El deterioro del sistema político francés es más palpable en la Asamblea Nacional.
Emmanuel Macron ha logrado ser reelegido Presidente, el domingo 24 de abril. En esta segunda vuelta, Macron ha conseguido el 58,5% de los votos válidos emitidos, contra el 41,5% de la candidata de derecha dura Marine Le Pen (de la Agrupación Nacional), según el recuento oficial definitivo.
El escrutinio ha sido muy favorable para Macron, con 17 puntos de diferencia, pero se ha recortado mucho su ventaja de 2017, que fue de 33 puntos.
La victoria de Macron ha sido clara, pero con un apoyo electoral en nítido descenso respecto a 2017 (que fue de 66% y, ahora, del 58,5%), lo que condicionará sus posibilidades de actuación.
Las cifras son claras, pero no ofrecen la imagen completa de estos comicios. Macron ha ganado con facilidad en esta segunda vuelta (frente a Le Pen), pero –sin embargo- su posición es ahora bastante más débil.
[Nota: en un próximo artículo examinaré la situación en que han quedado los integrantes del bloque de derecha o bloque nacional, que ha resultado perdedor en la segunda vuelta de las presidenciales, celebrada el domingo 24 de abril, así como sus perspectivas de futuro]
Bajo Macron casi han desaparecido los partidos tradicionales, ya antes en declive
En lugar de haber reforzado bastante el centro político durante los pasados 5 años, cómo Macron se propuso, su gobierno –de hecho- ha centrifugado la masa electoral hacia los extremos, vaciando el espacio central que tradicionalmente han ocupado los dos partidos de gobierno: el gaullista (hoy llamado Los Republicanos, LR) y el Partido Socialista (PSF). Conjuntamente, en la primera vuelta, estos dos partidos únicamente obtuvieron 7 puntos porcentuales: 5% LR y 2% el PS. En su primer mandato, Macron ha podido apoyarse, de vez en cuando, en uno u otro de estos dos partidos.
Por el contrario, en la primera vuelta la derecha dura (la Agrupación Nacional de Le Pen y la ¡Reconquista! de Éric Zemmour) sumó el 30% y la extrema izquierda, antisistema (La Francia Insumisa –equivalente a Unidas Podemos, en España-, junto al Partido Comunista y los trotskistas) el 25%.
Éric Zemmour, dirigente de ¡Reconquista!
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También puede leer: El programa político de Le Pen es constitucional, no propone el Frexit, ni es racista, pero rechaza los dogmas de la corrección política que Macron viene aplicando. 14 de abril de 2022.
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Los votos “prestados” a Macron este domingo
Como en esa primera vuelta Macron sólo logró el 28%, de su propio electorado, anteayer obtuvo unos 30 puntos más procedentes, ante todo, del partido ecologista radical (EELV) y de la extrema izquierda. Votantes prestados que han seguido las indicaciones de sus respectivos líderes, de hacer ganador a Macron.
Estos 30 puntos “prestados” no sienten lealtad alguna hacia el Presidente Macron, ni hacia su programa político de centro-izquierda, sino que han votado para irle arrancando concesiones en favor de las políticas climáticas radicales y del programa izquierdista y pro-islamista de la extrema-izquierda, a lo largo del quinquenio. En cualquier momento le podrán retirar su apoyo y se movilizarán en la calle en contra del Presidente Macron.
En su primer quinquenio, con dicha amplísima victoria, Macron apenas ha logrado llevar a la práctica su programa electoral, según propio reconocimiento. ¿Qué puede esperarse para los próximos 5 años, partiendo de esta relativa debilidad originaria?
Sólo cabe una respuesta: un giro de Macron aún más hacia la izquierda, para satisfacer a los votantes “ajenos” que le han mantenido, anteayer, en el Palacio del Elíseo.
Todos los periódicos han resaltado el mensaje central que Emmanuel Macron lanzó la noche electoral en la concentración para celebrar su victoria:
“El voto [de hoy] me obliga para los próximos años”.
No obstante, ningún comentarista opina que este compromiso explícito de Macron de atender –de forma duradera- las exigencias de quienes le han votado “por conveniencia” vaya a fidelizar realmente a unos ciudadanos tan radicales e ideologizados: en el momento en que Macron no izquierdice su actuación lo suficiente, los tendrá al otro lado de la calle.
Un prolongado periodo de inestabilidad y movilizaciones
Además, como, a pesar de la derrota electoral de ayer, el movimiento popular (de Marine Le Pen, Éric Zemmour, etc.) nunca ha sido más fuerte ni tan amplio como ahora en Francia, únicamente es previsible un quinquenio con abundantes enfrentamientos políticos, amplias movilizaciones sociales y gran inestabilidad, en general.
La Embajada de EE.UU. en Paris ha sido de la misma opinión y, hacia las 18h. del domingo, recomendó a sus ciudadanos de visita en Francia evitar los centros de las grandes ciudades del país, “ante el riesgo” de “problemas de orden público”, que “podrían degenerar en actos violentos”.
También advirtió la Embajada que “los terroristas podrían atacar … los lugares turísticos, los medios de transporte o los centros comerciales”. Podemos añadir que los terroristas siempre buscan la máxima publicidad para sus atentados, y anteanoche las miradas de casi todo el mundo se centraban en Paris.
El nuevo quinquenio será de una mayor descomposición política
Jérôme Fourquet, el director de Opinión del reputado instituto demoscópico –privado- Ifop (que es el que primero anunció el domingo, en forma de estimación, la victoria de Macron), declaró lo siguiente en un artículo, respecto al conjunto del quinquenio que se ha abierto:
“Este nuevo mandato va a estar marcado por una aguda descomposición política” ya que “la reelección del Presidente reposa en unas bases aún más frágiles que las de 2017”.
Jérôme Fourquet también destaca que “la fractura social y geográfica [en Francia] no deja de ahondarse. En la 1ª vuelta, en [la aglomeración urbana de] Paris, Macron logró el 35% de los votos y Marine Le Pen [tan sólo] el 5,5%. Uno de los candidatos finalistas [Le Pen] está prácticamente ausente de la capital, lo que prueba una fractura profundísima entre las personas que deciden y el resto de la población francesa. El lugar en el que se elabora la política [nacional] está muy intensamente desconectado del resto del país”, en el que Marine Le Pen si dispone de una considerable implantación.
Llegado a este punto, el director de opinión del instituto Ifop traza un paralelismo muy apropiado y significativo: “En EE.UU. se ha observado un análogo fenómeno [de fractura geográfica respecto al centro del poder], ya que Trump no obtuvo en Washington, D.C. más que el 8% [de los votos locales en 2016]”.
La Asamblea Nacional difícilmente podrá encauzar las muchas tensiones existentes en la sociedad
Los comentarios del Sr. Fourquet se dirigen, luego, a la Asamblea Nacional (o Cámara Baja), que va a renovarse completamente este mes de junio, que es donde –en condiciones normales- deberían expresarse, confrontarse y negociarse las propuestas de los distintos sectores sociales y políticos, actuando de instrumento de aminoración de las tensiones presentes en la sociedad –que, últimamente, son muy elevadas -.
Para la gran mayoría de lectores no residentes en aquel país, he de añadir que como de Gaulle diseñó –en su Constitución de la V República (1958)- un sistema electoral que reforzara mucho al partido ganador, con el propósito de superar la inestabilidad que había caracterizado la IV República (1946 – 1958) con constantes cambios de gobierno, la composición de la Asamblea Nacional representa poco el resultado electoral por partidos.
Un sistema de reparto de escaños mayoritario proporciona estabilidad, pero crea insatisfacción
El sistema de reparto de escaños no es nada proporcional, sino estrictamente mayoritario: el partido más votado en cada circunscripción, se lo lleva todo. El partido ganador –como el de Macron, en 2017– obtiene normalmente una considerable mayoría que le facilita la gobernación y su estabilidad. Pero, al mismo tiempo, la Agrupación Nacional de Le Pen, con el 13,5% de los votos (que le hubiese dado casi 80 diputados, con un reparto proporcional), únicamente consiguió 8 diputados. Lo mismo sucedió con muchos otros partidos, de uno y otro signo.
En palabras del Sr. Fourquet: “Nunca como en 2017 la Asamblea [Nacional] había sido socialmente tan poco representativa de los franceses” … y “nos encaminamos hacia una situación análoga este próximo mes de junio”.
La conclusión a la que llega el Dr. Fourquet es que “es de temer que … las tensiones existentes en la sociedad … no vayan a encauzarse hacia el hemiciclo [de la Asamblea] sino hacia la calle”.
Por ello, añado yo, no es extraño que tanto el partido de LePpen, como –hasta ahora- el de Macron y otros muchos, estén demandando insistentemente una reforma del sistema electoral para la Asamblea Nacional, con lo que la V República perdería uno de sus soportes básicos.
Pérdida de legitimidad del sistema representativo en Francia
Mientras que esta remodelación del sistema pueda llegar a hacerse realidad, este junio puede repetirse lo ocurrido en la elección legislativa de 2017: “el récord [entonces] de una abstención del 50%, haciendo de esa Asamblea la que ha tenido una peor representatividad de toda la V República”.
Esto, sin ninguna duda, supone un gravísimo problema de legitimidad del sistema político en Francia.
Cuando una gran parte de los ciudadanos y sectores sociales de un país se sienten muy escasamente representados en las cámaras legislativas, el imperio de la ley se debilita, así como el orden público, y las disputas se trasladan a la calle y, a menudo, por medios no pacíficos. La reforma institucional, resulta imprescindible e incluso urgente, aunque todo el equilibrio del sistema de poder puede verse debilitado, si no se atina en el cambio.
Antes o después, la recomposición del sistema representativo se conseguirá, pero ni está garantizado cuando sucederá, ni el camino hacia aquel desenlace será fácil ni cómodo.
Probablemente, Macron va a eludir la “cohabitación”
Al haber logrado anteayer aquella importante diferencia electoral, Macron, seguramente, va a conseguir una mayoría suficiente en las elecciones del mes de junio a la Asamblea Nacional.
Esto, por un lado, favorecería que saque adelante parte de su programa legislativo. Pero, además, podría permitirle a Macron designar al Primer Ministro, en junio.
Esa elección la efectúa siempre el pleno de la Asamblea Nacional, pero si el partido de Macron y sus aliados alcanzan una mayoría suficiente, el Presidente tendrá mucho margen para que se nombre a quien él prefiera.
Cuando un nuevo presidente carece de aquella mayoría parlamentaria, se ve incapaz de impedir que la oposición pueda votar un Primer Ministro de un diferente color político. A esta especial situación se la denomina “cohabitación política” y puede durar muchos años.
Esta peculiar situación se ha dado en tres ocasiones en la V República. Dos, bajo el socialista François Mitterrand, a fines de los años 80 y a comienzos de los 90. La última, durante el cambio de siglo, bajo el presidente gaullista Jacques Chirac, que contó con el socialista Lionel Jospin como jefe del gobierno durante cinco años.
Hacia tres grandes coaliciones electorales para las legislativas de junio
En ausencia, actualmente, de grandes partidos con elevados números de votantes fieles, y ante el castigo que el sistema mayoritario de reparto de escaños entraña para los partidos no grandes, se están constituyendo par junio tres grandes coaliciones.
El propósito es tratar de colocarse en cabeza en un cierto número de las 577 –pequeñas- circunscripciones existentes. Sólo quien quede en primer lugar, consigue el diputado en juego. Sólo se vota a un nombre. Cada coalición sólo hará, verdaderamente, campaña en las circunscripciones en las que tenga posibilidades de ganar.
Hay que recordar que, además del logro de un mayor número de diputados (que les permita formar un grupo propio en la Cámara Baja), estas coaliciones tienen un muy importante componente económico, ya que las ayudas públicas a los candidatos electos constituyen la principal fuente de financiación de los partidos en Francia.
Los tres bloques en formación
Macron y su partido La República en Marcha (EM) únicamente fueron los primeros, en la 1ª vuelta, en 256 circunscripciones, esto es, en menos de la mitad del total de 577. Por ello, está organizando candidaturas conjuntas del centro con el partido Horizontes, de Eduard Phillipe, primer ministro de Macron en los primeros años, procedente del partido gaullista. Algunos otros pequeños grupos serían parte de los socialistas y sectores del partido gaullista Los Republicanos (LR).
Por su lado, la extrema izquierda se está reagrupando en torno al partido antisistema La Francia Insumisa (LFI), de Jean-Luc Mélenchon, que resultó tercero en la 1ª vuelta. El Partido Comunista y los ecologistas radicales (EELV) serán sus principales socios, junto con los trotskistas. Quizá acepten a algún dirigente socialista radical, pero no al PS como tal.
Finalmente, a la derecha, se está perfilando un llamado “bloque nacional”. Sus principales integrantes serían el partido ¡Reconquista! (de Éric Zemmour) y la Agrupación Nacional, de Marine Le Pen. El primero de ellos es el que se está manifestando más activo en este terreno, frente a la lejanía por despecho de Marine Le Pen (contra su sobrina Marion Marechal, que se ha pasado a ¡Reconquista!).
Marion Maréchal (Vicepresidente de Reconquête! Sobrina de Marine Le Pen)
De todos modos, si no se fraguara este bloque, sería un suicidio parlamentario para ambas formaciones. Este bloque también podrá comprender a dirigentes gaullistas de LR que se opongan a Macron y al pequeño partido de derecha ¡En pie, Francia! (DLF), de Nicolas Dupont-Aignan, y algún grupo más.
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