social), empresa que, siendo privada, no emprende ninguna gran operación sin el visto bueno del Presidente Putin.
¿Cómo esperan aquellos dirigentes franceses -y algunos alemanes- ganarse la confianza de todo el mundo de Europa central y oriental, con semejante condescendencia hacia Rusia? No han conseguido esa confianza en ningún momento desde la descomposición del bloque soviético, ni lo lograrán mientras no cambien su estrategia, de forma creíble. Los polacos, checos, húngaros, eslovacos, ucranianos, los de los países bálticos, etc. han acertado al mirar siempre hacia EE.UU. (y la OTAN), y no hacia Francia, para defender su seguridad nacional ante la permanente amenaza de Rusia.
Aznar atribuye a aquella aventura el prolongado debilitamiento de la relación atlántica
José María Aznar, en su libro de 2018 (El Futuro es hoy, pág. 109 y sgtes.) afirma que “la debilidad que atraviesa la relación atlántica desde hace casi dos décadas [por tanto, muchísimo antes de la era Trump, procede de] alrededor del año 2003” … “Con la pretensión [Chirac – Schröder] de hacer de Europa un contrapoder de Estados Unidos, lo que se obtuvo fue desconfianza, confusión y división interna” en la UE, 18 de cuyos miembros se desmarcaron públicamente de la postura franco-alemana y la mayoría participaron en la coalición estadounidense en Irak.
Pero sus aciertos son muchos
Chevenément atina en bastantes de los asuntos que aborda, como podrán ver a continuación. Entre ellos, llama la atención su comprensión hacia la política comercial y tecnológica internacional que está poniendo en práctica el Presidente Trump. Por eso afirma lo siguiente:
“Estados Unidos ya ha ido percatándose [de los peligros de una excesiva deslocalización industrial y dependencia tecnológica] … La guerra comercial y tecnológica entre EE.UU. y China [en 2018 y 2019, bajo Trump] ha constituido el comienzo de este nuevo mundo … “ No parece que este político francés sea partidario, por ejemplo, de permitir la participación de la compañía china Huawei en el equipamiento de la nueva red 5G para la telefonía móvil, en los países occidentales.
Por otro lado, hace una firme defensa del mantenimiento de las centrales nucleares en Francia (que le han proporcionado durante 40 años –sin ningún accidente reseñable- una de las electricidades más baratas y fiables de todo el continente), que el Presidente Macron está a punto de ir cerrando –algunas de ellas-, por razones simplemente ideológicas y por ganarse el respaldo político del ecologismo radical.
En relación a lo anterior, dejando al descubierto un cierto hartazgo personal, Chevenément lanza la siguiente propuesta: “Ya es hora de reconsiderar las concesiones complacientes hechas a los Verdes” en Francia.
Y, con parecida saciedad, proclama que “Se impone romper con la tecnofobia, la ideología anticientífica y la hostilidad a la energía nuclear”.
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La entrevista publicada en Le Figaro
Apareció el día 8 de abril de 2020, bajo el siguiente título:
Jean-Pierre Chevènement. “Hace falta un gobierno de emergencia nacional” (un gouvernement de salut public)
(Los posibles errores de traducción son míos. Figuran entre corchetes algunas aclaraciones mías y he resaltado frases utilizando negritas)
Le Figaro (LF).- Hace casi un mes que Francia está confinada y aún no vislumbramos la salida de la crisis. ¿Qué hay que hacer?
J-P Chev.- La epidemia del coronavirus nos recuerda que la Historia es trágica. No es un “ultimátum de la naturaleza” como ha dicho Nicolas Hulot [el ex Ministro de la Transición Ecológica, bajo Macron]. No es, en modo alguno, consecuencia del calentamiento global. Esta pandemia es uno de los aspectos … de una globalización dejada a su propia dinámica …
Una segunda crisis se está imponiendo: es la semiparalización de nuestra economía … Más que nada, es una actitud mental lo que habrá de ser cambiada. Todavía escucho a los turiferarios de un aprovisionamiento al coste más bajo posible. Es la voz de la comodidad. Las exigencias de la seguridad requieren un discurso más fuerte, consistente en el retorno del largo plazo, de la Nación, del Estado republicano. El tiempo de la despreocupación ha pasado. Para reducir nuestra dependencia es preciso producir más en el país …
Hace falta un gobierno de emergencia nacional. Todas las fuerzas vivas han de sentirse implicadas. No es el momento de las polémicas políticas …
L.F.- “Nuestra actual prioridad, es producir más en Francia”, ha proclamado [el Presidente] Macron … ¿Qué le sugiere esta intención?
J-P Chev.– Evidentemente, aprueba esta orientación. La credibilidad de este giro ha de ser sostenida por los hechos, especialmente, con la creación de un gran Ministerio de Industria del que hoy carecemos …
Las élites de Francia decidieron desprenderse del sector industrial
L.F.– Hasta ahora Francia no ha sido capaz de producir rápidamente un gran número de mascarillas [de protección]. ¿Cómo explica Vd. esta situación humillante?
J-P Chev.– Tras los dos choques del [precio del] petróleo, en la segunda mitad de la década de 1970, nuestras élites optaron por la sociedad pos-industrial, esto es de los servicios, abandonando la industria. Hablar de política industrial se convirtió en una blasfemia …
Dos cifras sintetizan aquella política: 1) el número de empleos en la industria ha pasado de 6 millones a menos de 3 millones de asalariados. 2) La parte del sector industrial en el valor añadido nacional ha caído del 20% al 10%.
Europa y EE.UU. han trasladado gran parte de su industria a los países con bajos costes [salariales]. Estados Unidos ya ha ido percatándose [de aquello] … La guerra comercial y tecnológica entre EE.UU. y China [en 2018 y 2019, bajo Trump] ha constituido el comienzo de este nuevo mundo … La actual pandemia mundial supone una ruptura fundamental de nuestra historia, tan grande como el hundimiento del comunismo en 1989-1991 …
L.F.– Alemania, por el contrario, parece capaz de asegurar su independencia [de aprovisionamiento]. Semejante diferencia, ¿es debida a los costes salariales?
J-P Chev.– No, Alemania ha conservado su industria e incluso la ha desarrollado … El coste del trabajo es parecido en ambos países … [Históricamente] Los alemanes han invertido su dinero en sus empresas industriales, pero ha sabido apoyarse en la subcontratación en los países [vecinos] de costes inferiores, como Polonia, Chequia, Hungría, Eslovaquia …
¿Sabrá Europa encontrar un lugar propio en el nuevo mundo?
L.F.– ¿Cómo podrá llevarse a cabo la reindustrialización tras tantos años de desindustrialización? ¿Es esto posible, en un mundo abierto?
J-P Chev.– El error sería pensar que, tras un breve paréntesis, va a regresarse al statu quo anterior. Es el conjunto de las cadenas de creación del valor, el conjunto de las cadenas de producción lo que es preciso replantearse metódicamente. La respuesta reside ante todo en una conversión de nuestras élites a las actividades industriales y al desarrollo tecnológico …
L.F.– Arnaud Montebourg [antiguo Ministro de Economía, bajo el socialista Hollande] ha afirmado en este diario que “la globalización se ha acabado”. ¿No es esta una proposición excesiva?
J-P Chev.– No, Montebourg tiene razón; una cierta globalización liberal ha acabado … El mundo de mañana va a organizarse en torno a dos centros, Estados Unidos y China. Este último país va a reenfocar su economía hacia el mercado interior … En cuanto a EE.UU., o bien persevera en el unilateralismo [que está practicando Trump] … o bien regresará a una política de alianza equilibrada con Europa. Lo que está por ver es si Europa encontrará su sitio en el nuevo mundo.
En cualquier caso, Europa no podrá conseguirlo más que extendiéndose a Rusia, poniendo en común todas sus capacidades. La gran Europa que el general de Gaulle deseaba, representa unos 700 millones de habitantes. [Son 550 millones de habitantes, sin Rusia. Lo que, como decimos en España, no es moco de pavo. Nota de GJ].
Naturalmente, al interior de esta gran Europa, habrá que desarrollar las sinergias necesarias, no sólo para el sector aeronáutico y espacial [como ya se hace en la actualidad], sino también en la economía digital y las baterías eléctricas, con el fin de remodelar nuestra industria automovilística.
“Únicamente la nación proporciona un marco legítimo a la democracia”
L.F.– “Hemos de reconstruir nuestra soberanía nacional y europea”. ¿Qué le sugiere este propósito del Presidente de la República [Macron]?
J-P Chev.– La “soberanía europea” no es una expresión adecuada, ya que no existe un pueblo europeo, pero yo lo interpreto como significando la puesta en común de nuestros recursos y la armonización de nuestros planes de relanzamiento [económico]. Únicamente la nación proporciona un marco legítimo a la democracia.
Se impone romper con la ideología anticientífica y la hostilidad a la energía nuclear
L.F.– ¿Está la Europa actual a la altura de las circunstancias?
J-P Chev.– … Podemos deplorar que Europa no sea capaz de lanzar un endeudamiento solidario [mediante coronabonos] para hacer frente a un peligro inédito, que nos afecta a todos. [Pero] Es preciso echar mano de aquello que realmente existe, como el Banco Central Europeo (BCE) que va a adquirir títulos, incluidos los públicos, y permitirá a los Estados miembro [de la UE] poner en práctica políticas de seguridad en todos los campos: en la sanidad, pero también en la agricultura, la industria y la energía.
¿Hay que suponer que se va a cerrar [finalmente] la central nuclear de Fessenheim [situada en el borde del canal de Alsacia, que Macron quiere desconectar en junio de 2020, por puro ecologismo] que nos suministraría energía barata y sin emitir nada de carbono? ¡Eso sería pegarse un tiro en el pie!
Ya es hora de reconsiderar las concesiones complacientes hechas a los Verdes ... Se impone romper con la tecnofobia, la ideología anticientífica y la hostilidad a la energía nuclear.
[El filósofo francés Luc Ferry, ha puesto de manifiesto también su hartazgo con el movimiento ecologista actual en un artículo cuya traducción –parcial- publiqué hace un par de semanas. Están celebrando que se pare la actividad industrial, porque es el único modo de conseguir –parte- de sus objetivos]
Cuatro ejes para refundar nuestras sociedades
L.F.– Muchos aluden [estos días] al “mundo de después” y a la [labor de] refundación que nos espera. ¿Cuáles son los grandes ejes sobre los que actuar?
J-P Chev.– Hay cuatro ejes. Ante todo, recuperar el Estado, esto es el sentido del interés general, de los planteamientos a largo plazo, la recuperación del patriotismo y del sentido cívico entre las élites y entre el pueblo.
El segundo eje, es la autonomía estratégica de Europa en todos los campos [de la acción pública]. Me inquieta las consecuencias que la crisis actual pueda tener sobre el presupuesto de defensa. Sería un error relajar nuestro esfuerzo en la modernización de nuestra [fuerza de] disuasión nuclear. Tampoco es el momento de abandonar nuestra política agrícola común [que procura suficiencia a las necesidades alimenticias de Europa].
En tercer lugar, hace falta concebir una gran Europa, desde el Atlántico hasta Rusia.
Por último, es preciso reconsiderar la filosofía de la Unión Europea y del mercado único, primando la política industrial sobre la de la competencia. Bien entendido que la competencia es la norma [general], pero aceptando las excepciones necesarias en función del interés general …
Por otro lado, yo creo en [el principio de] subsidiaridad [esto es, en que la UE sólo ha de intervenir cuando los objetivos de la acción pretendida no sean alcanzables de forma suficiente por los Estados miembro]. Hace falta admitir ayudas de Estado [que hasta hoy están muy limitadas] para que cada país miembro consiga una autonomía aceptable [en el aprovisionamiento de diversos materiales y equipos considerados de interés estratégico] …
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