27 de febrero. Día internacional de los osos polares
La semana pasada, el 27 de febrero, fue el Día internacional de los Osos Polares. Con esta ocasión, la Dra. Susan Crockford, una zoóloga canadiense, con más de 40 años de experiencia profesional, ha publicado un informe (de febrero de 2019) sobre el estado actual de las poblaciones de los osos polares en el mundo, en base a decenas de estimaciones parciales de otros muchos especialistas. Casi ninguno de los datos que maneja los ha elaborado ella, sino otros varios investigadores.
Su principal conclusión es la siguiente: la población mundial de osos polares ha continuado creciendo desde 2005, frente a la previsión del ecologismo de que debía haberse reducido un 34%.
Una desviación de bastante más del 34% (luego se explicará esto), en sólo 12 años, no es un fallo científico o una deficiente metodología, sino un intento de manipulación ideológica, puesta al descubierto, y supone una refutación de sus análisis y otras previsiones. Los “especialistas” convencionales (los radicales, como los del PBSG – Polar Bears Specialist Group) están ahora en plena crisis, al quedar en evidencia y sin saber cómo salvar su reputación, ¿qué reputación? Greenpeace, WWF-Adena y los demás lobbys, intentan escurrir el bulto sin reconocer jamás sus embustes y fabricaciones.
El anterior comportamiento es el ecologismo extremista en estado puro; lo que hacen todos los días -desde los 90s-, aunque no siempre se les vea tanto el plumero. En España, antes, se decía -con cierta ingenuidad-: ¡se coge antes a un mentiroso, que a un cojo!
[En marzo de 2021 he publicado nuevas cifras sobre el crecimiento de la población mundial de los osos polares y la falsedad del supuesto peligro de su extinción hacia el año 2100]
Los medios convencionales solo tratan sobre estudios alarmistas
Ahora parece que los ecologistas ya no repiten a cada instante que “los osos polares son los canarios de la biosfera global”, porque con su crecimiento numérico y su buena salud evidenciarían que el mundo natural está bien. Como es sabido, se usaron canarios para detectar la presencia de gases peligrosos en las minas.
Los informes de la Dra. Susan Crockford pueden consultarse en su web particular, o bien tecleándolo en la web del británico Foro sobre las Políticas del Calentamiento Global (GWPF, de las siglas en inglés).
Los medios de comunicación de relieve internacional, tanto los de izquierda como incluso algunos de derecha, publican sistemáticamente hasta el menor estudio que ofrezca como conclusión algún catastrofismo. Por el contrario, ¿cuáles de ellos han difundido ahora las conclusiones tan positivas como sorprendentes del nuevo informe de la Dra. Susan Crokford sobre los osos polares?
El diario francés Le Figaro lo ha ignorado, pero no el británico The Telegraph; ambos son de derecha, pero los franceses están muy atrasados en relación a los británicos, en este aspecto.
Los ciudadanos de los países occidentales se ven sometidos desde los 90s a una sistemática deformación de la realidad (un estado de fake news generalizado, durante décadas), con el ocultamiento de todo lo que se aparte de lo que interesa a lo políticamente correcto: crímenes o delitos cometidos por gitanos (como el que asesinó a la joven profesora Laura Yelmo el pasado diciembre en Andalucía) o por inmigrantes ilegales, no diferenciados en las estadísticas policiales; pedofilia a gran escala de los homosexuales (conocida desde hace siglos), inexistente en las estadísticas públicas; falsas denuncias de mujeres contra hombres que no se contabilizan (las feministas hablan de un fantasmagórico 0,01%, a sabiendas de su absoluta falsedad); que los soldados transexuales tienen análogo equilibrio mental y disponibilidad para el combate que los heterosexuales, y un largo etcétera.
¿Quién puede negar que la hegemonía de lo políticamente correcto ha creado una época obscurantista, al tiempo que charlotean cínicamente sobre “transparencia”?
El diario de izquierda extrema The New York Times (NYT), publicó hace un año un artículo para intentar desautorizar a la Dra. Crockford y a otros críticos. Indirectamente, el NYT reconoce su motivación: “Al cuestionar los hallazgos científicos sobre los osos polares, los negacionistas [como la Dra. Crockford] aspiran a extender dudas sobre la ciencia del cambio climático en su conjunto”. ¡Ahí les duele!
El NYT, como hacen casi siempre los ecologistas, remiten sus verdades al futuro (“ … el número de osos disminuirá drásticamente …”), pero no dice una palabra de por qué no ha sucedido ya eso, tal como pronosticaron sus “científicos serios” hace años, en 2007.
Los medios convencionales ocultan la violencia practicada por los ecologistas: WWF
A veces el obscurantismo funciona de otro modo: ignorando la prensa convencional gravísimos comportamientos de los ecologistas. Por ejemplo, cuando en marzo de 2019 se descubrió, más allá de cualquier duda, que la organización ecologista WWF financió torturadores durante 20 años, en –al menos- 6 países, de África y Asia. Centenares de nativos fueron cortados con machetes, violados e, incluso, asesinados. Tales «procedimientos» formaban parte del programa de WWF para reducir la caza furtiva.
Las previsiones catastrofistas
En 2007, Steven C. Amstrup y otros autores publicaron un estudio: “Forecasting the rangewide status of polar bears at selected times in the 21st century”. Estudio que había sido encargado por el U.S. Geological Survey (USGS).
En el Abstract del artículo exponen su principal conclusión: “Según ambos enfoques de los modelos, se prevé que las poblaciones de osos polares [del mundo] disminuirán en todos sus componentes [geográficos] a lo largo del siglo XXI”. Lo que implica que eso sucedería desde el momento mismo del estudio: 2007.
Y justo al final del Abstract, precisaban aún más: “Nuestra modelización sugiere que la evolución prevista del hielo marino [sea ice, en inglés] significará una pérdida de aproximadamente las 2/3 partes de la población mundial de osos polares hacia mitad de este siglo”. Esto es, hacia 2050 el total mundial de osos polares va a hundirse un 67%. Gracias por haber sido precisos.
Esta previsión catastrofista pasó enseguida a ser la piedra angular de cara al futuro para la mayoría de los organismos oficiales conservacionistas y para la totalidad del movimiento ecologista.
Los autores del estudio definían claramente que “la contracción del espacio de hielo marino [flotante] es el factor primordial que determina los resultados de todos los modelos” empleados.
“Los osos polares dependen del hielo marino para obtener sus presas [las focas] y para otros aspectos de su vida”.
Definen, por tanto, una estricta relación causal: si el hielo marino flotante en la actualidad se reduce un X%, las poblaciones decaerán un Y%.
Concretamente, si el hielo se reduce un 50% (que es lo que preveían sus modelos para 2050), el número de osos disminuirá el 67%.
Ahora bien, la disminución de la extensión media del hielo flotante en el Ártico está avanzando más rápido de lo previsto: esto es un hecho comprobado y admitido por todo el mundo. En consecuencia, la desaparición de osos debería haber sido estos años (2007 – 2018) también más intensa de lo previsto … pero eso no es lo que se aprecia en absoluto en la realidad.
El artículo del New York Times (NYT) que se mencionó más arriba, efectúa una única crítica válida a la argumentación de la Dra. Susan Crockford: que a pesar del deshielo acelerado, la superficie de hielo flotante media existente en la actualidad no es aún la prevista en el estudio para 2050 (1 millón de km2), sino 4,5 millones km2. Como la cifra histórica, inicial, era de 8 millones km2, hoy en día la caída (3,5 M km2) es la mitad de la prevista para 2050.
Aceptando yo esta crítica, paso a considerar que en 2018 la población global de osos polares debería haber caído un 34%, en vez del 67%.
Pero esto no invalida la conclusión central de la Dra. Crockford: la población debía haber experimentado una muy fuerte caída, algo que en modo alguno ha sucedido.
Estimaciones más recientes de los osos polares
Uno de los primeros capítulos del estudio de la Dra. Susan Crockford (Population size) sintetiza y agrupa un gran número de estimaciones parciales efectuadas por otros investigadores y organismos públicos. Ninguna de esas estimaciones es suya.
Ninguno de esos autores pretende precisión en las estimaciones, porque eso es algo imposible. La suma de todas ellas, por tanto, da lugar también a una estimación: una cifra global aproximada. Eso es lo único factible de obtener en este campo.
Sumando yo (porque la Dra. Crockford no lo hace) las cifras para cada una de las 19 subpoblaciones, se obtienen las cifras que aparecen en el cuadro de más abajo.
Las últimas estimaciones disponibles de las subpoblaciones, van desde 1997 (para algunas, de Canadá) hasta 2018 (para una, David Strait, Canadá). Es lo que hay.
El resultado obtenido es que el total mundial ha pasado de 24.500 ejemplares en 2005, a unos 29.500 en la actualidad. Un crecimiento en torno al 20%, que también es una tasa aproximada.
La previsión de los “especialistas serios” (para el NYT) es que en 2017 únicamente debía haber habido en la Tierra unos 16.170 osos polares. Pero, en realidad, hay unos 29.500. ¡Ups!, un desliz.
En consecuencia, la previsión de Steven Amstrup (2007) -aceptada por casi todos-, se ha desviado más del 50% respecto de la cifra real: no ha bajado un 34%, sino que ha subido en torno al 20%.
Su análisis, su metodología, su ley “de hierro” entre superficie de hielo marino y número de osos polares, han quedado refutados según los procedimientos científicos. Una previsión falla estrepitosamente, luego los planteamientos en que se basaba han de ser rechazados. No hay vuelta de hoja. Y ahora, el bueno de Steven Amstrup y cia., no saben qué hacer los pobres … para tratar de manipular la realidad y que no se les venga abajo el tenderete catastrofista que tan bien les paga.
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También puede leer:
La supuesta extinción de los osos polares carece de todo fundamento. 2020 ha sido otro buen año
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Ecologistas radicales versus naturalistas
Ante semejante catástrofe científica (aquí si procede usarse aquel término), los investigadores a quienes podemos llamar naturalistas, -que los sigue habiendo, pero que generalmente han sido arrinconados y despreciados por los extremistas- analizarían detenidamente los nuevos datos, para comprobar su validez; de ser así, se pondrían a cuestionarse sus hipótesis y métodos.
Una vez avanzados en esta interesante tarea (que surge continuamente en el mundo de las investigaciones científicas), publicarían sus conclusiones, aceptando los errores cometidos y proponiendo un nuevo modo de analizar el asunto, a la luz de la evidencia empírica.
Nada de esto sucede prácticamente nunca cuando de ecologistas radicales se trata. Solo hace falta esperar y ver qué ocurre ahora, cómo retuercen los datos, al tiempo que emplean procedimientos rastreros para tratar de desprestigiar a quienes, como la Dra. Susan Crockford, les ponen en evidencia.
Además, actuando como una verdadera mafia profesional, presionarán a las revistas prestigiosas para que no publiquen los trabajos que les son contrarios y desvelan sus graves deficiencias.
Los ecologistas radicales, se comportan de un modo profundamente anticientífico. Ya no cabe ninguna duda -a estas alturas- de que para ellos sus excelsos fines ecológicos, justifican el empleo de cualquier medio para conseguir sus fines.
Clasificación conservacionista de los osos polares en Canadá
Como se trata en el último apartado de este artículo, Canadá acoge más de la mitad de la población mundial de osos polares. Además, su administración encargada de la conservación de la naturaleza (la Secretaría del Medio Ambiente), es muy profesional y ha ejercido una continua vigilancia sobre dichos animales, sin grandes interrupciones, como las de la URSS – Rusia en los años 90 y 2000.
Tras lo que hemos repasado más arriba, no es de extrañar que las autoridades canadienses, no hayan atendido durante tres décadas las exigencias de los ecologistas de designar a los osos polares en alguna de las categorías de las especies en peligro de extinción.
Lo anterior habla claramente de la seriedad del organismo público federal que toma dichas decisiones en Canadá, el COSEWIC: el Comité sobre el Estatus de las Especies Amenazadas en Canadá.
Se trata de un organismo formado por expertos de varias entidades públicas, de las organizaciones ecologistas, de los pueblos indígenas, etc. Depende del Ministro del Medio Ambiente, pero aquel organismo es enteramente independiente para decidir sobre el estatus. El Ministro asume siempre sus decisiones.
Desde 1991, COSEWIC mantiene al oso polar en la categoría más baja: “especies casi amenazadas”: Special concern status. Por debajo están las especies “No amenazadas”.
Por encima, en orden ascendente, están las siguientes 3 categorías: a) vulnerable (threatened), b) en peligro de extensión (endangered) y c) en peligro crítico de extinción (extirpated). Esta última categoría significa que la especie en cuestión únicamente vive en cautividad, pero no libre en la naturaleza.
En 2017 y comienzos de 2018 los ecologistas volvieron a presionar a COSEWIC para que reclasificara a los osos polares (Polar Bears, en inglés) a una categoría superior, pero en la reunión de abril de 2018 volvieron a fracasar.
Distribución geográfica de los osos polares
El único hábitat de los osos polares se encuentra en las amplias regiones árticas, al norte de la Tierra. Para su estudio y gestión, los especialistas han delimitado 19 subpoblaciones, varias de las cuales comprenden territorios de dos países, como a ambas costas del estrecho de Bering, entre América y Asia, zona CS.
Evaluación de 2014. Ministerio de Medioambiente de Canadá
Son cinco los países que administran dichos territorios.
Canadá es el que acoge, con diferencia, la mayor parte de los osos polares. 13 de las 19 subpoblaciones de los osos polares, están localizadas en Canadá.
Rusia dispone también de unos enormes territorios árticos, todo a lo largo del norte de Siberia y los archipiélagos próximos a las costas, pero las estimaciones de sus poblaciones de osos polares son muy deficientes. Tras el maravilloso hundimiento de la Unión Soviética en 1991, durante un par de décadas casi se paralizó esta actividad de protección y recuento de los osos polares.
EE.UU. tan sólo cubre las costas norte y oeste de Alaska, como hábitats de estos osos.
Noruega es responsable del archipiélago Svalbard, a más de 900 km. al norte de la península Escandinava. Se encuentra parcialmente dentro del Círculo Polar Ártico; es el lugar más septentrional del planeta que está habitado (2.700 personas). La mayor población (Longyearbyen) se encuentra a 78º de latitud norte. Dadas sus características, una de esas islas acoge el banco mundial de semillas de cultivos, que es una iniciativa internacional para conservar un back-up de los recursos genéticos para la alimentación vegetal de los humanos.
Dinamarca administra, dentro de un régimen de autonomía administrativa y en parte política, la mayor isla del planeta: Groenlandia. En el enorme interior de la isla no pueden vivir estos osos por falta de presas: las focas.
Las 19 subpoblaciones de osos polares
La más extensa de aquellas 19 zonas corresponde al casquete polar ártico, bajo el que no hay tierra firme alguna. El grosor máximo del hielo flotante que se alcanza en invierno, en las zonas cercanas al polo norte, muy raramente sobrepasan los 5 o 6 metros. Sólo de 1 a 3 metros es el grosor más frecuente. La convención metodológica es que no se asigna ningún oso a esta zona, que sólo pasarían por ella en sus desplazamientos; se adjudican a alguna de las otras 18 zonas.
Para ofrecer una idea, puramente orientativa, en absoluto exacta, de la distribución por países de la población mundial de osos polares, he confeccionado el siguiente cuadro. La fuente de los datos es el Capítulo 3 – Tamaño de la Población, del estudio de la Dra. Susan Crockford (2019), quien se basa en multitud de fuentes parciales.
Como se aprecia, más de la mitad del total global de osos polares corresponde a Canadá. Algunos especialistas consideran que puede acercarse a las 2/3 partes de la cifra global, pero nadie tiene certitud al respecto. En total, son unos 14.000 ejemplares. La gestión por el estado canadiense es muy eficaz y supone una garantía para la supervivencia y mejora de estos animales, en extensísimos territorios. Naturalmente, en algunas zonas se producen retrocesos numéricos, mientras en otras se mantienen poblaciones estables, aumentando las demás subpoblaciones. En conjunto, la evolución es positiva y ascendente.
En Rusia, Groenlandia, etc.
Rusia es claramente el país con la segunda mayor población: en torno al 23%, unos 6.000 ejemplares. La gestión estatal deja mucho que desear y, particularmente, las estimaciones realizadas son escasas y muy poco fiables. Tanto la cifra como su porcentaje del total pueden ser muy distintos a los que recogemos aquí. Tampoco se conoce con fiabilidad la evolución del conjunto en Rusia y esto pone en cuestión lo que se diga sobre las cifras mundiales.
Las costas de Groenlandia acogen a la tercera población, con unos 3.500 ejemplares, que representan en torno al 13% de la cifra mundial. Sus estimaciones, son meramente aceptables. Lo mismo puede decirse de los cálculos efectuados en EE.UU., que ofrecen un 9% del total: unos 2.500 osos. En el archipiélago noruego de Svalbard el recuento es bastante fiable, resultando cerca de 1.000 ejemplares (el 3,5%).
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