Los combustibles fósiles dominarán todo el siglo XXI
(Fuente: Agencia Internacional de la Energía – IEA)
Aprovechando la sensación muy real de “emergencia” que ha producido la pandemia del Covid-19 en todo el mundo –una emergencia sanitaria-, los principales partidos políticos de los países occidentales han tomado la irresponsable decisión de embarcar a sus países en una enloquecida carrera para hacer frente a la que denominan una emergencia climática, que amenazaría ¡al Planeta! y a la propia Humanidad, de un modo supuestamente perentorio e inaplazable.
Los planes de recuperación económica –que comportan cifras astronómicas, nunca antes vistas- para superar el gran parón ocasionado por la pandemia en 2020 y comienzos del presente año –el más grave desde el final de la Segunda Guerra Mundial-, en realidad y ante todo, consisten en programas para la transición energética.
Esto es, dichos planes persiguen “transformar” -poner patas arriba- las economías nacionales tal como las hemos conocido durante muchas décadas y que nos han permitido alcanzar la presente prosperidad y abundancia económica generalizada en Occidente y en la mayor parte del mundo.
Una mayor concentración de CO2 en la atmósfera estaría desencadenando el calentamiento global
El detonante de esta imaginada emergencia climática sería el aumento de la concentración del CO2 en la atmósfera de la Tierra, lo que irremisiblemente estaría dando lugar a un calentamiento global. Cambio climático que estaría provocado -sobre todo- por el empleo de los combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón) para generar electricidad, calentarnos en hogares y lugares de trabajo, transportarnos y fabricar productos.
Otra denominación tradicional de los combustibles fósiles es la de hidrocarburos. Los tres tipos –petróleo, gas natural y carbón- son compuestos orgánicos, constituidos principalmente por átomos de carbono e hidrógeno.
Los combustibles fósiles, o hidrocarburos, ofrecen un elevado contenido calórico y han constituido la base energética de todas las sociedades desarrolladas existentes en el mundo.
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Los combustibles fósiles sólo podrán ser sustituidos de forma moderada en la economía mundial
Como gustan de afirmar de un modo grandilocuente y efectista los ecologistas radicales y los políticos de todo pelaje que les hacen el juego: “o nos salvamos todos o no se salva nadie”, porque –argumentan- la contención del incremento de la concentración del CO2 en la atmósfera sólo puede lograrse a una escala planetaria, no país a país.
Pues bien, si ese análisis del ecologismo radical fuera acertado –que no lo es-, no cabe ninguna duda de que “no nos vamos a salvar nadie”, porque –como expondré a continuación- los combustibles fósiles no van a ser desplazados más que limitadamente de la economía mundial, por las llamadas energías renovables, durante muchas décadas todavía, mucho más allá del fatídico año 2050.
¡Ah! y las anunciadas y prodigiosas “energías del futuro” –la utilización de hidrógeno, la capacidad de almacenamiento de electricidad en grandísimos volúmenes, nuevas fuentes solares (como organismos vegetales de diseño …), etc.- tienen mucho más de futuro que de energía … viable y comercialmente explotable, hasta –probablemente- la última parte del presente siglo. Lo mismo sucede con la fusión nuclear, a diferencia de la presente tecnología de fisión nuclear, que ofrece una gran eficiencia y fiabilidad energéticas.
Lo anterior –el escaso desplazamiento de los combustibles fósiles hasta mediados de siglo– no es una mera opinión propia, sino la única situación que manejan las organizaciones públicas internacionales especializadas en los asuntos de la energía.
Dos importantes organizaciones internacionales sobre la energía
En concreto, me refiero a las dos siguientes organizaciones: la Agencia Internacional de la Energía (siglas en inglés, IEA, International Energy Agency) y la Administración de Información sobre la Energía, de EE.UU. (siglas en inglés, EIA, U.S. Energy Information Administration).
La Agencia Internacional de la Energía agrupa actualmente a 30 países, miembros de la OCDE y de orientación occidental, con sede en Paris.
Ambas organizaciones están dirigidas por directivos convencidos de la teoría del cambio climático, al igual que sucede con los estados que les nombraron, si bien los ecologistas les presionan sin descanso para que sean más beligerantes y manipulen profundamente los datos y previsiones que manejan.
La Agencia Internacional de la Energía empuja en favor de las renovables mientras varios países occidentales se resisten
Fatih Birol, el economista turco que ocupa la Dirección Ejecutiva de la Agencia Internacional de la Energía, justo cuando se desencadenaba la peor pandemia en un siglo (en marzo de 2020) tenía la “preocupación histórica” de aprovechar la pandemia para que “los paquetes de recuperación económica [que diseñen los países, sirvan también] para reducir las inversiones sucias [¡sic!] y acelerar la transición energética”. Con el simple uso de una palabra, “sucias”, el genio Fatih Birol quiere que se impida toda nueva inversión en plantas de combustibles fósiles.
Este es el personaje … y eso es lo que están haciendo ahora casi todos los estados occidentales.
Bueno, Australia, como viene sucediendo desde hace tiempo, sigue negándose a asumir en su legislación el Cero Neto (de emisiones de CO2) para 2050, a pesar de las fuertes presiones de la radical Administración Biden.
Por su parte, Polonia, sigue a regañadientes los diktats de la buenista Comisión Europea de más y más energías renovables, pero defiende tenazmente el uso prolongado de sus abundantes recursos de combustibles fósiles, principalmente el carbón, las mayores reservas de Europa.
Polonia, sólo se ha comprometido a acabar de cerrar sus minas de carbón dentro de 28 años, en 2049 … y antes de aquella lejana fecha podría haberse recuperado alguna cordura energética en la Unión Europea y se habría autorizado el mantenimiento de la explotación del carbón, bajo ciertas condiciones.
Ligera recuperación de la energía nuclear
Hungría también se opone a una gran expansión de las renovables en su suelo y tiene diseñado un plan para multiplicar sus centrales nucleares (que ya son 4).
Polonia, que aún no dispone de ninguna central nuclear, ha modificado su Ley de Energía Nuclear (con el voto del 99% de los diputados nacionales) y se dispone a construir, al menos, 6 reactores nucleares, el primero de los cuales debe ponerse en servicio en 2033.
Chequia se ha sumado también a esta estrategia energética: ampliación de la capacidad de alguna de sus 6 actuales centrales nucleares. Política que es discrepante con la de la Comisión Europea, que nunca se atreve a separarse ni un milímetro de las exigencias de Greenpeace y compañía, aunque ello perjudique los intereses de los europeos.
Eslovaquia, está haciendo lo mismo: tiene 2 nuevas centrales nucleares en construcción.
Trasladándonos a la zona del mundo de más crecimiento económico futuro, Asia, China está construyendo ya nada menos que 14 centrales nucleares, que se unirán a las 51 de las que ya dispone. En Corea del Sur, que ya obtiene de esta fuente la 1/3 parte de su electricidad, hay 4 nuevas centrales nucleares en construcción. India tampoco quiere perderse las grandes ventajas de la energía nuclear: tiene en construcción 7 nuevas centrales nucleares, que se sumarán a las 23 ya operativas en el país.
Finalmente, digamos que Rusia está ampliando su parque nuclear de 38 centrales nucleares, con 2 nuevas, que ya están siendo construidas.
Lenta recuperación mundial tras el parón de las centrales nucleares en Japón tras Fukushima
Por cierto, ¿algunos de Vds. han visto en los medios de comunicación convencionales referencia alguna a estos importantes planes en el terreno de la energía nuclear de cara al futuro? Parece que ninguno de estos medios se atreve a llevarle la contraria al sectario, poderoso y multimillonario movimiento ecologista actual.
Me he referido a recuperación del sector nuclear global porque Japón, tras el accidente en la central de Fukushima en 2011, cerró todas sus centrales nucleares (que eran, nada menos que, 54) y sólo a partir de 2015 comenzó a ponerlas en funcionamiento gradualmente, tras múltiples revisiones y adaptaciones a nuevas normas de seguridad más exigentes.
En la actualidad, 2021, todavía hay 27 centrales nucleares paralizadas. Este gran parón del sector en Japón hizo retroceder las cifras mundiales entre 2000 y 2018, tal como refleja el cuadro de más abajo.
La energía nuclear casi no emite CO2, igual o menos que las renovables
Quienes afirman estar muy preocupados por el aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera deberían apoyar la energía nuclear como uno de los principales sustitutos a los combustibles fósiles.
La razón es incuestionable: la generación de electricidad mediante energía nuclear es una de las que produce menos CO2 por unidad de energía obtenida.
Para que nadie pueda cuestionar esta afirmación, me basaré en los cálculos del organismo internacional de Naciones Unidas que viene desarrollando -y dando la vara sin descanso- sobre la teoría del cambio climático, el consabido IPCC: Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático o Intergovernmental Panel on Climate Change.
Concretamente, en la versión de 2018 de su 5º Informe de Evaluación (5AR), ofrece los datos que he colocado en el siguiente cuadro. En él se aprecia que las emisiones de CO2 producidas por la energía nuclear son 4 veces inferiores a las de la energía solar fotovoltaica: 12 unidades, frente a 48 (medidas según la unidad convencional gCO2eq/kWh).
Las emisiones de la energía eólica más extendida (los aerogeneradores terrestres) son sólo ligeramente inferiores a las de la nuclear: 11 y 12, respectivamente. Sin embargo, a los aerogeneradores offshore (colocados en el mar), el IPCC les ha calculado el mismo nivel de emisiones que a las centrales nucleares: 12 y 12.
https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2018/02/ipcc_wg3_ar5_annex-iii.pdf#page=7
Como es sabido, la energía nuclear, la eólica y la fotovoltaica no producen absolutamente ninguna emisión de CO2 de una forma directa, ya que no queman un combustible que contenga átomos de carbono.
Emisiones indirectas de gases de efecto invernadero
Ahora bien, sí que se producen emisiones de gases de efecto invernadero al extraer de las minas, por ejemplo, el silicio, que integra más del 90% del material de las células de los paneles solares.
Lo mismo sucede durante la fabricación de las ingentes cantidades de acero y cemento que forman la estructura y la base de los aerogeneradores, que en la actualidad alcanzan, por lo general, no menos de 85 metros de altura, equivalentes a un edificio de unos 26 pisos. Por otro lado, la extracción y purificación del mineral de uranio también ocasiona emisiones de CO2.
Asimismo, se producen emisiones al desmontar las instalaciones fotovoltaicas, eólicas y nucleares al final de su vida útil y reciclar, por ejemplo, los componentes de silicio de los paneles solares, lo que es una tarea compleja y costosa.
Todas estas emisiones “indirectas” de CO2 y otras más, quedan recogidas en el informe del IPCC, arriba citado, y por tanto en mi cuadro estadístico, lo que es la manera correcta de tratar sobre este asunto. A esta metodología se la denomina de “ciclo completo”: lifecycle assessment, en inglés. (Pinchar aquí, para una breve presentación de esta metodología, del Departamento de Energía de EE.UU.)
En 2040 los combustibles fósiles seguirán aportando el 74% de la energía mundial, según la IEA
Reproduzcamos, a continuación, el gráfico de portada, añadiendo las explicaciones metodológicas.
El gráfico anterior implica que, todavía en 2040 (bastante próximo al plazo de 2050) los combustibles fósiles aportarán el 74% de la demanda mundial de energía primaria; las energías renovables, menos del 21%, mientras que el resto (en torno al 5% del total) procederá de la energía nuclear.
Ya que en 2018 los combustibles fósiles supusieron el 81% del total mundial de la energía consumida, la previsión de la IEA significa que, 21 años más tarde, en 2040, tan sólo se habrán desplazado unos 7 puntos porcentuales de los hidrocarburos, en favor de las energías renovables, que pasarían del muy reducido 14% de 2018 a 20,7% en el año 2040.
Hay que recordar que estas previsiones de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, siglas en inglés) incorporan las políticas y medidas climáticas que los estados, sobre todo los occidentales, habían anunciado en el momento de preparar aquel informe de la IEA, aunque no hubiesen sido todavía adoptadas legislativamente. Es el escenario que la Agencia denomina de “Políticas anunciadas” (Stated policies scenario).
De haber considerado sólo las medidas plenamente aprobadas (escenario de «Políticas ya en aplicación»), la sustitución prevista de los combustibles fósiles habría sido aún menor de la que hemos mostrado más arriba.
Aquellas cifras, su evolución real desde el año 2000 a 2018, y las previsiones para 2030 y 2040, se pueden consultar en el siguiente cuadro.
En ausencia de subvenciones no habría ningún desplazamiento de los combustibles fósiles
En mi artículo de diciembre de 2019, ya señalé lo siguiente:
“El sector de las energías renovables, debido sobre todo a las colosales subvenciones públicas que recibe desde hace [unas 4] décadas [comienzos de los años 1980], constituye ya un potente grupo de presión privado, que no queda muy a la zaga del de los combustibles fósiles”.
“Pongamos, por ejemplo, el año 2018, en el que las subvenciones a estas energías intermitentes [principalmente, la eólica y la solar] llegaron a sumar en el mundo 162.000 millones de US$, según la Agencia Internacional de la Energía”. Como magnitud de referencia, se puede decir que dicha cifra de subvenciones es prácticamente igual al valor total del PIB (Producto Interior Bruto) de Hungría, en dicho año.
Este es el monstruoso plan de transferencia de rentas -en favor de los promotores e inversores de las energías renovables y de los vehículos eléctricos– que los partidarios del Cero Neto quieren imponernos a lo largo, como mínimo, de las tres próximas décadas.
La moratoria de las subvenciones a las renovables en España en 2012
Cuando, en algún país occidental, el gobierno de turno ha suspendido o, simplemente, reducido sus cuantiosas subvenciones a las energías renovables, el sector ha entrado en crisis … de inmediato.
¿Qué otra prueba hace falta para concluir que las renovables son totalmente insostenibles y lo seguirán siendo durante muchas más décadas?
Esto es lo que sucedió en España, en 2012, cuando el nuevo gobierno conservador del Partido Popular, se hizo cargo de unas finanzas públicas hundidas, así como lo estaba también el conjunto de la economía nacional tras la desastrosa gestión del gobierno izquierdista del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), dirigido entonces por Rodríguez Zapatero.
El nuevo gobierno, para tratar de restablecer un cierto equilibrio presupuestario, suspendió indefinidamente la concesión de nuevas primas (subvenciones) a la energía solar fotovoltaica y eólica y, ambos sectores industriales, se vinieron abajo, en los siguientes meses. En la solar, el empleo nacional cayó de 10.000 a 5.000. En el sector de los aerogeneradores, la caída fue también muy intensa, en pocos meses.
Las cifras de la U.S. Energy Information Administration sobre la demanda mundial de energía, por tipo de combustible
La agencia federal estadounidense, encargada de elaborar y recoger una amplísima información sobre el sector de la energía en EE.UU. y, también, en el conjunto del mundo, ofrece una previsión análoga a la que hemos examinado del informe de la Agencia Internacional de la Energía.
La previsión, en este caso, abarca incluso hasta el año 2050. Todavía justo a mitad del siglo, los combustibles fósiles conservarán una clarísima posición dominante en la demanda mundial de energía: el 68,3% del total, frente al 27,7% las renovables, dos y media veces menos que los hidrocarburos.
https://www.eia.gov/outlooks/ieo/pdf/ieo2020.pdf
La agencia estadounidense, como se aprecia, opina que las renovables desplazarán a los combustibles fósiles de un modo más rápido que en las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía.
Está por ver, claro está, si estas previsiones tan voluntaristas respecto al crecimiento de las energías renovables llegan a materializarse, a lo largo de los próximos 30 años.
Las cifras expresadas en el gráfico anterior las reproduzco en el siguiente cuadro estadístico.
https://www.eia.gov/outlooks/ieo/pdf/ieo2020.pdf
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