El programa político de Le Pen es democrático y no discrimina por la piel, sino a los inmigrantes ilegales de cualquier raza.
A diferencia de la extrema izquierda española actual (Unidas Podemos y sectores de la dirección del PSOE), que forma parte del Gobierno nacional, la candidata conservadora Marine Le Pen no ha dado hasta el día de hoy un sólo paso que mostrara su voluntad de recurrir a “cualquier procedimiento” para violentar y poner en riesgo el buen funcionamiento de ninguna de las instituciones y normas constitucionales de la República francesa.
No olvidemos que Marine Le Pen lleva a la cabeza del partido de derecha dura (hoy denominado Agrupación Nacional) desde 2011, es diputada de la Asamblea Nacional desde 2017 (habiéndose integrado en la Comisión de Asuntos Exteriores) y, con anterioridad, fue europarlamentaria un largo periodo de tiempo, entre 2004 y 2017.
Esta extendida trayectoria en instituciones políticas, con proyección ante la opinión pública, es tiempo más que suficiente para mostrar qué es, realmente, lo que Le Pen se propone hacer si llegara a la presidencia del país.
Todos esos años son suficientes para dejar claro que hoy en día Marine Le Pen no constituye ningún “peligro para la República” como, de manera más o menos abierta vienen repitiendo, machaconamente, los principales diarios españoles: ABC, El País, El Mundo (que en asuntos internaciones, energéticos y del clima no se diferencia en nada de El País) …
Eso sí, la V República puede estar acercándose a su final
Que no haya un peligro existencial para el sistema democrático francés, no significa que estemos viviendo “tiempos normales”, ni en Francia ni en el conjunto de la Europa democrática (Reino Unido incluido).
Según ha afirmado –el día antes de la 1ª vuelta- Robert Tombs, profesor emérito de Historia de Francia, de la Universidad de Cambridge, en un magistral análisis de la evolución institucional de Francia y sobre la actual coyuntura política:
“Cualquiera que sea el desenlace de la [actual] contienda presidencial –y yo juzgo probable que Macron vaya a ser reelegido- me temo que va a suponer una nueva fase en la disolución de un sistema político [esto es, de la V República, que De Gaulle instauró en 1958]”.
“Naturalmente, esto podría resultar beneficioso: se supone que hemos de estar abiertos al cambio y a la renovación. En cualquier caso, va a ser interesante: a menudo, Francia ha constituido un laboratorio político para [el conjunto de] Europa y los franceses están muy orgullosos de ello. Pero la vida ¨dentro de un laboratorio¨ puede que no vaya a resultar agradable”.
Como el lector se habrá percatado, el profesor universitario británico es de la opinión de que, incluso si Macron resulta reelegido el 24 de abril, dadas las actuales circunstancias políticas, la V República probablemente esté no muy lejos de ser sustituía por otro reparto de los poderes del estado, que se recogería en una nueva Constitución, que alumbraría –eventualmente- la VI República francesa.
“Es sorprendente que los candidatos de los que hasta recientemente suponían los dos partidos gobernantes de Francia, esto es el Socialista y el Gaullista (que ha ido adoptando distintos nombres), se han visto [ahora] reducidos a la insignificancia”. El PSF sólo obtuvo el 1,7% y el gaullista (Les Républicanes) el 4,8%.
Ante la propaganda ¨antifascista¨, ¿dónde están los elementos de un partido de extrema derecha?
Un experimentado periodista, Dominique Jamet, expone esta irresoluble contradicción en la revista conservadora Valeurs Actuelles (situada a la derecha de Le Figaro), el día después de los comicios del 10 de abril:
“La derechización de Francia [en esta 1ª vuelta] es evidente. Entre Marine Le Pen, [el polemista de derecha] Éric Zemmour, [el líder del partido de derecha ¨Francia, En Pie¨] Nicolas Dupont-Aignan, [el jefe del partido agrario] Jean Lassalle y, marginalmente, [parte del partido gaullista, convencional de] la Sra. Valérie Pécresse, alrededor del 35% de los votantes ha optado por alguna de las papeletas de la derecha [política]”.
“Las ideas y las propuestas de Marine Le Pen se inscriben claramente en una lógica de ruptura” [con la arquitectura institucional de la V República].
Pero, prosigue el periodista Dominique Jamet:
“¿Dónde se encuentran los componentes naturales e identificables de un movimiento fascista? ¿Dónde el culto al jefe? ¿Y el intento de reducir el panorama político a un partido único? ¿Dónde los desfiles nocturnos con antorchas? ¿Y las milicias armadas? ¿Dónde se han producido los atentados [mortíferos] u otras formas de violencia? ¿Quién ha presenciado las quemas de libros? ¿Dónde pueden señalarse las amenazas al pluralismo y las libertades? ¿Qué hay de los intentos de golpe de estado?”
Como se ve, el «fascismo» de la candidata Le Pen y de su partido Agrupación Nacional (RN, en francés) resulta imposible de localizar en los hechos.
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También puede leer: La Sra. Le Pen acaricia la presidencia de Francia. La construcción de la UE necesita ser seriamente reorientada y esta es la oportunidad. 11 de abril de 2022.
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En los siguientes apartados sobre el programa electoral de Marine Le Pen. Me baso en diferentes fuentes, pero en particular en el principal diario conservador convencional, Le Figaro. Para acceder al programa oficial del partido RN, pinchar aquí.
1) Construcción europea
Francia ha sido, desde el primer momento, el principal impulsor de la construcción europea, desde el Tratado de Roma de 1957, que creó la Comunidad Económica Europea (CEE) e inició la integración comercial en el Viejo Continente. Durante estos 65 años Francia ha continuado jugando el papel más relevante en la dirección de dicha organización supranacional, hoy denominada Unión Europea (UE).
Justo por esto, lo que Francia haga en esta materia, en cualquier periodo de tiempo, tendrá una gran influencia en la UE.
La constitución de la CEE supuso un trascendental progreso político y comercial para sus países miembros, aportando una decisiva estabilidad a la parte occidental de Europa, que siempre estuvo amenazada por la nada oculta disposición expansionista de la URSS.
Pero, desde finales del s. XX aparecieron voces denunciando los excesos que se estaban cometiendo en la construcción europea. Muy resumidamente, apuntaban a la creciente burocratización de las instituciones de Bruselas, al entonces llamado “déficit democrático” de sus instituciones y al vaciamiento de la soberanía nacional de sus estados.
Desde hace cuatro años, Marine Le Pen abandonó las muy equivocadas propuestas que presentó en los comicios de 2017: que Francia saliera de la UE (el Frexit) y que se separara de la moneda única, el euro.
La actual posición de Le Pen se resume en convertir la UE en una “Asociación de naciones libres”, como recoge el diario digital pro-UE, EurActiv, editado en Bruselas.
La valoración propia de EurActiv es que “resulta indudable que si Le Pen es ahora elegida podrían cambiar las relaciones entre Francia y la UE de manera duradera”.
2) Inmigración y refugiados
— Someter a referendo nacional los siguientes múltiples cambios, referidos a los inmigrantes y a los refugiados.
— Expulsar sistemáticamente a quienes vivan clandestinamente en el país, a quienes delincan gravemente y a los criminales extranjeros.
— Gestionar las peticiones de asilo político exclusivamente desde los consulados en el extranjero
— Poner fin a los excesos actuales en relación al reagrupamiento familiar de quienes adquieran permiso legal de residencia.
— Restringir las ayudas sociales para los extranjeros (de cualquier raza o religión), condicionando a una estancia mínima de 5 años la recepción de las denominadas prestaciones de solidaridad.
— Asegurar la prioridad de los nacionales de Francia (de cualquier raza) para el acceso a programas públicos para la adquisición de vivienda, frente a quienes tan sólo dispongan de permiso de estancia y trabajo.
Todo lo anterior, no discrimina en función de raza, religión o sexo, sino tan sólo en función de la nacionalidad del demandante, que puede ser blanco, magrebí, asiático, negro, etc.
Por tanto, resulta enteramente falso acusar de racismo a la Agrupación Nacional.
3) Seguridad ciudadana
— Hacer de la seguridad para todas las personas y en todas las circunstancias una prioridad del quinquenio.
— Restablecer las penas mínimas (peines planchers) para diversos delitos, que fueron suprimidas en 2014, durante la presidencia del socialista François Holland.
— Suprimir toda posibilidad de reducción o redención de penas, en particular por delitos de violencia contra las personas.
— Establecer la presunción de legítima defensa para los miembros de las fuerzas del orden, en caso de que produzcan la muerte de un tercero.
— Incrementar las plazas penitenciarias, hasta alcanzar 85.000 en 2027.
— Crear una pena a perpetuidad real.
4) Protección a la familia
— Establecer en el impuesto sobre la renta que, a partir del segundo hijo, la unidad familiar fiscal aumente con cada nuevo hijo (part fiscale complète).
— Doblar la actual ayuda a las madres solteras, intensificando los controles para evitar el fraude.
— Suprimir el impuesto de sucesiones para las familias humildes y de clase media.
— Declarar exentas fiscalmente las donaciones directas a hijos y nietos, hasta 100.000 € por hijo, cada diez años.
5) Frente al encarecimiento del coste de la vida
Marine Le Pen lleva un par de años denunciando el crecimiento del coste de la vida y sus efectos contra las familias menos acomodadas, esto es, desde mucho antes la escalada de precios iniciada en verano de 2021.
En realidad, esto ha sido una relevante novedad con respecto a sus anteriores campañas, en las que la cuestión de la inmigración ilegal y el deterioro de la seguridad ciudadana centraron todos los esfuerzos.
Casi todos los observadores políticos, juzgan que esta reorientación de la campaña de Le Pen ha sido un todo un éxito. En la 1ª vuelta de 2017 Le pen obtuvo el 21,3%, frente al 23,6% el pasado día 10. Además, esto le ha creado una mucho mejor imagen entre votantes de izquierda.
— Bajar el IVA de los carburantes y la electricidad del 20% al 5,5%.
— Permitir a las empresas una subida de los salarios de hasta el 10%, exenta del pago de las cotizaciones patronales a la Seguridad Social.
— Renacionalizar las autopistas, con el fin de poder disminuir los peajes un 15% y privatizar las televisiones públicas para suprimir las tasas audiovisuales que se cargan sobre los espectadores.
6-a) Política económica: el modelo francés
El conjunto de medidas que viene proponiendo Le Pen, supone realmente el mantenimiento del denominado “modelo francés” de desarrollo económico, con algunos ajustes. Dicho de otra manera, este modelo es una versión ampliada del Estado del Bienestar que prima en Europa occidental, desde después de la Segunda Guerra Mundial.
Modelo que comporta un intenso intervencionismo público en la economía y la preservación de un amplio sector público en las actividades industriales y de servicios, lo que reclama un alto nivel de imposición.
Esto es un modelo muy alejado de las economías más competitivas y privatizadas que caracterizan al mundo anglosajón: EE.UU., Reino Unido, Australia …
Aunque la derecha francesa se sumó desde hace muchas décadas a aquel modelo, en los pasados lustros fue admitiendo su efecto ralentizador sobre el crecimiento económico de Francia y la menor competitividad general que engendra.
6-b) Un programa económico populista, peligroso, pero que atrae a la izquierda
Ambrose Evans-Pritchard, un agudo redactor de negocios del The Telegrah, lo describe de este modo:
“El plan de Le Pen comprende una exención total del impuesto sobre la renta para los menores de 30 años y unos créditos subvencionados (a bajos tipos de interés) de hasta 100.000€ para jóvenes parejas que estén empezando una familia, deuda que desaparecería con su tercer hijo. También propone transporte público gratuito para los trabajadores jóvenes y dejar fuera de la imposición personal las horas extra trabajadas”.
“Le Pen insiste en mantener la edad de jubilación en los 60 años [que Macron, acertadamente, ha intentado subir a 63] para las personas menos privilegiadas que abandonaran antes de tiempo su enseñanza secundaria y que hayan cotizado un mínimo de 40 años. [Además, ¡horror!] se propone indexar las pensiones con las cifras de inflación [del año precedente] e incrementar el salario mínimo interprofesional a 1.000 € mensuales”.
Como se puede apreciar, fácilmente, su programa económico es plenamente de carácter populista y, como tal, imposible de mantener en el tiempo, a la vez que desencadenaría una crisis presupuestaria, adicional.
Pesadilla que no se diferencia mucho de las demagógicas medidas que el izquierdista Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, viene aplicando. Parece que únicamente cuando Le Pen compruebe la crisis que desencadenaría, podría –quizás- plantearse corregir.
7) Política energética y del clima
— Bajada del IVA sobre los carburantes (gasolina, gasóleo y gas) y sobre la electricidad, del actual 20% al 5,5%.
— Acabar con las subvenciones a las eólicas y emplear esos 5.000 millones € anuales a ayudas a los hogares con menores recursos.
— Garantizar la independencia energética de Francia.
— Relanzar la industria nuclear, la energía hidroeléctrica e investir para desarrollar la utilización del hidrógeno como combustible … (aunque esto último llevará todavía muchos años hasta ser comercialmente viable, añado yo).
— Rechazo de la energía eólica, al menos en tierra firme, para la que proponen una moratoria para las nuevas instalaciones y, en el futuro, ir desmantelando los aerogeneradores más antiguos.
— Oposición al objetivo de Cero Neto de emisiones de CO2, por ser económicamente irrealizable.
— Aceptación de los automóviles eléctricos, pero rechazo de su imposición administrativa, tal como se viene haciendo (prohibiciones a entrar en los cascos urbanos, futura prohibición a que se fabriquen coches de motor de combustión interna -gasolina y gasóleo-, etc.).
8) Reindustrializar Francia
— Conceder prioridad a las pequeñas y medianas empresas en los concursos públicos de obras y servicios.
— Condicionar las subvenciones a la creación de empleo en áreas deprimidas del territorio francés.
— Revisar los acuerdos de libre comercio de la UE para anular las disposiciones que vayan contra los intereses de Francia.
9) Política exterior
Marine Le Pen, como la mayoría de los pasados presidentes de Francia, desde Charles de Gaulle en los años 50, al socialista François Mitterrand (en los 80), al conservador Jacques Chirac y –actualmente- el centrista Macron, mantiene un planteamiento de la política exterior a la que se denomina gaullista, ya la mantenga un presidente de derecha o de izquierda.
Para tratar de conservar un papel destacado a la acción exterior de Francia, tienden a alejarse de las políticas internacionales de EE.UU., colocándose en una posición “intermedia” y, por tanto, menosprecian el decisivo papel que la Alianza Atlántica (OTAN) debe jugar en la defensa militar de la Europa democrática.
La única manera de que semejante pirueta diplomática pueda alcanzar alguna efectividad es haciendo que Francia se aproxime e, incluso, se alíe con la gran potencia europea que es Rusia. En tiempos de De Gaulle, éste no tuvo remilgos en buscar la colaboración de la Unión Soviética, contra las propuestas de EE.UU.
Volviendo a los presentes comicios en Francia, desgraciadamente Le Pen (y otros de los candidatos, como Macron) se aproximaron hasta no hace mucho tiempo al autócrata Vladimir Putin, aunque ella se ha alejado desde fines del 2021 cuando crecía la tensión en torno a Ucrania.
Por aquel mismo motivo, Marine Le Pen propugna ahora que Francia abandone la estructura militar de la OTAN, como De Gaulle hizo en 1966.
Esta gravísima propuesta –aunque sea muy común entre los políticos franceses-, constituye uno de los principales errores del programa político de Le Pen. Ahora bien, casi todos los observadores coinciden en que si la candidata conservadora llega al Palacio del Elíseo nunca se atreverá a ponerla en práctica. Hizo falta una personalidad histórica muy fuerte, como la de Charles de Gaulle, para llevarla a cabo.
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