Las políticas de Biden están provocando un efecto llamada de inmigrantes, explotados por las mafias
¿Puede sorprenderle a alguien lo que está sucediendo en EE.UU. estos meses con la inmigración ilegal, nada más comenzar una Administración del –radicalizado- Partido Demócrata?
En un comunicado hecho público el 16 de marzo, el Secretario de Seguridad Interior (Homeland Security), Alejandro Mayorkas, reconocía que “Estamos en camino de entrar en contacto [en inglés, encounter] con más personas [que intentan colarse ilegalmente en nuestro país] en la frontera sudoeste, que en [cualquier otro momento de] los pasados 20 años”.
¿Cómo se atreven los –también hoy radicalizados- medios de izquierda (CNN, etc.) a dar a entender que esta supuesta crisis de inmigración es una invención de los conservadores?
Esto está sucediendo a poco más de 60 días desde la toma de posesión del Presidente Joe Biden (el 20 de enero) quien, durante la larga campaña electoral de 2020, repitió sin cesar que pensaba suprimir -desde el comienzo mismo- las exigencias adicionales que Donald Trump introdujo frente a la inmigración ilegal.
La presente crisis en la frontera sudoeste va a garantizar que el tema de la inmigración ilegal vaya a ser uno de los asuntos debatidos para las elecciones de noviembre de 2022; esto, seguramente, favorecerá a los republicanos.
Más adelante, reproduzco sendos cuadros con las cifras oficiales sobre entradas ilegales en estos meses, mostrando el gran repunte que está habiendo desde enero.
¿Qué medidas de Trump ha cambiado la Administración Biden?
En aquel mismo comunicado del Secretario de Seguridad Interior, se afirma que “estamos expulsando a la mayoría de los adultos solos [que entran ilegalmente] y a la mayoría de las familias”. Diversos agentes han confirmado que esto es sólo relativamente cierto.
Pero, no obstante, la nueva Administración ha anunciado, formalmente, que dentro de poco tiempo suprimirá el llamado programa de “Permanecer en México” (o Migrant Protection Protocols – MPP), que introdujo Trump en diciembre de 2018.
Quienes sean atrapados entrando ilegalmente en EE.UU. y deseen solicitar asilo, conforme a ese programa son obligados a regresar a México (aunque sean centroamericanos) y permanecer allí hasta que sean citados por un tribunal estadounidense, cerca de la frontera. Antes (bajo Barack Obama) se les permitía entrar “provisionalmente” en EE.UU. a esperar la vista de su juicio peroy, la mayoría de las veces, “desaparecían” y ya no se presentaban a los juicios para el asilo.
Esta anunciada próxima eliminación del programa MPP constituye un primer motivo para provocar un efecto llamada.
Pero, de un modo mucho más amplio, los potenciales inmigrantes ilegales y las mafias que trafican con ellos, están contando con la debilidad y el buenismo de la nueva Administración, en este terreno.
Confían en que presionando con más entradas ilegales a Joe Biden y compañía, éstos no soportarán el empuje e irán abriendo más las fronteras, eliminando otras medidas de las que introdujo Donald Trump.
Hay, aún, otro motivo general para que se haya generado un amplio efecto llamada; el Partido Demócrata ha presentado en el Congreso en febrero un proyecto de ley para legalizar la situación en EE.UU. –concediéndoles la plena nacionalidad– a varios millones de personas que ahora ya residen y trabajan ilegalmente, del total de 11 millones en esta situación.
La frontera sudoeste ha sido abierta un poco y hay firmes perspectivas de más de lo mismo
El Secretario de Seguridad Interior, Mayorkas, ha declarado enfáticamente –como si fuese Donald Trump- que “la frontera está cerrada”, para eludir su responsabilidad en esta crisis. Pero, como vimos, esto no es del todo cierto y, especialmente, todo el mundo piensa que esta Administración buenista la va a ir abriendo más y más, como prometió en campaña electoral.
Quienes afirman defender a los inmigrantes ¿no protestan contra Joe Biden?
Lo anterior, suscita otro tipo de pregunta: si esta nueva Administración está expulsando a muchas de aquellas personas –como dicen-, ¿por qué no se están produciendo las rabiosas manifestaciones progresistas que se repitieron sin descanso ante semejantes políticas adoptadas hace años –en 2017 y 2018- por el Presidente Donald Trump?
El cinismo de este tipo de activistas está quedando en evidencia … una vez más.
Otra muestra de este cinismo contra las medidas del presidente Trump, se refiere a la medida tomada por él en marzo de 2020 y conocida como Title 42, con motivo de la pandemia del Covid-19, para evitar su difusión en EE.UU.
En una orden ejecutiva, y en base a la emergencia del virus (que era bien real), Donald Trump ordenó la expulsión inmediata del país de todos los adultos descubiertos en el momento de entrar ilegalmente en EE.UU., incluso quienes vulneraran un puesto fronterizo, en las ciudades y con independencia de que pidieran o no asilo.
Esto se parece mucho a la primera medida (la de “Permanecer en México”), mencionada más arriba, pero no es lo mismo. No vale la pena entrar en más detalles.
La Administración Biden ha mantenido esta medida por el Covid, sin que nadie “haya levantado la voz”. Pero hace doce meses también se vieron protestas por este motivo, contra el Presidente Trump.
Durante enero y febrero se han duplicado las cifras totales de inmigración ilegal
No existen estadísticas, propiamente dichas, del número de personas que se cuelan en EE.UU. de modo ilegal; esas son cifras desconocidas, ya que nadie puede contarles. La estimación más usada de aquel flujo, es el número de personas que son encontradas e identificadas –por los agentes de la Border Patrol- en suelo estadounidense, cerca de la frontera, que no entraron de un modo legal.
https://www.cbp.gov/newsroom/stats/southwest-land-border-encounters
Como se aprecia en el cuadro anterior, la evolución de estas cifras oscila de uno a otro año. En 2019, por ejemplo, se produjo un serio repunte, a pesar de las medidas de Donald Trump. Este repunte fue controlado en enero y febrero de 2020, antes de la pandemia. Por eso, es más adecuado comparar las cifras de enero y febrero de 2021 con la media de tres años, 2018-2020 (que la Administración federal ha presentado de un modo homogeneizado).
Las cifras actuales, incluso son bastante superiores a las –ya altas- de 2019.
Como se ve en el cuadro, las cifras de estos meses de enero y febrero, más que duplican aquellas medias. Además, muestran una evolución rápidamente ascendente, con tendencia a que se descontrole su evolución en estos próximos meses de 2021.
Este rápido aumento de la inmigración total en enero y febrero, se está debiendo casi enteramente a ciudadanos de Centroamérica, no de México.
También se está disparando el número de menores no acompañados
El caso de los menores no acompañados (UAC – unaccompanied children), aunque numéricamente sólo constituyen una pequeña porción del total, por razones evidentes levanta mucha atención y preocupación.
Bien, pues, esta categoría también está creciendo con rapidez en estos primeros meses de 2021, desde la toma de posesión del Presidente Joe Biden (el 20 de enero).
https://www.cbp.gov/newsroom/stats/southwest-land-border-encounters
Los menores no acompañados aprehendidos en la frontera fueron sólo 3.506 mensuales, por término medio, durante los meses de octubre a diciembre de 2020 (que no aparecen en el cuadro).
En enero de 2021 ya saltó un 67%, a 5.858 menores. En febrero 2021 –con 9.457 menores-, ha supuesto un aumento de 2,7 veces (170%) con respecto al último trimestre de 2020 (bajo Trump). También en este caso, el aumento procede de Centroamérica (no tanto de México).
En este caso, la causa de su descontrol está muy clara. La Administración Biden anunció, a comienzos de enero, antes de la toma de posesión, que desde su primer día en el cargo libraría dentro de EE.UU. a todos los menores no acompañados (UAC) que entraran ilegalmente. Con independencia, también, de su condición sanitaria. Así lo ha hecho.
Para los jóvenes no acompañados el efecto llamada está siendo mucho mayor
La mayoría de estos menores acaban viviendo en EE.UU. en casa de algún familiar, de segundo o tercer grado (tíos, etc.), que ya resida en el país. Ahora bien, la tramitación de sus casos lleva una serie de semanas o de meses, durante los cuales deben estar custodiados por agencias federales estadounidenses, cerca de la frontera.
Salvo los jóvenes de 16 y 17 años, los demás menores suelen ser confiados por sus familiares en México a alguna organización de tráfico de personas, para la entrada ilegal, lo que a menudo no supone apenas garantía alguna para su seguridad durante el tránsito.
Tampoco hay que olvidar que son los padres quienes someten a sus hijos menores a todos estos peligros. La pobreza no justifica cualquier acto, como éstos.
Por lo anteriormente dicho, en estos momentos los pocos centros de acogida de menores existentes en EE.UU. cerca de la frontera están desbordados y, aunque se está negociando contratar otros, eso llevará un tiempo. La crisis humanitaria de los menores no parece que vaya a cesar a corto plazo.
En definitiva, como titula su editorial sobre el tema el Wall Street Journal, anteayer: “Las políticas de Joe Biden han incentivado que menores no acompañados entren en EE.UU. ilegalmente”.
¿Cuánto tiempo va a resistir la Administración Biden para restablecer los “derechos de reagrupación familiar” de los niños que entren ahora solos (derechos que recortó Trump), como exige el ala izquierdista del Partido Demócrata? Es probable que en no mucho tiempo se volverá a permitir la entrada legal en el país a los padres de estos niños y jóvenes … y luego a sus abuelos, claro.
Reformas legislativas necesarias pendientes desde hace años
Se sabe, desde hace mucho tiempo, que el vigente sistema de asilo en EE.UU. aporta toda una serie de resquicios legales inconvenientes y, por otro lado, atrasa la tramitación de quienes verdaderamente tienen motivos para acogerse a este programa, ya sean adultos, familias o menores.
Ahora, como suele suceder, los responsables de la nueva Administración culpan a la anterior –a la de Donald Trump- de que no se haya realizado esta reforma del sistema de asilo. Ciertamente, el Presidente Trump no logró cerrar un acuerdo con la oposición en 2018, cuando quizá tuvo una oportunidad, como expliqué en un artículo.
Ahora bien, aciertan los editorialistas del Wall Street Journal (WSJ) al decir que “el sistema de asilo está muy defectuoso desde mucho antes de que Donald Trump accediera al cargo” de presidente. Antes de Trump, Barack Obama –en 8 años-, tampoco consiguió acordar los cambios que necesita el sistema de asilo para que funcione adecuadamente.
Los editorialistas del WSJ, por otra parte, piden un acuerdo entre ambos partidos para la reforma que acabo de mencionar y, por otro lado, para facilitar la entrada temporal y organizada legalmente –con los correspondientes visados-, de temporeros para faenas agrícolas y para ciertas actividades industriales en las zonas sur de EE.UU. Los negocios agrícolas y las empresas industriales de estas áreas saldrían beneficiadas, así como quienes participaran en este programa público, desde México y Centroamérica.
¿Cómo iban los cientos de miles de emigrantes españoles a Alemania, Suiza, etc. en los años 60 y 70? Pues, prácticamente todos ellos con sus papeles en regla y acogiéndose a los programas públicos de inmigración de aquellos países, cuyas economías se encontraban en rápida expansión.
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