También Reino Unido se aparta de Huawei
Hace justo un mes, el 23 de mayo, el Primer Ministro del Reino Unido, Boris Johnson, anunció que había dado instrucciones a su Gabinete para que elaborase una propuesta que, prácticamente, eliminase para 2023 la presencia de la compañía china Huawei en la nueva red inalámbrica –telefónica y para datos-, conocida como 5G, o de quinta generación.
Esto supone una verdadera rectificación de la errónea decisión que había adoptado Boris Johnson el 27 enero 2020, permitiendo una participación de Huawei de hasta el 35% en las nuevas redes 5G que ya están instalando cada una de las cuatro compañías telefónicas privadas.
Primero la crisis del coronavirus y, enseguida, el vandalismo desatado en EE.UU. con la excusa del supuesto racismo sistemático de las fuerzas policiales, taparon por completo esta noticia. No me estoy refiriendo, naturalmente, a las protestas pacíficas que no sólo son lícitas sino necesarias ante sucesos inadmisibles, como la muerte de George Floyd a manos de policías municipales de Minneapolis el 25 de mayo.
Esta importante noticia se suma a las posturas mucho más razonables y tempranas que tomaron los estados de Australia y Nueva Zelanda, ya en la segunda mitad del año 2018, de las que traté en un anterior artículo.
Lo que ofrecen las redes 5G
La nueva red de tecnología 5G para las comunicaciones inalámbricas, tanto telefónicas como de muy rápida transmisión de datos, ya se está instalando en la mayoría de los países occidentales y en China, entre otros países y está disponible en numerosas grandes ciudades.
La nueva tecnología, cuando esté plenamente operativa, posibilitará descargarse datos (vídeos, etc.) 10 veces más deprisa que con la actual 4G.
Además de enlazar los teléfonos móviles y los ordenadores, permitirá la conexión entre todo tipo de sensores que se coloquen en las casas y oficinas inteligentes, en los automóviles y todo tipo de vehículos, y en aparatos para el hogar como el altavoz inteligente Amazon Echo o el asistente virtual Alexa, que interactúan con la voz de las personas, en las máquinas de las fábricas, entre muchas otras bases, en lo que se conoce como el internet de las cosas.
Todas estas conexiones, muchas en tiempo real, serán posibles por la gran rapidez que ofrecerán las redes 5G, a medida que se vayan completando los diversos componentes de las redes nacionales.
Basándose en las anteriores generaciones de redes, es de suponer que la 5G estará entre nosotros unos 10 años.
Las 4 anteriores generaciones de redes inalámbricas
Los primeros móviles, 1G (desde 1983), permitían hacer llamadas analógicas. Con la 2G, desde comienzos de los años 90, fue posible la transmisión de voz digital y el envío de SMSs (texting, en inglés). La 3G, desde principios de los 2000, hizo posible la transmisión de más datos, las primeras (e imperfectas) video-conferencias, navegar por internet, etc. Los móviles se convirtieron en una plataforma de conexión social, útiles no sólo para telefonear y enviar mensajes: habían nacido los smartphones.
La cuarta generación (4G), que la gran mayoría de usuarios seguimos empleando, lanzada a principios de los años 2010, ha posibilitado la banda ancha, con una rapidez de transmisión unas cinco veces superior a la 3G.
“Huawei constituye una amenaza para la seguridad nacional”
La inmensa mayoría de las informaciones financieras, económicas, tecnológicas, comerciales, personales, de las fuerzas de seguridad, de otras administraciones públicas, de los parlamentos, partidos políticos e, incluso, de bastante parte de las fuerzas armadas, pasarán por las redes 5G.
Pretender que Huawei, que es una empresa privada china, va a comportarse como lo hacen otras compañías en el mundo occidental, con independencia del poder político –en aquel caso, del Partido Comunista de China-, sería de una irresponsabilidad pavorosa, ajena a la realidad.
Hace unos pocos días (el 18 de junio), se pronunció en ese sentido alguien que dispone de sobrados conocimientos sobre la materia: Eric Schmidt, destacado hombre de negocios e ingeniero informático estadounidense, quien fuera consejero delegado (CEO) de Google durante los años 2000.
El principal diario conservador británico, The Telegraph, resaltaba en su titular que según Eric Schmidt “Huawei constituye una amenaza para la seguridad nacional” de EE.UU. y de otras democracias occidentales.
Añadiendo que “¨no cabe duda¨ de que informaciones que han pasado por los routers [de muy alta capacidad, de Huawei] han ¨acabado finalmente¨ en las manos de las autoridades de China”. Y, también, que Huawei “ha llevado a cabo actuaciones que resultan inaceptables para [las necesidades de] la seguridad nacional”.
Finalmente, Schmidt “apelaba a las compañías occidentales para que desarrollen más tecnologías avanzadas capaces de competir con el gran gigante chino de las telecomunicaciones”, lo que evitaría en gran medida que nuestros países caigan bajo la dependencia tecnológica de China, en aspectos clave.
Los equipos Huawei serán sustituidos principalmente por productos suecos y finlandeses
Ante el típico argumento de que semejantes declaraciones únicamente responden a un interés egoísta de los empresarios americanos por incrementar sus beneficios, hay que recordarles que EE.UU. apenas cuenta con competidores de los principales equipos de Huawei para las redes 5G. Los mayores competidores de Huawei son Ericsson (Suecia) y Nokia (Finlandia).
La gran fabricante coreana de móviles, Samsung, intenta abrirse un camino en el mercado mundial para la 5G, pero está a mucha distancia de aquel trio. Por su parte, en EE.UU. existen varios otros fabricantes de muy reducida dimensión, centrados en otros tipos de productos, que prácticamente sólo operan en su propio mercado. Es el caso de Cisco Systems (equipos de telecomunicaciones, en general), Juniper Networks o el fabricante de semiconductores Qualcomm.
Como resulta fácil de comprender, son los servidores y routers centrales de cada red nacional sus partes más sensibles. Por ello, los responsables de seguridad británicos, habían pensado dejar a Huawei fuera de estas funciones nucleares, permitiéndole suministrar los equipos para la periferia.
No obstante, desde equipos de la periferia de las nuevas redes 5G también sería posible intervenir muchas de las comunicaciones, ya que en esta tecnología funciones centrales se van a desplazar a la cercanía de los usuarios.
En el siguiente enlace con la web de la BBC, se accede a un útil artículo explicativo de qué es y cómo funciona una red 5G, de marzo de 2020, por tanto, anterior al cambio de posición del gobierno. La información es seria, pero la inclinación del artículo es favorable a la participación de Huawei, dado el marcado progresismo de la cadena.
La ilusión de contrarrestar el espionaje de Huawei
La errónea decisión del primer ministro del Reino Unido (R.U.), el pasado mes de enero, de contar con un elevado suministro de equipos Huawei (el 35% del total) respondía a un cúmulo de equivocaciones. Por ejemplo, que los equipos de fabricación china son sustancialmente más baratos que los nórdicos; eso es real, pero ¿cómo puede ponerse en riesgo la seguridad nacional por una simple cuestión de precios?
También se aducía, en un claro ejemplo de mercantilismo alicorto, que otros productos británicos (por ejemplo, el whisky o el salmón escocés) podrían obtener ventajas comerciales de las autoridades nacionales chinas, en agradecimiento de que se comprara a Huawei, ZTE y a otras de las tecnológicas chinas.
Por su parte, los afamados servicios de inteligencia británicos buscaron también una justificación a aquel desatino estratégico de Boris Johnson. Argumentaban que “cualquier riesgo de que [Huawei] espiara las comunicaciones podría ser contenido”. Algo así como dejar que la zorra entre al corral de las gallinas, pero que se la vigilaría estrechamente para que no pudiera hacer ningún daño a las aves de corral … [Nota: todos sabemos que las parábolas, como la anterior, no tienen pretensión de exactitud]
Estados Unidos ha ejercido su liderazgo diplomático
Ni por un minuto escondió la Administración Trump su total oposición a lo que acababa de decidir el Premier Boris Johnson. El mismo día 27 de enero de 2020, el diario The Telegraph titulaba: “El Secretario de Estado de EE.UU. [Mike Pompeo, opina] que la soberanía [nacional] británica quedaría comprometida si se permite al acceso de Huawei a las redes 5G”. Mike Pompeo añadía que “La verdad es que únicamente las naciones que sean capaces de proteger su información gozarán de soberanía”.
A mediados de febrero, el principal diario de izquierda dura de Inglaterra, The Guardian, informaba que el Jefe de Gabinete (en funciones) de la Casa Blanca, Mike Mulvaney, hombre de confianza de Donald Trump, de visita oficial en R.U., había declarado que “EE.UU. está muy preocupado” por dicho asunto Huawei.
“Nuestros estados comparten una tremenda cantidad de información sobre [temas de] seguridad … Si todo ello se transmite a través de las redes de ordenadores, y si Vds. siguen adelante con la decisión de incluir a Huawei, eso tendría un impacto directo en nuestra aptitud para compartir información con Vds. Punto. Fin de la historia”. Más claro, imposible.
La Realpolitik aunque restringida sigue mandando
¿Quién ha dicho que no debe haber presiones entre aliados? Incluso entre países que disfrutan de una relación especial, como sucede entre EE.UU. y R.U. desde la Segunda Guerra Mundial.
Por otra parte, ¿dónde está el escándalo de que la primera superpotencia del mundo libre lidere a los aliados, cuando éstos estén a punto de cometer una gravísima –e irreversible- equivocación? No amenazaron a R.U. con invadirles o someterles, sino simplemente con dejarles a obscuras, sin la preciosa información que fluye, hasta ahora, entre ellos.
Desde luego, también formó parte de la presión hacerle saber a R.U. que la negociación de un acuerdo de libre comercio entre ambos países (tan importante para R.U. tras el Brexit) podría retrasarse mucho, en lugar de concluirse a toda prisa, como sucederá tras la rectificación.
Únicamente quien viva en un mundo ilusorio y buenista de Alicia en el país de las maravillas, podría rasgarse las vestiduras por el hecho de que las relaciones entre los países democráticos sigan guiándose, primordialmente, por los intereses de cada nación, aunque no sólo por ellos.
Ventajas de las democracias serias
Lo que relataré a continuación sobre el funcionamiento del poder político en Reino Unido, tengo que admitir con pesar y envidia, sería impensable en un país como España.
Desde el día siguiente al anuncio del 27 de enero en favor de Huawei, se levantaron airadas voces conservadoras en la Cámara de los Comunes en su contra, a pesar de que el gobierno era de su mismo color político.
“Algunos de los parlamentarios reclamaron en la Cámara directamente la prohibición [de equipos] Huawei, esgrimiendo que incluso una participación limitada pondría en riesgo la seguridad del R.U.”, según informó la BBC.
Con el paso de las semanas, la oposición parlamentaria a Huawei se reforzó y amplió en la Cámara de los Comunes. Cuando el 10 de mayo se sometió la propuesta del gobierno, 38 diputados de la bancada conservadora votaron en contra de la medida de Boris Johnson. Aunque ésta salió adelante (gracias a la histórica victoria electoral del 12 de diciembre de 2019, que llenó la Cámara de conservadores), nacía con plomo en las alas.
Los parlamentarios rebeldes ganaron el respaldo de varios ministros
Además, durante aquellos tres meses, los parlamentarios conservadores reclamaron el apoyo de ministros de Boris Johnson, obteniendo resultados positivos. Ya en la reunión del Consejo de Seguridad Nacional (NSC, en inglés) británico, el 28 de enero 2020, el Ministro de Defensa Ben Wallace intervino para rechazar la propuesta, pero –según el diario centrista The Times- la suya fue una “voz solitaria”.
El 18 de junio, The Telegraph ha informado de que “se ha sabido que el pasado mes [de mayo] varios ministros presionaron al Primer Ministro Boris Johnson para que reconsiderara” la decisión de enero respecto a Huawei, sin especificar quienes fueron.
Finalmente, parece que se va a imponer en Reino Unido la prudencia estratégica frente a los pobres argumentos mercantilistas del pasado, que siguen dominando entre los gobernantes de los decadentes países de Europa occidental. Bueno, en Alemania Angela Merkel ha pospuesto la decisión y ya veremos si, por una vez, acierta.
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