Indígenas de California
“A diferencia de la frontera Anglo-Americana en Norteamérica, que en gran medida excluía a los nativos [de sus nuevas comunidades y centros de población], España procuraba incluirlos en las sociedades de su nuevo mundo”. Esta afirmación del historiador estadounidense David J. Weber señala con acierto un factor diferencial esencial sobre la colonización española de muchas de las tierras del actual territorio de EE.UU. y, en concreto, sobre la cuestión de la evolución histórica de la población indígena en las tierras del actual estado de California. (The Spanish Frontier in North America. Brief Edition. David J. Weber. Yale University. 2009. Pág. 10)
Las estimaciones de la población total de los indios americanos en el actual territorio de California, por parte de investigadores estadounidenses, muestran que fue en el corto periodo de veinte años (de 1845 a 1865) -casi todo el tiempo bajo dominio estadounidense- cuando se produjo la mayor contracción del número de indígenas: de unos 150.000 a 27.500. Esto es, la disminución fue de unas 6.125 personas por año.
Por el contrario, en los 51 años de dominio español (1770 a 1821) y los 24 de mexicano (1821 a 1845 -teniendo en cuenta la estadística disponible-), la población cayó -a lo largo de ambos periodos- de unas 300.000 personas a la mitad, unas 150.000. El ritmo anual de caída fue de unas 2.000 personas al año. Tres veces menos que en el otro periodo, bajo EE.UU.
Esto se podrá observar con claridad en el gráfico y en el cuadro, colocados más adelante.
El anterior fenómeno puede expresarse también del siguiente modo. En los casi 20 años de poder de EE.UU. la población indígena total se contrajo 5,45 veces (de 150.000 a 27.500). Durante el periodo mucho más largo de control hispano y mexicano (unos 75 años), la disminución fue de 2 veces, esto es, a la mitad -de 300.000 a 150.000-.
Fuente: Elaboración propia.
Datos: The Population of the California Indians. Brief Edition. 1769 – 1970. Sherburne F. Cook. Univ. of California Press. 1976
El historiador estadounidense Sherburne F. Cook (The Population of the California Indians. Univ. of California Press. 1976. Pág. 44), refiriéndose al subperiodo decenal 1845 – 1855, dijo que “rara vez una población nativa [en cualquier otra parte] ha sido diezmada de un modo tan catastrófico”.
Bien es cierto que el Sr. Cook también opinaba que “la penetración hispano-mexicana … había traído calamidades a todos los habitantes [indígenas] del estado, excepto a los que vivían en zonas montañosas remotas …” (pág. 199).
Si alguien alberga dudas respecto cuál de las dos influencias consideraba el Sr. Cook más nociva, él nos saca de dudas. “El deterioro [hispano-mexicano] fue enormemente agravado por la invasión de los americanos”, esto es, de los estadounidenses (pág. 199).
Por otro lado, ha de tenerse en cuenta que fue ante todo en la fase inicial del contacto de los colonos españoles con los nativos de la costa de California, cuando tuvo que tener lugar la mayor mortandad debido a la transmisión de las enfemedades infecciosas procedentes del Viejo Mundo. Cuando, a partir de 1848, se intensificó la llegada de estadounidenses, muchos colectivos de indios debían haber desarrollado su inmunidad contra aquellas enfermedades. Esto es, que un mayor porcentaje de sus muertes en esta segunda fase debieron deberse a causas distintas a las enfermedades.
El libro de Sherburne F. Cook sigue siendo la obra básica para el periodo
La obra arriba citada del historiador Sherburne F. Cook, sigue siendo la principal fuente sobre la población indígena del territorio del actual estado de California, referido a los años anteriores a los Censos decenales que viene realizando la Administración federal, en este estado, desde 1860. Y ello a pesar de que su estudio se publicó hace casi medio siglo: 1976.
Apoyándonos ya en datos censales, se puede comprobar que la población indígena de California continuó reduciéndose en los años posteriores a 1865 -si bien, muy lentamente-, alcanzando un mínimo en 1900, con tan sólo 15.377 personas, esto es, únicamente el 5% del número de indios existentes antes de la llegada del hombre blanco, esto es antes de 1769: unos 300.000.
Cuando España pierde la soberanía sobre California en 1821 -en favor de México-, la población india tuvo que ser bastante superior a 150.000 personas.
La reducción del número de indígenas bajo los españoles. 1769 – 1821
Es un hecho que la población californiana de indígenas en este primer periodo de contacto con los europeos experimentó una muy fuerte reducción.
La obra de Sherburne Cook alcanza la conclusión, teniendo en cuenta diversos otros estudios anteriores, de que la población indígena preexistente a su contacto con los europeos – esto es, las que existían en las décadas y en el siglo anterior a 1769- debió haber sido de unas 300.000 personas. Este es el valor de partida.
No conozco ninguna buena estimación de los indios que vivían en el territorio californiano en torno a 1821, cuando México se hizo cargo de California. Ya que unos veintitantos años después -en 1845- la cifra se ha estimado en 150.000 individuos, está claro que en 1821 la población india tuvo que ser bastante superior a aquella cifra.
De hecho, empleando hacia atrás el ritmo de disminución demográfica que mencionamos más arriba (unas 2.000 personas por año), cuando España perdió la soberanía sobre California, en 1821, la población debió ser de unos 195.000 indígenas. Esto representa una reducción (105.000 personas) de, aproximadamente, el 35% de la cifra original de población indígena.
Nadie puede negar que esto no supusiera una catástrofe demográfica (humana), pero del mismo modo nadie puede obviar que una caída del 35% (a lo largo de los 50 años de dominio español) fue muy inferior a la producida en casi todas las demás zonas del continente americano (norte, centro y sur), donde la contracción demográfica se situó, finalmente, entre el 80% y el 95% (obra de Sherburne F. Cook, pág. xvi). A estos resultados se llegaron, aproximadamente, al siglo de la llegada de los europeos en números de cierta consideración. La presencia española en California fue más corta, como de la mitad de dicho periodo de tiempo.
Y, referido concretamente a las zonas del nuevo país -EE.UU.-, conquistadas por los anglosajones (la creciente franja costera atlántica y, luego, el centro del país -el Midwest-), el grado de contracción de la población indígena se situó entre el 95% y el 100%. Esto es, se produjo prácticamente su aniquilación.
De hecho, según el Censo nacional de población de 2010, los indígenas y esquimales de Alaska (American Indian and Alaska Native) no suponían más que el 0,95% de los habitantes de EE.UU. (Ver la Table 1).
Por el contrario, en el vecino México, donde los españoles dominaron durante 300 años (1521 – 1821) -pero no los anglosajones-, su actual población indígena oscila en torno al 10% del total. En Perú, dicho porcentaje es casi del 30%, según el censo de 2017. En Colombia, del 3,4% en 2005.
Por consiguiente, con cierta simplificación, puede asegurarse que donde gobernaron los españoles en el continente americano, subsistió una considerable población de origen indígena (sin contar los de procedencia africana). Si bien es cierto que habría que considerar el comportamiento del poder de los criollos, tras la salida de los españoles, que en ocasiones esquilmaron extremadamente a los nativos y puede haber reducido su número en la actualidad.
Donde fueron los anglosajones quienes dominaron un territorio -como en EE.UU.-, los indígenas casi quedaron extintos.
¿Cómo se atreven los estadounidenses a tratar de darnos lecciones a los españoles respecto a cómo tratar a los indígenas?
La hipocresía de los profesores universitarios y periodistas buenistas de aquel país, resulta intolerable. Es a sus antepasados, a quienes deberían culpar de las matanzas intencionadas y del casi exterminio de los indígenas.
Incluso en el interior de Estados Unidos en la actualidad (Censo de 2010), cuatro de los cinco estados que cuentan más indígenas, son aquellos en donde España estuvo presente entre medio y casi dos siglos: California (362.800), Arizona (298.500), Nuevo Mexico (193.200) y Tejas (171.000). El otro estado es Oklahoma, donde la presencia histórica de España existió, pero fue muy débil; su cifra es de 321.700 personas.
Sólo por curiosidad: el número total de indígenas censados en 2010 en EE.UU. fue de 2,9 millones, incluidos los originarios de Alaska (que eran 105.000).
(Nota: las anteriores cifras se refieren a aquellas personas que se declaran de origen exclusivamente indígena –“Alone”-, en el Table 2. Pero esta clasificación no varía en su orden si se tomasen en cuenta también a quienes se declaran de origen indígena y de alguna otra raza o razas: “Alone or in combination”)
Causas de la contracción demográfica durante el periodo español
Como expuse con cierta extensión en un artículo de septiembre de 2018: “Nadie de quienes han estudiado este fenómeno niega que las enfermedades importadas involuntariamente [como la viruela] fueron, con gran diferencia, el principal motivo de las muertes generalizadas que se produjeron en el conjunto del continente americano cuando sus habitantes originarios entraron en contacto con los europeos”.
Ha de recordarse que las personas españolas militares y colonos no fueron las únicas en trasmitir las enfermedades infecciosas procedentes de Europa. Animales bovinos y -sobre todo- porcinos fueron grandes transmisores de dichas plagas: ¿también ellos tenían intención de acabar con los indios californianos?
Prosiguiendo con mi artículo de septiembre de 2018: “A pesar de esto, el buenismo de profesores, estudiantes universitarios y periodistas -sobre todo, de izquierda- de EE.UU. hace que cada 12 de octubre se siga invocando “el genocidio americano” o el “genocidio español”, lo que supone una manipulación de la verdad histórica. Ni españoles, ni británicos, ni franceses difundieron intencionadamente aquellas enfermedades, luego el término “genocidio” resulta totalmente inapropiado, una mentira, acorde con la Leyenda Negra contra España”.
Los profesores políticamente correctos de EE.UU. de vez en cuando citan, de un modo impreciso, las “duras condiciones de vida” de los indios en las misiones como una de las cusas de su alta mortandad. Pero nunca se han atrevido a efectuar una estimación sistemática. En los varios escritos por mí consultados, no he encontrado ni un solo intento de cuantificar las muertes por la “crueldad” de los frailes.
Cosa muy distinta, que no abordo en este artículo, son los castigos corporales (principalmente latigazos) aplicados a los indios en las misiones, práctica empleada por todos los conquistadores europeos y musulmanes durante siglos. No obstante, no hay constancia de muertes por este motivo y, mucho menos, de un gran número de muertos.
En todo caso, dicho intento a atribuir a la brutalidad española un elevado número de muertes, remite a una cuestión central. ¿Contaron los españoles con medios para someter a los indígenas de las costas, que fue la única zona en que se instalaron las misiones?
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Otro artículo sobre este asunto:
Impacto histórico de los europeos en la salud de los indios de América. No hubo un genocidio español
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¿Dominaron por la fuerza los españoles al conjunto de los indígenas californianos?
Como expliqué en un anterior artículo: “Sherburne F. Cook, cifró en alrededor de 60.000 el número de indios que vivían en 1769 en la zona costera, entre San Diego y San Francisco”, esto es, a lo largo de casi 1.000 km de costa. Los guerreros no serían menos de 12.000. La cifra por él estimada para la población indígena de la zona costera, anterior a la colonización española, aparece en la pág. 42 de la obra citada de Sherburne Cook, y era en realidad de 64.500 personas,
Unos 25 años después, “en 1794 … la guarnición española total (incluidos los oficiales) era de únicamente 218 efectivos en Alta California”.
Y el número de frailes en aquel año ¿cuál era?: unos 35. ¡Una cifra aterradora! A razón de dos frailes en cada una de las 14 misiones puestas en marcha hasta 1794.
También es preciso tener en cuenta a los colonos españoles (o los procedentes de Nueva España -ahora México-), quienes -como en toda zona de frontera- disponían de armas y estaban dispuestos a usarlas en su defensa. Su número no pasaría de 1.500, unos 110 en torno a cada una de las 14 misiones fundadas. De ellos, los hombres en edad de empuñar las armas serían no más de 500 colonos.
Resumiendo: 218 militares españoles, 35 frailes y unos 500 colonos, frente a unos 12.000 guerreros indios, en 1794. Esto es, 753 españoles frente a 12.000: una relación de 1 a 16 combatientes.
¿Cuál es la única conclusión a la que puede llegarse? La posibilidad de dominarles exclusivamente por la fuerza, era nula.
¿Quién dominó por la fuerza a los indígenas del interior y norte de California?
El intento de endilgar a la brutalidad de los españoles -y no sólo a las enfermedades- la retracción del número de indios en todo el (actual) territorio de California, es totalmente insostenible y escandaloso.
Está más que de sobra documentado que el establecimiento de instalaciones españolas, como los presidios (fuertes militares) y misiones, así como los pueblos formados por los colonos españoles (y mexicanos de Nueva España) se limitó a la franja a lo largo del Pacífico. Esta franja costera casi nunca superó una anchura de 70 km, como entre la Misión San Gabriel y la costa en Santa Mónica, junto a Los Angeles.
Pero todo a lo largo del estado de California, su anchura es de entre 450 km y 600 km.
Además, los asentamientos españoles apenas superaron por el norte la bahía de San Francisco: una misión en Sonoma (valle vitivinícola de Napa, al sur de la ciudad de Santa Rosa) y otra en San Rafael (al norte, hoy, del puente Golden Gate). Pero California se extiende otros 640 km más al norte de dicha bahía, algo que nos suele pasar inadvertido.
Territorio de California (San Diego está en la costa, un poco más al sur)
La bahía de Monterrey está junto a la ciudad de Salinas
Por consiguiente, el territorio colonizado por España se limitó a menos del 15% de la superficie total del estado.
En términos de población indígena originaria -anterior a 1769-, sólo el 22% habitaba en la franja costera, no más al norte de San Francisco.
De acuerdo a Sherburne Cook (págs. 42 – 43 de su obra citada), de los 300.000 indígenas que vivían en el actual territorio de California, únicamente 64.500 lo hacían en la zona de las misiones franciscanas. Por tanto, 235.500 indígenas se encontraban fuera del área de las misiones y los presidios (los fuertes).
Como se observa fácilmente en el mapa de arriba, la principal zona agrícola del estado se sitúa en el interior -lejos de la costa-, en disposición norte–sur, a lo largo de lo que ahora se denomina Valle Central, de unos 700 km de longitud y unos 100 km de ancho. Todo este valle está actualmente en explotación agrícola, pero en sus lindes exteriore siguen abundando los robles, de los que los indios se aprovisionaban de bellotas (acorns).
Más al este del Valle, a lo largo de Sierra Nevada (que ahora comprende los Parques Nacionales Yosemite y Sequoia) y sus estribaciones, la densidad de indígenas era menor a la del Valle, pero no estaba deshabitada ya que abundaba la caza menor y mayor y en sus ríos había pesca.
¿Cómo explican los indigenistas estadounidenses la caída demográfica entre aquel aproximadamente 80% de la población indígena -fuera de todo control de los españoles-, más allá de las enfermedades procedentes de Europa? No lo hacen.
Razones de la más rápida caída bajo el poder de EE.UU.
El investigador Sherburne Cook se centró en la cuantificación de los indígenas en cada periodo de la historia de California (antes de los censos), pero no abordó la cuestión de los factores que provocaron su fuerte caída.
No obstante, como era inevitable, mencionó la catastrófica incidencia de las enfermedades contagiosas que viajaron al Nuevo Mundo con los descubridores españoles (y en sus animales domesticados) y que luego entraron con los franceses, británicos y holandeses.
El efecto de estas enfermedades, como ya dijimos, no suele dejar de actuar en tan sólo 50 años (los de dominación española); suele llevar más tiempo la completa inmunización de un amplio colectivo. Con mucha probabilidad, las muertes por enfermedades siguieron produciéndose con intensidad en los veintitantos años mexicanos y, también, bajo el poder de EE.UU. a partir de 1848.
Pero la cuestión decisiva es, ¿por qué se aceleró tanto el ritmo de mortandad a partir de, aproximadamente, 1845?
A falta de un tratamiento sistemático de los factores que determinaron la fortísima caída del número de indígenas entre 1845 y 1865 -cuya realidad numérica precisó Sherburne Cook-, ya que desconozco si existe un estudio sistemático, deberé referirme a aspectos parciales.
1) Consideración legal de los indígenas, en las leyes españolas y en las estadounidenses.
2) Práctica -suponemos que no universal- por parte de colonos estadounidenses del asesinato de los indios y el secuestro y esclavización de sus hijos.
3) Repercusiones de la Fiebre del Oro en la fuerte caída del número de indígenas.
1) Las Ordenanzas (Leyes) de Burgos, de fecha tan temprana como 1512 (veinte años tras el primer viaje de Cristóbal Colón), “fueron las primeras leyes que la Monarquía Hispánica dictó para su aplicación en las Indias o el Nuevo Mundo o América en las que abolió la esclavitud indígena y organizó su conquista … para el gobierno de los naturales, indios o indígenas y que fueron el resultado de la primera junta de teólogos y juristas … [proclamando] que el indio tenía la naturaleza jurídica de hombre libre con todos los derechos de propiedad, que no podía ser explotado pero como súbdito debía trabajar a favor de la corona ”. Las Ordenanzas “se consideran como la [primera] precursora de la declaración de los Derechos Humanos [de 1948] y del Derecho internacional.”
Por mucho que se rebuscase en la legislación británica de la época y, más tarde, en la de los Países Bajos independientes, jamás se encontraría ninguna disposición ni mínimamente cercana a la de España en relación a los indígenas. Para cubrir este vergonzoso vacío, Gran Bretaña y Países Bajos se inventaron la Leyenda Negra en contra de España, que constituyó uno de los primeros grandes éxitos de la propaganda política, entendida como manipulación de la verdad.
Regresando a mi artículo indicado al comienzo de este apartado, veremos el contraste con las formulaciones jurídicas estadounidenses. “Los Padres Fundadores de Estados Unidos [¡de finales del s. XVIII!], George Washington, Thomas Jefferson, John Adams, Benjamin Franklin y los otros, aunque fuese por omisión, dieron por buena la expansión hacia el oeste que los colonos [estadounidenses] ya habían realizado motu propio”.
“Respecto al futuro, los Padres Fundadores trataron a los indígenas en sus documentos fundacionales como “naciones extranjeras” (foreign nations), a las que no hacía falta indemnizar por las tierras que se les arrebatara, por las malas o por las peores”.
En definitiva, las normas jurídicas de EE.UU. (a pesar se referirse a unos 3 siglos posteriores a las primeras Ordenanzas de la Corona de España) no suponían un freno de consideración que pudiesen frenar con cierta eficacia la crueldad de los colonos hacia los indígenas.
Esclavización por parte de los colonos anglosajones
2) Por falta de mejores referencias, voy a echar mano de un libelo de un periodista de origen mexicano -Elias Castillo-, que en 2015 publicó en EE.UU. el libro A Cross of Thorns – Una cruz de espinas- (Craven Street Books), quien no deja de repetir que los españoles cometieron un genocidio y otras falacias análogas. Sobre todo, me referiré a la bibliografía por él citada.
A pesar de su evidente tergiversación histórica antiespañola, cuando llega a tratar sobre la entrada de los colonos de EE.UU. en la costa oeste se ve obligado a precisar lo siguiente: “Durante los 1850s, siendo ya California un estado de la Unión, el trato a los indios alcanzó su nivel más bajo” (pág. 197-198). Aquellos indios “fueron secuestrados y vendidos como esclavos, del mismo modo como sucedía con los esclavos africanos en las plantaciones del Sur”.
Evidentemente, ni si quiera un difamador como Elias Castillo pudo mencionar en su pasquín un sólo caso en que los frailes franciscanos u otros españoles vendieran como esclavos a indios de California. Pero esto no le impidió dar el siguiente subtítulo a su escrito: “La esclavización de los indios de California por las Misiones españolas”.
Al mismo tiempo, como muestra de su coherencia, Elias Castillo no ha hecho aparecer los términos “esclavo” o “esclavitud” en el índice temático de su libelo; ¿qué iba a escribir sobre ellos? Sólo lo hace aparecer en la portada, en el subtítulo, a modo de proclama indigenista, tan a la moda entre los profesores de las universidades progresistas californianas (Berkeley, etc.), como un rostro más de lo políticamente correcto en el mundo académico y mediático.
El escritor estadounidense James J. Rawles, en la pág. 95 de su libro Indians of California. The Changing Image (Univ. of Oklahoma Press.1984) expone lo siguiente:
“Amparándose en las disposiciones sobre el aprendizaje de las leyes de 1850 y 1860 [para la administración y protección de los indios], se estaba llevando a cabo el secuestro y venta de indios -en particular jóvenes mujeres y niños– como un negocio regular en California”. Esos indios eran “vendidos como ¨aprendices¨ a granjeros, ganaderos y mineros blancos”. “George M. Hanson, Superintendente de Asuntos de los Indios en California, en su informe de 1861 informaba de que grupos de hombres … estaban secuestrando niños indígenas en las zonas de frontera … vendiéndoles virtualmente como esclavos”.
Por su parte, el indigenista de origen mexicano Elias Castillo, añade (pág. 199): Aquella ley permitía que “niños [indios] fueran cedidos por sus padres para su adiestramiento como ¨aprendices¨, previo consentimiento de aquellos”. Pero, en la práctica, “sirvió como licencia para que los secuestradores primero asesinaran a los padres [indios], se hicieran con los hijos y pretendieran haber obtenido la autorización de los padres”.
En honor a la verdad, hay que decir que en 1863 se derogaron las disposiciones sobre aprendizaje de aquella ley, que habían permitido tantos atropellos.
Repercusiones de la Fiebre del Oro
3) El propio historiador estadounidense Sherbune F. Cook (en su obra arriba citada), aunque no desarrolla las razones de la casi desaparición de los indígenas en California en el periodo 1845 – 1865, lo que si hace es referirse a que dichos años coinciden en gran medida con los del fuerte fenómeno migratorio de mineros de fortuna a las montañas de California, al que se suele conocer como la Fiebre del Oro.
Recordemos que entre, aproximadamente, 1845 y 1865 la población indígena en California se diezmó de unas 150.000 personas, a unas 27.500.
Hay documentos de mediados del s. XIX que atestiguan que se organizaron, de modo más o menos espontáneo, milicias populares que llevaban a cabo la persecución y ejecución de nativos. Las autoridades estatales, que debían conocer estos hechos, apenas actuaron para impedirlos.
Otros testimonios de aquella época muestran que los poderes del estado de California privilegiaron casi siempre los intereses de los mineros y ganaderos estadounidenses, frente a los de los indios, haciendo más difícil sus condiciones de vida.
El primer Gobernador de California
El primer Gobernador de California, Peter H. Burnett (1849 a 1851), días antes de dejar el cargo el 9 de enero de 1851, expresó que “es previsible que una guerra de exterminio vaya a continuar entre las dos razas [los indígenas y los blancos], hasta que la raza india se extinga. Aunque sólo podemos contemplar ese resultado con doloroso pesar, el destino inevitable de dicha raza queda fuera del alcance del poder y sabiduría humanas”.
A partir de dicho estado de ánimo o posición de fondo, no es difícil imaginar las decisiones que pudieron haber tomado éste y los siguientes gobernadores del estado de California.
Quien encuentre una alocución análoga de alguno de los gobernadores españoles de Alta California o de cualquier otro territorio colonizado entonces por la Corona de España, por favor, comuníquemelo y hágalo público. Sería una primicia. Es de agradecer la sinceridad del Sr. Burnett.
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Magníficas sus obras de investigación y de exposición. No tan buena su difusión, porque algo tan importante y tan bien investigado, debería de ser conocido por millones de personas.
Muchísimas gracias, señor Jaso.
Un respetuodo saludo.
Estimado Julio:
Agradezco mucho su amable comentario. Frente a la avalancha de tergiversaciones históricas que nos ha tocado soportar, hasta hacerse insoportable, creo que no podemos quedarnos con los brazos cruzados pero manteniendo un mínimo nivel intelectual y practicando una exposición rigurosa y documentado de lo que defendemos: la verdad histórica y el orgullo de lo que España y Occidente han hecho bien, que no ha sido poca cosa.
Reciba un cordial saludo,
Gustavo Jaso
Estimado Julio,
Esta claro que nos quieren borrar de una historia tAN maravillosa.
es pura envidia y lo peor es que no parece importar la verdad de las cosas.
GRACIAS!!!!!
Estimado Paul:
Gracias por tu amable comentario. Está claro que todos los pueblos que han conquistado a otros, desde los antiguos egipcios hasta hoy en día, han incurrido en errores y -de vez en cuando- han cometido algunas barbaridades, de las que nadie puede estar orgullosos. Aparte de esta constatación universal, los logros de los españoles fueron excepcionales y su valor y -muy a menudo- generosidad fueron dignos de resaltar y reconocer.
Recibe un cordial saludo,
Gustavo Jaso