Con la invasión rusa de Ucrania se abre una nueva Guerra Fría. Las estrellas rojas son ciudades bombardeadas en las primeras horas de la invasión. Fuente: New York Times.
Siguiendo la crónica del New York Times, [la madrugada, 06:00h.] “del jueves, 24 de febrero, Rusia ha lanzado ataques contra las mayores ciudades y aeropuertos a lo ancho de Ucrania, bombardeando más de una docena de ciudades, incluida la capital, Kiev, Las tropas rusas han atravesado la frontera en múltiples puntos al mismo tiempo, desembarcando tropas en la ciudad de Odessa al sur del país [sobre la costa del Mar Negro], y avanzando desde el este hacia la ciudad de Járkov, la segunda mayor del país”.
Como se aprecia en el mapa de aquí arriba, el plan de invasión que ha elegido Putin es ambicioso y difícil de llevar a cabo, avanzando simultáneamente desde 4 zonas:
— al norte, desde el país de Bielorrusia, una columna avanza directamente hacia Kiev;
— desde el NE, se han iniciado varias penetraciones hacia Járkov (Kharkiv, en inglés) y hacia Kiev;
— desde el este, las tropas han flanqueadopor el norte los territorios separatistas (Donetsk y Lugansk, frente a los que había muchas tropas ucranianas), para apoderarse de buena parte de la frontera ruso-ucraniana y converger en Járkov; finalmente,
— en el sur, se está produciendo un desembarco en el principal puerto de Ucrania, Odessa, al tiempo que columnas blindadas rusas desde la península de Crimea se dirigen por la costa hacia Odessa, lo que convertiría a Ucrania en un territorio sin apenas acceso al Mar Negro, ni por lo tanto, al comercio marítimo internacional.
No se podrá conocer el número de víctimas rusas
Hay que decir que será imposible conocer el número de víctimas del ejército de Rusia, ya que –en una demostración del carácter del régimen pólítico vigente en aquel país-, tras las columnas que avanzan siguen unos camiones con hornos crematorios, como el que se muestra en la imagen de aquí abajo.
Hornos crematorios en camiones que acompañan a las columnas de Rusia.
Fuente: New York Post. https://nypost.com/2022/02/24/russia-has-mobile-crematoriums-that-evaporate-the-dead-report/
“De aquellos polvos vienen estos lodos”. La agresión rusa de 2014 apenas fue confrontada
Según el Instituto Cervantes, la expresión de arriba significa lo siguiente: “La mayor parte de los males [presentes] que se padecen son la consecuencia de descuidos, errores o desórdenes previos, e incluso de hechos aparentemente poco importantes”.
La anexión por Rusia de la península ucraniana de Crimea en 2014, así como la poca encubierta intervención de las fuerzas militares y de inteligencia de Putin en la sublevación “ciudadana” en las comarcas de Donetsk y Lugansk, del este de Ucrania, apenas tuvieron respuesta por parte de los países occidentales. Estos países practicaron el apaciguamiento frente a la agresividad de Rusia.
En EE.UU., el débil y timorato Barack Obama era el presidente, entonces. Dicho nefasto dirigente, que gozó de gran admiración en Europa, en la campaña electoral de 2012 se mofó del candidato del Partido Republicano, Mitt Romney, cuando éste afirmó –con toda razón- que “el principal enemigo geopolítico de EE.UU. era Rusia”.
Todos los medios de comunicación progres de EE.UU., de la cadena CNN al New York Times, pasando por el centrista de izquierda The Washington Post, se sumaron en 2012 a la disparatada idea de que “esa confrontación ya había desparecido, era algo del pasado”. Tan sangrante resulta eso ahora, tras la invasión rusa, que CNN ha tenido que reconocer anteayer, día 22, que “Mitt Romney tuvo razón sobre Rusia [en 2012]”.
Si se le hubieran parado los pies a Putin en 2014, con políticas contundentes, sostenidas en el tiempo, coherentes no nos encontraríamos hoy en esta mucho más grave crisis internacional en Europa y la carnicería de seres humanos (que se estiman serán de varias decenas de miles) que vamos a ver en los próximos días, semanas y meses.
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El final de las ilusiones, del apaciguamiento y del buenismo diplomático y el comienzo de una nueva Guerra Fría
Las realidades pueden ser muy testarudas, por mucho que sean mayoría los dirigentes y los ciudadanos que quieran auto-engañarse a lo largo de toda una década: 2012 a 2022.
El desencadenamiento en suelo de Europa de la mayor agresión militar desde 1945, coloca en el basurero de la historia las peligrosísimas y equivocadas ideas acerca del “fin de la historia” -tras el colapso de la URRS en 1991-, la apertura de una supuesta nueva era de “colaboración global”, el “fin del uso de la fuerza en las relaciones internacionales” entre las principales potencias, la necesidad de un “desarme mundial” –empezando por los países democráticos-, la inutilidad de la OTAN -que debería haber sido desmontada en paralelo al Pacto de Varsovia-, la proclamada obligación moral de “borrar las fronteras nacionales” –empezando por la de los países occidentales, frente a todo tipo de inmigrantes ilegales-, etc.
Toda esta ideología buenista y derrotista, promovida principalmente por la izquierda, pero no solo por ella (véase en España el PP)- ha contribuido decisivamente a que el autócrata de un país relativamente débil económica y militarmente, como es Rusia (salvo por su gran arsenal nuclear), se haya atrevido hoy a cuestionar con sus misiles y sus tanques el orden internacional existente desde 1991.
30 años más tarde, Putin quiere reescribir la historia, mediante la fuerza.
No será posible derrotar esta gravísima agresión del autoritarismo nacionalista, sin desechar claramente todas aquellas “ilusiones” ideológicas que la han hecho posible.
https://data.worldbank.org/indicator/MS.MIL.XPND.CD?locations=RU
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La globalización económica y comercial habrá de ser recortada seriamente y adaptada a las realidades geoestratégicas existentes
Aunque esto merecerá un tratamiento aparte, otro día, la ingenua facilitación de la expansión económica y comercial que Occidente concedió a Rusia y a la República Popular China al incorporarlos a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y brindarles todo tipo de oportunidades económicas, de inversión y tecnológicas en nuestros mercados y de adquisición del control de muchas de nuestras empresas punteras, habrá de ser repensada y corregida, ampliamente.
Las inversiones rusas y chinas en nuestras economías deberán limitarse severamente, así como la exportación de la tecnología occidental hacia aquellos dos enemigos estratégicos: Rusia y China.
Ya en la crisis económica internacional que provocó en 2020 y 2021 la pandemia del Covid-19 se pudo comprobar las gravísimas consecuencias negativas de haber desplazado a un solo país, que también es –y seguirá siendo- enemigo de Occidente, China, gran parte de la actividad industrial mundial. La renacionalización de múltiples sectores industriales hacia EE.UU., la UE, etc. es imperativa.
Occidente debe triunfar en esta nueva Guerra Fría por muchos años que esto requiera
Vencer al verdadero “peligro existencial” que representa Rusia –y China- es el objetivo central que debe guiar la actuación de nuestros países, ahora y en los años venideros, en vez de la actual obsesión suicida con el supuesto “peligro existencial del cambio climático”.
En el muy corto plazo, EE.UU. y los países democráticos de Europa no sólo deben imponer de inmediato las más fuertes sanciones económicas y financieras contra Rusia, sino hacer todo lo posible por detener o dificultar ahora la invasión en curso sobre el conjunto de Ucrania.
Militarmente, ha de seguirse proporcionando a las fuerzas armadas de Ucrania más armamento defensivo, como misiles antitanques y antiaéreos y abundante munición. También drones de vigilancia y aquellos que pueden llevar a cabo ataques con misiles.
De mucha mayor relevancia militar, es que EE.UU. (y, en la medida de sus posibilidades, la UE) proporcione al gobierno ucraniano constantemente inteligencia obtenida desde sus satélites sobre los movimientos de tropas rusas.
Asimismo, es necesario organizar un puente aéreo –que ya debía haber sido realizado- con suministros de armamento ligero (fusiles, pistolas, equipos ligeros de comunicación, explosivos, etc.) para las fuerzas paramilitares ucranianas que deberían protagonizar la resistencia armada en la retaguardia de las zonas que el ejército ruso vaya ocupando. Actividad de carácter guerrillero que será clave para ir minando la moral de las tropas rusas y, sobre todo, la moral ciudadana dentro de Rusia a medida que vayan creciendo sus bajas.
Naturalmente, debe negarse todo reconocimiento y relación con las autoridades títeres que el ejército de Rusia vaya creando en su avance, incluso de un fantasmal “gobierno nacional pro-ruso”, así como en las dos provincias de Donetsk y Lugansk, que Rusia acaba de reconocer el lunes día 21 como países soberanos.
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