El panorama de candidatos demócratas va despejándose
El proceso de primarias de los demócratas para 2020
El panorama de los candidatos demócratas va despejándose
A la vista de cómo está el patio desde 2016 en la política de EE.UU., casi todos los comentaristas están teniendo la prudencia de recordarnos que, a diferencia de elecciones presidenciales anteriores, nadie puede tener ahora gran certeza de qué es lo que vaya a suceder en los comicios del próximo 3 de noviembre. Tampoco pueden ser descartadas posibilidades que antes hubieran sido impensables.
Yo, me atengo también a análoga actitud de prudencia, pero hay que mojarse un poco para poder decir algo.
Dicho lo cual, no obstante, tras haberse celebrado los –caóticos y desastrosos- caucus de Iowa (el 3 de febrero) y las primarias en Nuevo Hampshire (el 11 de febrero) ya pueden extraerse algunas conclusiones y arriesgar algunas predicciones sobre la situación y el futuro de los precandidatos del Partido Demócrata.
Recordemos que el calendario de primarias de los demócratas no concluirá hasta el día 7 de junio y, a mediados de julio (del 13 al 16), tendrá lugar la Convención Nacional Demócrata, en la ciudad de Milkaukee (Wisconsin).
Pero, mucho antes de la convención, –como decimos en España- todo el pescado debería estar vendido, habiendo destacado ya un único precandidato que sería refrendado por la asamblea, sin ninguna dificultad. Y ¡ay de los demócratas! si eso no ocurriera y fueran dos los precandidatos que llegasen a la Convención en Milkaukee.
A una situación como la descrita, los estadounidenses la denominan una convención dividida (divided) y tratan siempre de evitarla a toda costa, porque existiría el peligro de crear o agudizar una profunda división en el partido, que recortaría drásticamente las posibilidades del candidato oficial que saliera de la convención.
Pues, como veremos más adelante, este año existen no pocas posibilidades de que sean dos los precandidatos que se presenten ante la convención nacional demócrata. La preocupación del establishment, es patente.
A) Lo que es bastante probable que ocurra, visto lo visto
El cuadro de abajo sintetiza la situación de las primarias de la izquierda, al día 18 de febrero.
Como se observa, por el momento, los precandidatos moderados han obtenido más delegados que los radicales: 35 a 29.
1.- Bernie Sanders
Bernie Sanders
El senador por Vermont, de 78 años, auto declarado socialista, que ya en 2016 se enfrentó a la candidata del establishment Hillary Clinton, está consolidando su base de incondicionales por todo el país. Sanders parece en condiciones de encabezar el ala más radical de los demócratas durante todo el proceso de primarias.
2.- Elizabeth Warren
Elizabeth Warren
La también senadora (por Massachusetts), ha recibido muestras de ser poco apreciada por los activistas más extremos del Partido Demócrata, perdiendo posiciones frente a Bernie Sanders, a quien ven más “auténtico”, frente a las artimañas que ha empleado la senadora durante años. Por ejemplo, su jugada de pretenderse descendiente de indígenas (pieles rojas) para así beneficiarse de la discriminación positiva que se aplica en las universidades, donde ella era profesora, ayudándole a trepar hace años. Las tribus de pieles rojas del país acabaron por repudiarla, por oportunista.
Las propuestas electorales de la senadora son de las más extremistas que se han conocido nunca en una elección en EE.UU. Quiere reinventar –esto es, hundir-, el sistema capitalista.
Las grandes empresas, concretamente, serían convertidas en una especie de organizaciones económico-sociales, entregadas al programa buenista de la senadora Warren: sobrecontratación de empleados transexuales, homosexuales y toda esa letanía, relegamiento de los directivos masculinos mediante cupos feministas –por imperativo legal-, abandono de los combustibles fósiles (porque sí), mecanismo de cogestión empresarial (concediendo asiento a los empleados en el consejo de administración, aunque no sean accionistas), total apoyo a la práctica del aborto de sus empleadas, relegación de los directivos y empleados no progresistas … ad infinitum..
Claro que lo mismo puede decirse de los proyectos del senador Bernie Sanders. Ambos son competidores directos.
3.- Joe Biden
Joe Biden
Quien fuera vicepresidente durante los dos mandatos de Barack Obama, ha sido siempre un personaje de la izquierda moderada. Aunque, nunca antes los dirigentes demócratas centristas (como Biden) habían hecho suyas algunas posiciones tan radicales como ocurre ahora, bajo la intensa y constante presión del ala izquierdista que se ha creado entre los demócratas.
En adelante, nos estaremos refiriendo a este híbrido cuando hablemos de “políticas moderadas”.
Buena parte del establishment demócrata ha venido respaldando a Joe Biden con el propósito de que atrajera en noviembre el voto de la izquierda moderada, sin el que seguramente perderían los comicios.
Pues bien, Biden no ha ganado por ahora la confianza de quienes participan en las primarias (que son una minoría, activista), lo que se interpreta como un serio revés que posiblemente vaya a repetirse en otros estados. Todavía es pronto para descartarle, pero sus posibilidades han decrecido intensamente.
Es probable que la maniobra del impeachment contra Trump que pusieron en marcha los congresistas demócratas, al sacar a la luz la corruptela del hijo de Joe Biden en Ucrania, le haya perjudicado -como ya advertimos muchos-, saliéndole el tipo por la culata.
Su hijo, Hunter Biden, cobraba 50.000 US$ al mes como consejero de una importante empresa gasista ucraniana (Burisma), siendo así que lo desconocía todo sobre la energía. Casualmente, eso ocurría cuando Joe Biden era vicepresidente de EE.UU., encargado de las relaciones con Ucrania …
Todos han considerado que uno de los puntos fuertes de Joe Biden era sus posibilidades para poder derrotar a Trump en las elecciones. Pero, como se ha repetido estos días, “¿cómo va Biden a ganar a Trump si no ha logrado ponerse por delante del joven e inexperto exalcalde de una pequeña ciudad (South Bend, Indiana), Pete Buttigieg?”
4.- Pete Buttigieg
Pete Buttigieg
Buttigieg ha sido el gran vencedor del sector moderado en ambos estados, colocándose por delante del radical Bernie Sanders y a mucha distancia del ex vice presidente Joe Biden (que ha quedado cuarto).
La pequeña ciudad (South Bend) de la que fue alcalde, cuenta con tan sólo 100.000 habitantes. Esta es su única experiencia como político y administrador de la cosa pública. Dicho con otras palabras, adolece de una gran inexperiencia.
Esta circunstancia y su corta edad, 38 años, hace inverosímil que pueda alzarse con la condición de candidato oficial del Partido Demócrata.
Está viviendo su periodo dorado, que podrá prolongarse bastantes semanas más, pero tendrá que abandonar.
A lo anterior se une su declarada homosexualidad, lo que lleva a muchos comentaristas a preguntarse: ¿Puede, hoy en día, ser presidente un homosexual?
Desde luego, Buttigieg no lo va a ser, este año. Y ello, a pesar de que sus propuestas son moderadas, al compararlas con las del ala izquierdista del Partido Demócrata.
Queda por intentar dilucidar qué es lo que están expresando los votantes demócratas (de las primarias) al respaldar a alguien como Buttigieg. La respuesta más convincente, parece ser un mensaje de desconfianza hacia el establishment demócrata.
Todo el mundo sabe que, hasta estas dos primarias, Joe Biden ha sido el candidato del establisment demócrata, como Hillary Clinton lo fue en 2016.
Además, no hay que olvidar, ni por un minuto, que la sociedad estadounidense continúa en modo de insubordinación frente a los aparatos políticos establecidos. El fulgurante ascenso de Trump en 2016 (y sus posibilidades actuales) responden a este estado de ánimo, como sucede con la fuerza de otro precandidato anti establishment: Bernie Sanders.
El establishment de un partido político
Cuando hablamos en EE.UU. del establishment de un partido nos estamos refiriendo, para ser breves, al conjunto de los senadores y congresistas de ese partido en el Capitolio y en los congresos de cada estado. También a sus gobernadores de los estados, a sus principales alcaldes y a los altos cargos de la Administración federal (nacional): los secretarios (equivalentes a ministros) y otros altos responsables del gobierno. También a los estrategas del partido en cada región del país.
Aunque formalmente estén fuera de los límites de un partido, los principales donantes y los más influyentes periodistas y presentadores de TV, son en realidad también integrantes del establishment, incidiendo en el curso que vaya a tomar el partido político en cuestión.
5.- Amy Klobuchar
Amy Klobuchar
Esta senadora por Minnesota, con trece años de experiencia (desde 2007), trabajó anteriormente de abogada para grandes empresas y fue fiscal de un condado. Está casada y tiene una hija.
Es una persona moderada, tanto por su carácter como por sus propuestas políticas.
En cuando a los delegados ya adjudicados en las primarias (ver el cuadro de arriba), la senadora Klobuchar está casi empatada con la senadora –de orientación radical- Elizabeth Warren: 7 frente a 8.
Para la senadora progresista esto está siendo un mal resultado; lo contrario que para la senadora Klobuchar, quien está pasando por un tránsito dulce, al alza, que esperamos que se prolongue todo lo posible, realzando su posición en el plano nacional, de cara al futuro.
No obstante, casi ningún analista considera factible que este serio y responsable personaje pueda mantenerse hasta la convención nacional. O, dicho de otro modo, tras el pinchazo –por ahora- de Joe Biden (el vicepresidente de Obama), el aparato demócrata no parece considerar a Amy Klobuchar como un reemplazo adecuado, hacia el que volcarse.
Hablando de Klobuchar hay que recordar lo siguiente. En octubre de 2018, diez senadores de izquierda participaron en una comisión del Senado en una especie de aquelarre para tratar de impedir que el juez Brett Kavanaugh, propuesto por el presidente Trump, accediera como magistrado al Tribunal Supremo. Para ello, se valieron de las acusaciones inventadas de una impostora, la Sra. Ford, quien –sin contar con prueba ni testigo alguno– insistía en que en 1982 fue violada por dicho juez, siendo estudiantes universitarios.
Únicamente la senadora Klobuchar (y otro senador demócrata) –como vimos todos en televisión- mantuvieron en dicha audiencia senatorial una actitud apropiada y responsable, absteniéndose de contribuir al linchamiento moral del juez Kavanaugh que practicaron sus otros ocho colegas de la izquierda.
Dicho sea de paso, el juez Kavanaugh logró la confirmación del Senado en 2018, reequilibrando el Alto Tribunal hacia posiciones conservadoras, que es lo que quería evitar la izquierda, por cualquier medio. Fue una gran infamia nacional.
6.- Michael Bloomberg
Michael Bloomberg
El multimillonario, creador y propietario de la agencia de noticias bursátiles y empresariales que lleva su apellido –nuevo concepto de agencia que él inventó en los 80s-, fue alcalde de la ciudad de Nueva York poco tiempo después del atentado del 11-S contra las Torres Gemelas, entre 2002 y 2013. En esa época, pertenecía al Partido Republicano.
Consiguió grandes logros para esa ciudad, entre los que destaca erradicar los muy elevados índices de criminalidad que asolaba a Nueva York desde hacía décadas.
Ahora, estando Bloomberg en el Partido Demócrata, el ala izquierdista le está atacando por sus correctos métodos policiales de entonces, como los frecuentes controles entre la población negra masculina de jóvenes.
Redujo drásticamente la criminalidad en Nueva York
¿Pretenden obviar estos progres que alrededor del 53% de los homicidios en EE.UU. son cometidos por bandas de criminales negros, aunque sólo forman el 13% de la población total?, como expliqué en diciembre de 2017 con todo tipo de estadísticas oficiales. Como mostré entonces, “La tasa de homicidios [cometidos por] los ciudadanos negros es casi 6 veces la de los blancos”. ¿A quién quieren los progres que controle la policía, a los ciudadanos de origen sueco, holandés o australiano? En realidad, no quieren que se controle a nadie.
Resultan irónicas y descabelladas esas críticas de los progresistas, porque más de la mitad de los ciudadanos negros que son asesinados (incluidos niños, mujeres y ancianos). que son muchos, unos 8.000 cada año, caen a manos de la violencia de bandas de negros, no son víctimas de la ”policía racista blanca”, nada de eso. Por ese motivo, la mayoría de las familias de raza negra –que conocen muy bien esa realidad- siempre han estado satisfechas con políticas como las que aplicó, en su día, Bloomberg. Salvo las familias que cuenten en su seno con varios criminales negros, que no dejan de acusar a todo el mundo de racismo.
Posición de Bloomberg en la campaña electoral
Bloomberg no ha conseguido todavía ningún delegado, porque ha tomado la inusual decisión de no presentarse a las primarias de febrero, en estados no muy grandes, como Iowa y N. Hampshire. Sí lo hará a las numerosas y grandes primarias que se celebrarán el 3 de marzo, fecha denominada el Super Martes.
Su fortuna personal ha sido estimada en unos 62.000 millones de dólares, de la que está gastando ya unos pocos cientos de millones en publicidad, de cara al Super Martes.
Todo el mundo piensa que a partir del 3 de marzo, Bloomberg comenzará a obtener un elevado número de delegados, para la Convención Nacional Demócrata.
Sus promesas electorales son de carácter relativamente moderado, lejos de las de Bernie Sanders y Elizabeth Warren. Pero, como otros millonarios en EE.UU., Bloomberg se ha convertido a la religión del cambio climático, destinando a ello muchas decenas de millones al año, destacando su propósito de acabar cuanto antes con el uso del carbón para producir una –muy barata- electricidad.
7.- Tom Steyer
Tom Steyer
Este individuo es también multimillonario, pero sus activos sólo ascienden a unos 1.600 millones de dólares. Es banquero y un producto típico del muy progresista estado de California. Casi toda su actividad filantrópica (a través de su organización NextGen Climate) la dedica a promover políticas contra el cambio climático, hasta un grado de obsesión enfermiza.
Entre otras genialidades, apoya y financia todo tipo de movilizaciones para impedir la construcción de oleoductos y “dejar enterrados” los combustibles fósiles … que tanto están contribuyendo a la prosperidad económica e independencia energética de EE.UU. desde hace siglo y pico.
Sus posibilidades como precandidato son nulas (a Dios gracias) y debe estar participando en las primarias para dar publicidad a su cruzada para Salvar el Planeta.
Otras conclusiones tras Iowa y N. Hampshire
Es muy probable que este año no será una mujer el candidato oficial del Partido Demócrata y, como el candidato del otro partido es Donald Trump, no podrá haber la primera mujer presidente.
Tampoco alcanzará la presidencia este año una persona de raza negra y, siguiendo con esta malsana obsesión identitaria de la izquierda estadounidense, así mismo puede afirmarse que tampoco habrá un presidente esquimal, ni piel roja, ni hawaiano, ni descendiente de japoneses, ni nada de todo eso.
Y, para completar el indigesto menú identitario, digamos que tampoco habrá un presidente homosexual, transexual, de género fluido, neither, pangénero ni cualquier otra bobada que puedan inventar los funestos y depravados catedráticos progres de EE.UU. de aquí al mes de noviembre.
B) Quienes serán los dos últimos en disputarse la candidatura demócrata
Bernie Sanders seguramente encabezará la corriente izquierdista
Es muy probable que el izquierdoso Bernie Sanders mantenga la delantera entre los aspirantes de esta corriente. Sería la primera vez que un precandidato demócrata de semejante extremismo llega cerca de la Convención Nacional en una tan destacada posición.
Pero, sí que hay un precedente de este tipo en el mundo occidental tan exaltado de la actualidad: el marxista británico Jeremy Corbyn que ha encabezado el Partido Laborista desde 2015 y ha propugnado un programa extremista como los de la década de los 70, cuando los sindicatos atenazaban el país. Corbyn ha perdido las dos elecciones generales a las que se ha presentado en este periodo y, concretamente, el 12 de diciembre de 2019 llevó a los laboristas a su peor resultado desde 1935.
Este tentador antecedente está haciendo que algunos comentaristas conservadores de EE.UU. se alegren del éxito que ha empezado a cosechar Bernie Sanders, insinuando que se favorezca su avance. Pero los analistas más sólidos y el consejo editorial del Wall Street Journal no quieren ni oir hablar de que Bernie Sanders llegue a ser el candidato oficial de la izquierda para los comicios de noviembre, aunque luego sufriera una derrota histórica.
Durante los próximos meses, el ala más radical del Partido Demócrata obtendría fuertes palancas en el seno del partido y su base se radicalizaría aún más, complicando la gobernación nacional durante los próximos años, aunque Trump renovara su mandato.
La larga transición que debería emprender la izquierda estadounidense de vuelta hacia su centrismo histórico, estaría llena de sobresaltos, causando graves daños al país. Basta ver el extremismo con el que se ha comportado el Partido Demócrata en estos años, desde que Barack Obama desequilibró el partido, tras la crisis financiera de 2008.
Seguramente el establishment deberá encontrar pronto un relevo a Joe Biden
Si en las dos siguientes primarias de febrero, en Nevada (día 22) y Carolina del Sur (día 29), Joe Biden no se recupera con fuerza –lo que no parece que vaya a suceder-, la dirección demócrata deberá decidir rápidamente a quien respaldar para vencer a Bernie Sanders.
El joven Buttigieg no va a ser el elegido –aunque mantenga unos resultados favorables. Para el establishment tampoco tendría muchas posibilidades la senadora Klobuchar, aunque aun es pronto para descartarla.
Les guste o no, la dirección del Partido Demócrata podrá verse abocada a ponerse de parte del multimillonario Michael Bloomberg, quien ya está gastando mucho dinero en su campaña de publicidad y hasta podría dedicar 600 o 700 millones de dólares de su bolsillo lo que sería una primicia.
Parece que Bloomberg no cuenta entre sus varias probadas capacidades la de debatir bien en público, ante las cámaras de televisión, dificultando sus posibilidades de avance con respecto al senador Sanders, quien –aunque siempre sombrío y agorero- arrastra a sus seguidores.
Por otro lado, caso de lograr la candidatura oficial para noviembre, Bloomberg podría ser vapuleado –ante las cámaras- por Donald Trump, en los tres debates programados, ya que el presidente es un político que domina estas lides como pocos, moviéndose como pez en el agua.
La división interna demócrata hace difícil su victoria en noviembre
No obstante, lo más grave para la dirección demócrata de optar por Bloomberg, sería que se ahondaría mucho la división interna, existente desde 2016.
Un multimillonario, con 62.000 millones de dólares, con un programa relativamente moderado, ¿el candidato de la izquierda radicalizada actual?
Ya en las elecciones presidenciales de 2016, ocurrió algo parecido.
Hillary Clinton no tenía –ni mucho menos- tanto dinero como Bloomberg, pero su política anterior había sido también centrista (como la de su marido, Bill Clinton); por ejemplo, votó como senadora a favor de la intervención militar de Bush en Irak en 2003.
Además, todo el mundo conocía las corruptelas (aunque fueran algo encubiertas) de esta política, empleando sus contactos como Secretaria de Estado (2009-2013), bajo Obama, para orientar donativos extranjeros hacia su fundación familiar.
¿Cuál fue el resultado en 2016? La corriente más progresista –ya radicalizada- se sintió huérfana con esta candidata, desmovilizándose, con la subsiguiente pérdida de votos en noviembre.
Además, se sintieron agraviados por la parcialidad de la dirección del partido en contra del precandidato Bernie Sanders, lo que quedó confirmado al revelar Wikileaks emails en ese sentido, que no pudieron ser rebatidos. De hecho, la presidente del Partido Demócrata de la época, Debbie Wasserman Schultz, tuvo que dimitir por este escándalo en julio de 2016.
“La sangre puede llegar al rio”
En 2016, los demócratas extremistas pensaron que se les había robado la candidatura (favoreciendo indebidamente a Hillary Clinton) y ahora no van a dar tregua a quien quiera repetir la operación, apartando a Sanders una segunda vez, con malas artes.
La lucha interna entre los demócratas puede llegar a ser tremenda (aunque intentarán que trascienda lo menos posible) y, si prospera Bloomberg como candidato, apenas recibirá el apoyo del ala radical, dejando abiertas profundas heridas para el futuro.
Esto es lo que tienen los enfrentamientos internos, a diferencia de la lucha política contra el otro partido, por intensa que ésta pueda ser. No les aplacarán con el argumento de que “vais a conseguir que Trump renueve su mandato”. “Haber dejado a Bernie Sanders”, responderán, devolviéndoles la pelota.
Y la izquierda perderá las elecciones, por segunda vez, ¡a manos de Donald Trump! Si ese llega a ser el desenlace en noviembre, la desmoralización en la izquierda (estadounidense y europea) será enorme …
Pero se lo habrán buscado a pulso, favoreciendo (durante años) el extremismo en su partido y a individuas como las cuatro congresistas fanáticas.
La sectaria izquierda mediática estadounidense (con el New York Times y la CNN, a la cabeza), a pesar de su poderío, habrá contribuido decisivamente a esa histórica derrota, al volcar su respaldo al extremismo izquierdista, como nunca antes habían hecho.
Deja una respuesta