Marcados con líneas inclinadas los estados en los que se producen incendios en el Amazonas de Brasil: el Amazonas Legal
“Emergencia forestal”, “catástrofe mundial”, “suceso extremo por el cambio climático”, “golpe mortal a los pulmones del planeta”, “gravísimas irresponsabilidades” … Estas y otras muchas expresiones catastrofistas han sido repetidas miles de veces por los medios de comunicación de todo el mundo occidental a lo largo de la segunda mitad del mes de agosto. Millones de brasileños se han indignado, preguntándose: “¿Pero qué es ahora tan diferente a los anteriores veranos, en que también hubo -siempre- muchos incendios justo antes de la época de plantar en otoño?” Y tras su indignación, expresaron su apoyo al Presidente Bolsonaro: les ha salido el tiro por la culata a la progresía internacional, en lo relativo al ámbito brasileño.
El gran enfado de los brasileños de a pie, no difería mucho del del Presidente Jair Bolsonaro quien, es cierto, se expresó con malos modales y con denuncias no sustentadas contra los ecologistas. Además, Bolsonaro acusó al presidente francés Macron de “neocolonialismo”, y no le faltaba razón.
(NOTAS: En abril de 2021 he informado sobre el cálculo global de la NASA de la superficie mundial quemada, que marca una clara tendencia decreciente. En marzo de 2010 escribí sobre otro supuesto peligro sin precedentes para la supervivencia de la selva amazónica. Cualquier sequía, por reducida que fuese, provocaría la desaparición de un 40% de esta selva, por su «extrema fragilidad», lo que se ha comprobado que no es cierto)
Trato de guante blanco a la burocratización de los bosques en California
En California, durante los recientes años ha aumentado la superficie quemada, en parte debido a la mala gestión de las autoridades estatales del Partido Demócrata (en el poder desde 2011) y por las recomendaciones (más bien, exigencias) de los ecologistas. El estado de California ha introducido una multitud de engorrosos permisos para vender la madera recolectada en los bosques -que se acumula en el suelo- y para la quema controlada de árboles que evite una excesiva densidad (permisos que son diferentes según a qué hora del día y cuantas emisiones produzcan), etc.
De los medios internacionales, quizá sólo el estadounidense Wall Street Journal (WSJ) criticó los errores de gestión en California. El resto se limitaron a expresar su preocupación genéricva y repetir el alarmismo sobre los supuestos efectos del cambio climático, sin basarse en ningún estudio riguroso, como si considerasen que su palabra es suficiente …
Los brasileños tenían razón. Como veremos a continuación, es falsa la afirmación de que nos encontramos ante una “catástrofe sin precedentes”. En realidad, lo único que ha cambiado en el Amazonas en este año 2019, es que el nuevo presidente es de derecha: Jair Bolsonaro. Y tras sólo ocho meses de mandato, afirman que es el causante de una “pérdida casi irrecuperable”. La izquierda extrema del país, el Partido de los Trabajadores, estuvo en el poder más de 12 años: de 2003 a 2016, y nadie le pidió cuentas por sus fracasos medioambientales y forestales.
La extensión de los incendios en el Amazonas brasileño
El organismo brasileño que efectúa los cálculos sobre la selva amazónica es el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, INPE de su nombre en brasileño: Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais. Más concretamente, su Base de Datos del Programa Queimadas.
Queimadas se traduce por (Tierras) Quemadas; incendos y fogos, por incendios; y desmatamento, por deforestación.
Ahora bien, es preciso delimitar varios parámetros. Es preferible manejar las cifras relativas sólo a Brasil, no de los países limítrofes, donde la superficie en muchísimo menor. Dentro de Brasil, nos referiremos a lo que el INPE denomina “Amazonas Legal”: los 10 estados cuyos territorios tienen gran porcentaje de la cuenca amazónica. Acre, Amapá, Amazonas, Goiás, Maranhao, Mato Grosso, Pará, Rondonia, Roraima y Tocatins.
Pero en el borde sur y este de esta gran región hay muy extensas zonas que nunca tuvieron bosques; a menudo son sabanas, empleadas para la ganadería. Las sabanas también son quemadas cada pocos años por sus dueños, para favorecer el crecimiento de la hierba. Esto se verá muy claro en una imagen de satélite, reproducida algo más abajo.
No es cierto que toda la sabana existente en Brasil (ni siquiera, la mayoría de ella) sea resultado de la deforestación, como los ecologistas radicales tratan de difundir. Estos ecosistemas existen desde hace siglos en Brasil y en otras muchas regiones del mundo.
La Amazonia Legal comprende estados completos de Brasil
El INPE emplea imágenes procedentes de diversos satélites, de distintos países. La de los satélites de la NASA (Terra y Aqua), son de especial calidad. Los satélites detectan las radiaciones infrarrojas emitidas por los incendios, pudiendo diferenciar el humo de las nubes.
Naturalmente, para cada conjunto de parámetros elegidos se obtienen diferentes datos.
El gráfico con las superficies quemadas cada año
El gráfico de barras sobre la superficie quemada anualmente, mostrado abajo, es el publicado el 31 de agosto por el diario Wall Street Journal (WSJ, diario al que sólo se accede mediante suscripción).
Fuente: Elaboración propia.
Datos: Instituo de Investigaciones Espaciales (INPE), de Brasil.
Nota: Este tipo de gráfico aparecía en el diario WSJ del 31 Agosto 2019.
En el gráfico se aprecia la muy reducida superficie quemada en 2019, para el periodo del que se disponía de información: hasta julio.
Ahora bien, el que el mes de agosto no esté incluido -mes que suele ser el de más fuegos- augura un aumento considerable cuando estén disponibles los datos de toda la temporada de verano; temporada que comienza en abril y finaliza en octubre.
Pero dicha cifra definitiva para 2019 no será demasiado elevada, ya que a fines de agosto el Presidente Bolsonaro decretó una prohibición de quemas controladas (en las zonas delimitadas) para preparar el terreno de cultivo, durante 60 días, esto es hasta finales de octubre.
El cuadro estadístico de abajo muestra los datos empleados por el Wall Street Journal en su gráfico de barras. El periodo 2003 a 2010 cubre los dos mandatos del presidente izquierdista (del Partido de los Trabajadores) Lula de Silva, con cifras varias veces superiores a las actuales. De enero de 2011 a agosto de 2016, le sucedió la también izquierdista Dilma Rousseff.
Fuente: Elaboración propia.
Datos: Instituto nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), de Brasil.
Nota: Lula da Sila fue presidente del país entre enero de 2003 y diciembre de 2010
¿Por qué no se pidieron responsabilidades al Presidente Lula da Silva?
Como se examinará en el penúltimo apartado de este artículo, incluso midiendo la gravedad anual de los incendios por su simple número (no por la extensión quemada), la crisis forestal fue muy superior en la época del presidente izquierdista Lula da Silva, que en la actualidad.
En 6 de sus 8 años de mandato, el número de incendios superó a la registrada en 2019 (tomándose siempre el periodo del 1 de enero hasta el 29 de agosto, para que sean datos comparables).
Por mucho que se rebusque en las hemerotecas y -en la actualidad- en Google, no se encontrará ninguna recriminación ni mínimamente análoga a la actual, por parte del ecologismo y de los gobernantes occidentales, contra el presidente del Partido de los Trabajadores de Brasil quien, al menos parcialmente, fue responsable de la gran multiplicación de incendios bajo su mandato.
Ya se sabe que los ecologistas actuales son como una sandía: verde por fuera, rojo por dentro, y casi siempre acérrimos enemigos de la economía de mercado, esto es, del capitalismo.
Y es igualmente conocido que los grandes medios de comunicación están habitualmente controlados por la izquierda, que los emplean para manipular la percepción de la realidad.
La mayoría de los fuegos son en tierras cultivables
Como todo el mundo sabe, los incendios en un bosque tan húmedo como el del Amazonas, sólo se producen en verano -cuando desciende algo la humedad- y casi siempre son de origen humano.
Pero “origen humano” no equivale a quema intencionada de bosques, para efectuar una deforestación. Cualquiera que conozca algo de la actividad agrícola tradicional, sabe que los agricultores (en muchas regiones del mundo, incluida España hace décadas) a menudo practican fuegos en sus tierras de cultivo, antes de la siembra -en este caso, en verano- para fertilizar la tierra. No queman bosques, queman sus tierras de cultivo, aunque no haya ningún bosque en sus alrededores, como en el borde sur y este de la Amazonía Legal. (Ver la imagen de satélite de más abajo)
El diario muy de izquierda y totalmente partidario del ecologismo radical The New York Times (NYT) lo expresó de este modo el 24 de agosto: citando al profesor Mark Cochrane, experto en incendios forestales y ecología de la Universidad de Maryland, “una gran mayoría de los fuegos [en la Amazonía brasileña] están produciéndose en tierras ya despejadas” con anterioridad.
De hecho, el citado reportaje del NYT se inicia de este modo: “Los científicos que estudian las imágenes de los satélites sobre los incendios en los bosques del Amazonas han dicho que la mayoría de los fuegos están quemando tierras cultivables …”.
La deforestación ilegal
Lo ya dicho no excluye que si hay bosques junto a tierras de cultivo, el fuego pueda extenderse a los árboles; incluso en España se han producido este tipo de casos no hace muchos años. Por otro lado, es bien conocido que existe una actividad ilegal permanente de deforestar áreas de los bosques tropicales para su venta a agricultores o ganaderos. Eso está ocurriendo con Bolsonaro (en los 8 meses de su presidencia) y con todos y cada uno de los anteriores presidentes de Brasil de los siglos XX y XXI.
Evidentemente, aunque ya se han tomado numerosas medidas para contener esas actividades, se precisa un mayor esfuerzo a medio plazo.
Grado de deforestación del Amazonas en Brasil
En los casi 30 años desde la fatídica Cumbre de la Tierra de Rio de Janeiro (junio 1992) el ecologismo viene repitiendo que los bosques tropicales del Amazonas están siendo prácticamente eliminados. La deforestación en curso -intensificada desde mediados del s. XX- es innegable y debe seguir siendo controlada, pero su amplitud -afortunadamente- es muy inferior a lo que se propaga en los medios y los ecologistas.
Tras casi 70 años de deforestación acelerada se ha perdido el 18% de la superficie original. Promediando, equivaldría al 0,26% de la superficie total por año.
En unos bosques que cubren unos 4 millones de kilómetros cuadrados (cerca de la mitad de la superficie de Europa continental, hasta los montes Urales), aquel porcentaje del 18% supone una extensión muy considerable, lo que demanda atención continuada de las autoridades.
Estado de la Amazonia brasileña
(Ilustración a partir de imágenes de satélite)
Fuente: Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil
Verde: Bosques existentes en la actualidad. Amarillo: Deforestación producida hasta 2018: el 18% del total de bosques existentes a mediados del s. XX. Rojo: Incendios en agosto 2019.
El biodiesel contribuye a la presión para deforestar
Si el ecologismo occidental no hubiera reclamado desde hace décadas incrementar rápidamente la producción de biocombustibles para los vehículos, y si los pasados gobiernos occidentales y de Brasil no les hubieran hecho caso, ahora sería menos negocio deforestar el Amazonas y también los bosques primigenios de las islas de Indonesia y de otras zonas del mundo en desarrollo.
En Brasil es la soja la principal biomasa empleada para fabricar biodiesel, gracias a las políticas intervencionistas del Estado federal, desde el primer año del presidente izquierdista Lula da Silva: 2003. En la actualidad, Brasil supone la ¼ parte de la producción mundial de biodiesel, sólo por detrás de EE.UU. (Development of Brazilian Biodiesel Sector from the Perspective of Stakeholders. MDPI. March 2017)
Y la soja es, precisamente, el principal cultivo que se planta en las zonas arrebatadas ilegalmente a los bosques tropicales (rainforests) brasileños.
Cuanta menor sea la demanda mundial de soja, menor estímulo existirá para la deforestación de los bosques tropicales.
¿Por qué los ecologistas y los estados de países comprometidos con los biocombustibles -como los de la Unión Europea- no detienen esa insensata política?
El principal motivo es que no quieren reconocer sus pasados errores y responsabilidades y, para ello, los mantienen en vigor, aunque perjudique a las selvas tropicales y a los miles de millones de pobres del mundo que ven encarecerse innecesariamente los alimentos para los humanos y el forraje para los animales bovinos, etc.
La bobada de los pulmones del planeta
Casi todos los Jefes de Estado y de Gobierno que han participado en esta pantomima, han recurrido a ese absurdo de que con la disminución de la superficie del bosque tropical en el Amazonas “se reduciría el efecto de los pulmones del planeta”.
Tanto el liberal Emmanuel Macron, como el izquierdoso español Pedro Sánchez (presidente del gobierno en funciones, del Partido Socialista) han incorporado a sus declaraciones personales y oficiales dicho desatino.
Además, cuantificaban dicho peligro. Como la Amazonia representa alrededor de una quinta parte de los bosques mundiales, ese sería el porcentaje de oxígeno que estaría en peligro de perderse, cada año.
Pero esa idea (muy útil para la propaganda ecologista), sencillamente, carece de todo fundamento científico.
La concentración de oxígeno en la atmósfera no varía en el corto plazo, y en absoluto se renueva año a año. Tardó miles de millones de años en formarse y varía de una forma muy, muy lenta. Por eso puede afirmarse que la concentración de oxígeno supone -constantemente- el 20,946% del aire (en sus capas bajas).
O, como se ha expresado, “Las nuevas estimaciones sugieren que los niveles de oxígeno atmosférico han caído un 0,7 por ciento en los últimos 800.000 años”.
En palabras del naturalista (sensato) y divulgador científico español Manuel Toharia: “habían tenido que transcurrir casi 2.000 millones de años para que hubiera en el aire terrestre casi tanto oxígeno como hay ahora”. (El clima. Edit. Debolsillo. 2006. Pág. 44)
Dicho de otra manera, no existen pulmones del planeta, en el sentido que emplean los ecologistas y sus acólitos, como el liberal Emmanuel Macron (partidario del ecologismo extremo).
El ciclo global del oxígeno
Si acaso, hay que atribuir esa función al conjunto de los seres vivientes con clorofila que hay en la Tierra, incluidos los organismos de los océanos y lagos (como las algas, fitoplancton, cianobacterias …), los bosques no tropicales, los matorrales y todo tipo de plantas herbáceas.
Todas las formas de vida fotosintéticas se alimentan de CO2, liberando a la atmósfera parte de ese oxígeno. Y la influencia en la atmósfera de esa enorme masa vegetal mundial se percibe a lo largo de cientos de miles de años (el tiempo geológico), en absoluto de año a año.
Año a año, la pequeñísima cantidad de nuevo oxígeno añadido a la atmósfera por efecto de la fotosíntesis, es compensada por el oxígeno que es consumido por los humanos y por los demás tipos de animales. Es lo que se denomina el ciclo global del oxígeno, de forma muy simplificada.
Visto lo visto, ¿cómo seguirá habiendo gente que crea a los ecologistas?
El asunto del número de incendios en el Amazonas de Brasil
El cuadro estadístico reproducido más abajo, sobre la evolución del número de incendios en cada periodo de tiempo (siempre del 1 de enero al 29 de agosto, para que las cifras puedan compararse), muestra un claro empeoramiento en la actualidad. Su número en 2019 (45.283), es superior a la de cualquier otro periodo en los ocho pasados años.
Pero, como ya dije, esta forma de medición ha de complementarse con la estadística de la superficie quemada en cada año, a la que ya nos referimos, obteniendo una imagen de mucha menor gravedad.
Por otro lado, visto desde esta perspectiva, la crisis medioambiental sigue presentándose mucho más aguda en el periodo del Presidente Lula da Silva. En 6 de sus 8 años de mandato, la extensión quemada fue superior a la actual, sin que los ecologistas agitasen la amenaza de una “administración internacional” de la cuenca del Amazonas, lo que equivaldría a un cercenamiento de la soberanía nacional de Brasil y a institucionalizar la intromisión del ecologismo.
Fuente: Elaboración propia.
Datos: Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Brasil)
Nota: Cubre la Amazonia Legal.
Nota: Presidenta de Lula da Silva: 2003 a 2010, a.i.
La verdadera solución a medio y largo plazo
A largo plazo, la mejor y casi única manera de reducir drásticamente los incendios en los bosques tropicales de Brasil, será elevar el nivel de vida de los cerca de 25 millones de personas que viven en dicha región. De aquella cifra, menos de un millón corresponde a los indígenas que siguen viviendo según sus tradiciones, en grandes reservas protegidas legalmente. El nivel de vida de los 24 millones de amazónicos no indígenas, es inferior al conjunto nacional, abundando las áreas de gran pobreza.
Y para elevar considerablemente su nivel de vida -momento en que se reduciría mucho la deforestación ilegal-, ha de estimularse el crecimiento económico del país. Y eso es justo lo contrario de las absurdas y perjudiciales recetas del Club de Roma y sus ensoñaciones sobre el crecimiento cero, al que ahora han rebautizado como desarrollo sostenible, para ocultar su auténtico rostro: el crecimiento cero.
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