Joe Biden promueve el aborto. El obispo de Los Angeles, José Gómez, presidente de la Conferencia Episcopal.
Joe Biden es el segundo presidente de religión católica de toda la historia del país. El primero fue John F. Kennedy, a comienzos de los años 60. Por consiguiente, lo que haga o deje de hacer Biden tendrá una especial incidencia sobre los ciudadanos de religión católica, lo que reclama la atención de la Iglesia Católica estadounidense.
Durante décadas de presencia en el Senado de EE.UU. Joe Biden mantuvo una postura de cierta aproximación al movimiento provida, lo que formaba parte de su tradicional moderación. Sin embargo, en la campaña electoral de 2020 Joe Biden dio un brusco viraje asumiendo las medidas proabortistas propugnadas por el ala izquierdista del Partido Demócrata.
Finalmente, tras su llegada a la Casa Blanca en enero de este año, Biden ha ido haciendo realidad su claudicación hacia los postulados más radicales, en este y en muchos otros asuntos de relevancia.
Por cierto, ¿se ha olvidado alguien que el origen de la reclamación del llamado derecho al aborto es el movimiento feminista radical?
Joe Biden propone que se financie el aborto con fondos federales
En los últimos días de mayo, al anunciar su propuesta para los presupuestos federales del próximo año, el Presidente Biden no incluyó la llamada enmienda Hyde –en vigor desde 1976- por la que se ha venido prohibiendo que se empleen cualesquiera fondos federales para sufragar el coste de intervenciones de aborto. Esta prohibición ha venido contemplando una excepción en los casos de violación, incesto y grave peligro para la vida de la madre.
Naturalmente, conforme al principio de federalismo que inspira el sistema político en ese país, cada Estado es libre de decidir si emplea o no sus propios fondos para esta finalidad.
Esta disposición provida ha sido ratificada durante 45 años por todos los presidentes del país, tanto republicanos como demócratas. Por ello, la actual propuesta de Joe Biden puede denominarse de grave ruptura con un elemento de consenso largamente establecido en la sociedad de EE.UU., convirtiendo a este presidente en un gobernante verdaderamente radical y divisivo, como expliqué recientemente.
Joe Biden – Kamala Harris. “La Administración más proabortista que nunca ha habido”
Como recoge el principal diario conservador nacional de EE.UU., el Wall Street Journal (WSJ), al que sólo se accede en su totalidad por suscripción: “Marjorie Dannenfelser, la presidente de la organización antiaborto Susan B. Anthony List, ha declarado que la [actual] propuesta de Biden ¨tira por la ventana un duradero consenso bipartidista, para cumplir la promesa que hizo al lobby radical abortista¨” de EE.UU. durante la campaña de 2020.
Esta organización, la Susan B. Anthony List, ha calificado al tándem Joe Biden – Kamala Harris (la vicepresidente), como “la Administración más proabortista que nunca ha habido”.
Vicepresidente Kamala Harris
Conviene recordar que no sería extraño que la actual Vicepresidente Kamala Harris accediera a la presidencia del país antes de las próximas elecciones de noviembre de 2024. Esto sucedería si el estado de salud de Joe Biden, que es el presidente de mayor edad (78 años, actualmente, al comienzo de su mandato), se deteriorara y se viese forzado a dejar el cargo.
También podría suceder que la dirección de los demócratas, en torno al año 2023, considerara que las posibilidades de que Kamala Harris ganase las elecciones presidenciales del año siguiente aumentarían mucho si Biden se retirara antes de tiempo, lo que le catapultaría a ella a ocupar la Casa Blanca hasta el final del mandato y a hacer su campaña electoral desde el Despacho Oval.
En cualquier caso, no hay que olvidar que Kamala Harris es plenamente una integrante del ala izquierdista del Partido Demócrata, como explicaba –entre otros muchos- un comentarista del periódico de centro-izquierda The Washington Post. No es una demócrata “centrista”, ni una “moderada”, ni es “pragmática”, sino una progresista radical.
Concretamente, la Vicepresidente Kamala Harris es una ardiente defensora de las políticas proabortistas y de todo el paquete ideológico y político de la ideología de género.
Donald Trump fue el presidente más provida que ha habido
Este bandazo del actual presidente, a quien no pocos españoles siguen –asombrosamente- considerando como un ”moderado” y “centrista”, resulta más llamativo porque su predecesor fue el gobernante estadounidense que aplicó una política más cabalmente favorable al derecho a la vida de toda la historia del país, incluso más que Ronald Reagan en los años 80.
Donald Trump accedió a la Casa Blanca con el claro compromiso formulado a sus votantes de nombrar –si tenía la oportunidad- magistrados del Tribunal Supremo partidarios del derecho a la vida. Y consiguió nombrar a tres de ellos: Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y la magistrada Amy Barrett, creando por primera vez en décadas una sólida mayoría conservadora en el Alto Tribunal –que sigue vigente-: 6 a 3.
Este cambio va a tener una profunda incidencia sobre el país a lo largo de un par de décadas, en el asunto del aborto y en muchos otros, constituyendo la pieza central de su legado como presidente.
Nada más establecerse en la Casa Blanca, Trump emitió una orden ejecutiva para que el dinero federal no pudiera financiar en los países en desarrollo los programas de organizaciones que aconsejan o practican el aborto, como Planned Parenthood. El Presidente Biden anuló dicha orden a los pocos días de acceder al cargo.
Las diversas actuaciones del Presidente Trump en este terreno, las expliqué en los siguientes artículos de mi blog: uno, dos, y tres.
Por otro lado, en 2017, preparé una introducción general e histórica a “La cuestión del aborto en Estados Unidos”.
Probablemente los congresistas republicanos impedirán la propuesta de Biden
Dicho lo dicho, la realidad es que seguramente los senadores y congresistas republicanos del Congreso conseguirán frustrar el propósito de Joe Biden de emplear fondos federales para financiar las intervenciones de aborto en EE.UU.
El Wall Street Journal nos informa de que “un total de 200 congresistas republicanos de la Cámara Baja y 48 [de los 50] senadores republicanos han suscrito cartas proclamando que se opondrán a cualquier ley presupuestaria que no incluya la enmienda Hyde”, esto es, que se opondrán a que se autorice la financiación federal del aborto.
Como en el Senado existe en la actualidad un empate 50-50 entre ambos partidos y ya que para la aprobación de la mayoría de las leyes –como la de presupuestos- se requiere una mayoría cualificada de 60 votos, el Partido Demócrata tiene casi perdida esta intentona, salvo sorpresas del último minuto.
La Conferencia Episcopal de EE.UU. se inclina hacia negar la comunión a los políticos católicos proabortistas
Aunque la decisión final se va a adoptar el próximo mes de noviembre, los obispos católicos de EE.UU. acordaron el pasado viernes, 18 de junio, seguir preparando unas instrucciones orientativas sobre en qué circunstancias se podría negar la comunión a los políticos católicos que –como el Presidente Joe Biden- apoyen activamente lo que –eufemísticamente- llaman los “derechos abortistas” o la “justicia abortiva”.
El resultado de la votación fue muy significativo, suponiendo un gran éxito para los obispos favorables a tomar esta decisión: 168 a favor y tan sólo 55 en contra.
Como los medios progresistas se apresuraron a resaltar, “existe una gran división entre los obispos”. Eso es innegable, pero se trata de una división con un clarísimo predominio de quienes propugnan intervenir con decisión en este asunto.
El diario regional conservador, The New York Post, informó que, en una tensa discusión de la Conferencia Episcopal antes de proceder a la votación, “los [obispos] partidarios [de aquellas instrucciones] dijeron que es necesaria [dar] una firme reprimenda a Biden debido a sus recientes acciones en pro de proteger y expandir el acceso al aborto, al tiempo que los opuestos advirtieron que semejante actuación haría aparecer a los obispos como una fuerza partidista, en un tiempo de enconadas divisiones políticas en el país”.
El N.Y. Post relataba también que “el obispo Donald Hying, de Madison (Wisconsin), dijo durante el debate que ha hablado con muchas personas que se encuentran confusas de que un presidente católico esté promoviendo ¨el programa proabortista más radical de la historia [de EE.UU.]¨, por cuanto la Conferencia está obligada a intervenir”. El obispo añadió que “aquellas personas buscan orientación”.
El Papa Francisco vuelve a conciliar con la agenda progresista
Aclaremos, de entrada, que según las normas de la Iglesia Católica estadounidense, la Conferencia Episcopal no puede decidir para todo el país, denegar o no la comunión a cierto tipo de creyentes. Son los obispos quienes cuentan con esa potestad en sus respectivas diócesis. Por eso la Conferencia está preparando unas meras instrucciones.
En relación a todo este asunto, el diario Wall Street Journal (WSJ) nos recuerda que “el Papa Francisco se ha pronunciado con frecuencia en contra del aborto. Pero, ha dejado claro desde el comienzo de su pontificado estar dispuesto a colocarlo en un segundo plano en relación a las cuestiones de la justicia social y económica, incluyendo las desigualdades, los derechos de los emigrantes y la protección del medio ambiente”, incluso –cabe añadir- desea realzar el papel de la Iglesia en la ¡lucha contra el cambio climático!
Más específicamente, este recién pasado mes de mayo, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, esto es el encargado de los temas doctrinales del Vaticano (y por tanto, persona de confianza del Papa Francisco), el jesuita español Luis Ladaira, advirtió a los obispos estadounidenses que no siguieran por el camino que estaban emprendiendo.
El razonamiento de Luis Ladaira era que “resultaría engañoso si semejante pronunciamiento [en torno a la comunión] diera la impresión de que tan sólo el aborto y la eutanasia constituyeran las únicas cuestiones que más preocupaban [actualmente] a la moral católica …” Como hemos visto, la Conferencia Episcopal de EE.UU. ha hecho oídos sordos a las presiones desde el Vaticano.
Juan Pablo II y Benedicto XVI eran otra cosa
El autor de esta crónica del WSJ nos llama la atención de que “el enfoque del Vaticano hacia los políticos católicos favorables a los derechos abortistas ha experimentado un gran cambio de dirección desde 2004”. Claro que en 2004 era Papa alguien muy diferente al actual ocupante del pontificado: el polaco Karol Wojtyła, Juan Pablo II.
En dicho año el Vaticano “dio instrucciones a los obispos católicos [de EE.UU.] de que denegaran la comunión a los políticos católicos que activamente apoyasen el aborto”. Entonces, el católico John Kerry era el candidato a las elecciones presidenciales, al tiempo que firme defensor del derecho al aborto. También entonces, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano era el cardenal Ratzinger, más tarde Papa Benedicto XVI. Eran tiempos mejores.
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