Tras casi una semana de intensa discusión y negociación, ninguna de las propuestas de ley sobre inmigración que se votaron en el Senado el jueves, 15 de febrero, obtuvo la aprobación del pleno de la cámara. La mejor de las propuestas bipartidistas constituía una buena transacción, a la que Trump se opuso. A partir del próximo lunes la Cámara de Representantes tomará en consideración nuevas propuestas de ley de reforma inmigración EEUU.
En honor a la verdad, en esta ocasión los senadores demócratas que promovían –junto a varios republicanos- una propuesta de ley bipartidista habían realizado importantes concesiones a los republicanos y a Trump, que éste no quiso aceptar (esperando obtener más concesiones), llamando a los senadores de su partido a votar en contra, lo que impidió la apobación de aquella propuesta de ley. La propuesta obtuvo 54 votos, quedándose corto de los 60 votos necesarios en el Senado para aprobar la mayoría de las leyes. A pesar del llamamiento del presidente, 8 senadores del GOP apoyaron la propuesta de ley. El senador republicano Mike Rounds (R., S.D.) y el senador de izquierda Angus King (I., Maine) fueron los promotores. Les apoyaban los centristas de ambos partidos.
Desde finales de enero el Presidente Trump ha definido una propuesta constituida por los siguientes 4 puntos:
— Respecto a los jóvenes inmigrantes que entraron hace pocos años en el país de forma ilegal traídos por sus padres cuando eran menores de edad –a quienes se les conoce como “dreamers” (soñadores)– el presidente formuló una oferta muy generosa. En primer lugar, amplió mucho el alcance numérico de quienes se beneficiarían. Hasta entonces se estaba hablando sólo de los 700.000 que se acogieron a un programa federal (DACA), pero Trump incluyó en el paquete a los otros 1,1 millones de jóvenes que no quisieron apuntarse al programa. Desde entonces, se consideran aquellos 1,8 millones de jóvenes inmigrantes. Todos estos recibirían la seguridad de no ser deportados a sus países de origen, riesgo que ahora pende sobre ellos. Además, se crearía un proceso administrativo que, tras 10 u 12 años, podría desembocar en la obtención de la plena ciudadanía estadounidense, siempre que no cometiesen ningún delito y algún otro requisito básico. Hasta hace muy poco tiempo, simplemente se les mantenía en un cierto limbo jurídico (bajo la ley DACA), como ciudadanos de segundo rango.
Como es sabido, son los demócratas quienes más empeño dicen tener en resolver la situación de este colectivo de jóvenes inmigrantes.
Como contrapartida, Trump demanda 3 puntos: a) financiación para ampliar y renovar el muro existente en la frontera con Méjico, y dos modificaciones del sistema general de inmigración legal en el país (no solo para los dreamers): b) recorte de la reagrupación familiar, y c) supresión del sistema de lotería de visados.
— De modo un tanto llamativo, aquellos senadores demócratas aceptaron presupuestar la financiación referente al muro, fijándose en 25.000 M$ a lo largo de un periodo de 10 años. Además de la construcción propiamente dicha, aquel presupuesto se destinaría también a las medidas de vigilancia electrónica de la frontera y a la ampliación de personal contemplada, referida a jueces especiales y a agentes de frontera.
Las dos siguientes modificaciones del sistema general de inmigración, pedidas por Trump, no fueron aceptadas por los promotores de aquella propuesta de ley bipartidista presentada en el Senado.
— Mecanismo de reagrupación familiar.- La legislación vigente permite a los ciudadanos originarios de otros países obtener el permiso de residencia (green card) en EE.UU. de su cónyuge, todos sus hijos y sus cónyuges si los hubiera, sus padres y sus hermanos. Quienes en EE.UU. ostentan la tarjeta verde (permiso de residencia permanente) pueden conseguir el reagrupamiento de su cónyuge, sus hijos menores de edad y sus hijos solteros de cualquier edad. La Administración Trump se propone reducir el reagrupamiento –tanto de quienes alcancen la ciudadanía, como de los titulares de la tarjeta verde- a los dos siguientes tipos de familiares: el cónyuge y los hijos menores de edad. Quienes lleguen a ser ciudadanos no podrán solicitar el reagrupamiento de los padres, hijos mayores de edad y hermanos.
Según ONGs partidarias de los inmigrantes (como la Migration Policy Institue), esta medida reduciría la cifra anual de inmigración (legal) en una tercera parte, aunque este cálculo -sobre la reforma inmigración EEUU- podría ser exagerado.
La única concesión que aquellos demócratas están dispuestos a hacer a Trump en este punto, restringiría la entrada de unas 26.000 personas al año. Quedarían sin reagrupación familiar los hijos mayores de edad de los “dreamers” en tanto no alcancen éstos la ciudadanía. Trump lo considera muy insuficiente.
— Sistema de concesión anual de visados por lotería.- Está vigente desde hace varios años, a iniciativa de Obama, y se relaciona con una circunstancia algo difícil de entender: se concede a los peticionarios de visado –una vez verificados de forma positiva sus antecedentes- originarios de aquellos países que cuentan con menos inmigrantes (legales) en EE.UU. Se le llama visados de “diversidad”; otra suerte de cupo. Su número es de 50.000 al año. La actual Administración ha aclarado que aquella cifra se seguiría concediendo, pero eliminando el sistema de lotería (suerte), sustituyéndolo por la selección de aquellos peticionarios que reúnan unas condiciones de formación más apropiadas para las necesidades de la economía estadounidense, con independencia de su país de origen.
A la hora de evaluar estas propuestas, hay que tener en cuenta que Donald Trump llegó a la Casa Blanca con la promesa formulada de modo claro a los votantes de extender el muro con Méjico y recortar el número de inmigrantes a EE.UU., tanto de los ilegales como de los legales.
También se sometió a votación en el Senado anteayer una propuesta que reflejaba íntegramente el plan de Trump, pero cosechó un apoyo muy reducido: únicamente 39 votos a favor y 60 en contra, incluidos 14 republicanos.
Diversos senadores republicanos han recordado estos pasados días que el fortalecimiento de la economía es uno de los requisitos para que Estados Unidos conserve su posición de superpotencia y que para ello el crecimiento natural de la actual población del país no es suficiente; un cierto mínimo de inmigración legal es imprescindible.
La última vez que se intentó reformar ámpliamente las leyes de inmigración fue hace cinco años (2013), bajo Obama; tampoco prosperaron. Este es uno de los temas que levanta más pasiones en el país: reforma inmigración EEUU. Actualmente, el acercamiento que ya se ha producido entre los senadores de ambos partidos hubiera permitido el éxito de la reforma. Ojala que se consiga en la Cámara Baja, aunque luego el proyecto aprobado debería ser aceptado en el Senado. Para ello, Trump debería mostrar sus autoproclamadas dotes de negociador, calculando bien hasta donde puede apretarse en cada momento. Si no cede algo ahora, muy difícilmente va a conseguir en otra ocasión los 25.000 M$ para completar el muro en la frontera sur.
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