Millones de empleos industriales en peligro por el monstruo verde (Imagen: GWPF)
Una de las conclusiones a la que están llegando todo tipo de políticos y analistas occidentales, tras la crisis del coronavirus, es la necesidad de repatriar a nuestros países la producción de buena parte de los productos que se deban considerar de seguridad nacional: mascarillas, guantes y otros equipos de protección personal, pero también respiradores mecánicos y los demás aparatos médicos que se puedan requerir ante una próxima y diferente pandemia. También, la producción de equipos tecnológicos, componentes para material militar, combustibles y un largo etcétera, a determinar por cada país.
Uno de los primeros personajes en emprender este tipo de reflexiones, a mediados de marzo, fue el Ministro de Exteriores de Francia, a comienzos de este siglo, bajo un presidente de derecha, Jacques Chirac, Hubert Védrine. Quien fuera corresponsal del diario conservador francés Le Figaro en Washington, DC, Laure Mandeville, llegaba por su cuenta a parecidas conclusiones. Y algo semejante puede decirse del varias veces ministro centrista, Jean-Pierre Chevénement.
Australia también despierta
Por su parte, el actual gobierno conservador de Australia ha llegado ya a aquella misma conclusión. Angus Taylor, Ministro de Energía, acaba de anunciar ayer la decisión del gobierno de constituir una reserva estratégica de petróleo (hasta ahora inexistente, aunque cuentan con producción nacional), aprovechando los bajísimos precios actuales, para lo que deberán construir o rehabilitar grandes depósitos, a toda prisa. Almacenarán crudo, porque se conserva mucho mejor que el petróleo refinado.
Además, el Ministro Taylor añadió que “quiere que Australia busque las oportunidades de edificar un mayor sector industrial, especialmente en productos estratégicos. Nuestro Gobierno ya ha tomado medidas [en esta dirección] para los suministros médicos y también lo está haciendo para los combustibles [fósiles]”.
El cronista del diario conservador The Australian, el de mayor tirada del país, añadía de su cosecha la siguiente reflexión: “Somos [Australia] ya el mayor exportador de gas del mundo, pero ¿dónde está nuestra industria petroquímica?”
A partir del gas natural, las petroquímicas producen multitud de productos (como el benceno), utilizados en la fabricación de plásticos, tejidos (poliesters), adhesivos, pinturas, jabones, detergentes, PVC flexibles, esmaltes y lacas o incluso combustible de aviación. El amoniaco es una base para obtener fertilizantes. En total, resultan muchas decenas o cientos de productos necesarios para la vida actual … salvo que los ecologistas nos hagan retrptraernos a los paraísos medievales o de épocas anteriores.
Y el periodista comienza su artículo, de este modo: “¿Podría ser que el coronavirus realmente suponga el comienzo del despertar de Australia frente a sus vulnerabilidades estratégicas?”
Europa solo se autosuministra de tres tipos de productos
El conjunto de los países europeos, realmente, tan sólo ha mantenido una sustancial capacidad de autoaprovisionarse en tres grandes campos productivos: productos agrarios, material de transporte (vehículos para carretera, material ferroviario y aeronáutica) y buena parte de los demás equipos militares, incluidos los destinados a las fuerzas navales y aéreas.
Por otro lado, en productos químicos y farmacéuticos, y en equipos informáticos y de telecomunicación, se presentan numerosísimas lagunas, de relevancia. Es cierto que la dependencia tecnológica (para equipos TICs) con respecto a Estados Unidos, se da hacia una potencia amiga y aliada -roces coyunturales aparte-, pero sería deseable reducirla, aunque creo que nadie sabe bien cómo conseguirlo.
Respecto a casi todos los demás subsectores industriales, desde los años 80 se emprendió una deslocalización hacia países con menores costes laborales, movimiento que desde la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001 se ha convertido en una verdadera riada hacia esa potencia –enemiga- en ascenso.
En relación a la energía, gran parte de Europa no ha dejado de –voluntariamente- someterse a una creciente dependencia de un enemigo estratégico: Rusia.
Concretamente, la extracción en Europa de gas natural, mediante fracking, podría desplazar casi la mitad de las compras a Rusia. Los principales yacimientos de gas de esquisto (pizarras) se encuentran, por este orden, en Polonia, Francia, Rumanía, Dinamarca, Reino Unido y Holanda. Pero la Comisión Europea y varios de los estados (como Francia, Dinamarca y Holanda) han fijado una reglamentación excesiva, que ha ahogado –a propósito- cualquier intento de avance práctico para su extracción.
“11 millones de empleos industriales en peligro por el Pacto Verde Europeo”
El de arriba es el título de una noticia que apareció este pasado 9 de marzo en el diario digital de Bruselas EURACTIV, especializado en temas de la UE.
“Estamos hablando de unos 11 millones de empleos directos afectados en la industria extractiva [minería], sectores electrointensivos y la automoción”, dijo Luc Triangle, secretario general de IndustriAll. Este grupo es una federación de sindicatos europeos, con unos 7 millones de afiliados, que agrupa justamente a muchas de las actividades industriales electrointensivas (papel, metal, energía, etc.) y la minería.
La cifra de 11 millones de empleos corresponde al total de los trabajadores en los tres grandes sectores industriales más amenazados por las políticas climáticas: minería, automoción y sectores electrointensivos: cerámica (baldosas y otros), papel, siderurgia, metales, químicos, plásticos, vidrio, etc.
Dicha cifra sólo tiene en cuenta los empleos directos amenazados, pero la desaparición de algunos de estos arrastraría otros varios millones de empleos indirectos, que el sindicalista no se ha planteado cuantificar.
Que estén en peligro no significa, necesariamente (como declaraba el dirigente sindical), que vayan a desaparecer en su totalidad, pero las políticas climáticas se proponen –intencionadamente- recortarlos de modo drástico para reducir las emisiones de CO2.
Aquellos 11 millones de empleos suponen, no hay que olvidarlo, nada menos que el 30% del empleo industrial total de la UE-28, en el año 2018, que era de 36,6 millones de empleos industriales, según la agencia UE de estadística, Eurostat.
Además, el Pacto Verde provocaría fuertes tensiones regionales
Según aquel dirigente sindical europeo, Luc Triangle, los estados más pobres de la UE, como Polonia, Bulgaria y Rumanía, donde regiones enteras son dependientes de un reducido número de grandes fábricas que produzcan muchas emisiones de CO2, verían a sus trabajadores en paro emigrar en masa a los países occidentales, dejando atrás regiones deprimidas.
Recordaba Luc Triangle, que “cerca de 22 millones de personas” ya han abandonado sus hogares desde la incorporación a la UE, hace más de 15 años (2004), en Europa Oriental para buscar trabajo en los países occidentales y nórdicos más ricos, ocasionando un vaciamiento demográfico en origen.
La desindustrialización de Europa arrancó en los años 80
Esto, lo ha repetido ahora un personaje político francés, de larga trayectoria y visión histórica, que fue varias veces ministro: Jean-Pierre Chevénement, cuyas opiniones reproduje en un anterior artículo.
“Chevénement (de 81 años de edad) propugna la reinvención de la política industrial [él ocupó también la cartera de Industria], política que se abandonó casi por completo cuando en los años 80 las elites del poder en Francia [y en otros muchos países europeos] decidieron desprenderse del sector industrial, desplazando las actividades manufactureras a los países de bajo coste laboral, principalmente China”.
Quienes ya somos ancianos, recordamos cómo desde mediados de los años 80 se afirmaba con rotundidad, repetidamente, en los medios académicos y políticos, aquello de que “la mejor política industrial, es la que no existe”.
El empleo industrial UE-28, ha caído ya 3 millones en 15 años
El gráfico de abajo reproduce la evolución del empleo industrial total (de todo tipo de subsectores), de la UE-28, a lo largo de los pasados 15 años: de 2003 a 2018 (que son las cifras disponibles para esta agrupación de países). En el gráfico se indica el enlace con Eurostat y cómo efectuar la consulta en su base de datos.
Fuente: Elaboración propia.
Datos: Eurostat. National accounts employment data by industry.
Thousand persons. Total employment domestic concept. UE-28 son los actuales países miembros, más Reino Unido.
Nota: La recta de puntos, es la línea de tendencia de estos 15 años. No incluye la construcción, pero si minería, energía, agua y su tratamiento, además de la industria propiamente dicha.
De un empleo industrial total de 39,6 millones, en 2003, se cayó a 36,6 millones en 2018: un retroceso de 3 millones, equivalente a una reducción del 7,6%, del empleo industrial total en la UE-28.
La caída se aceleró con la crisis financiera de 2008-2009, recuperándose un poco con la recuperación posterior. La recta de puntos, representa la tendencia, claramente descendente durante aquellos 15 años.
Ni que decir tiene, que la adopción por la UE del Pacto Verde, provocaría una intensa y prolongada caída del empleo industrial durante las 3 siguientes décadas, hasta 2050.
Las 5 mayores economías de Europa perdieron industria durante un cuarto de siglo
Empleando datos referidos a ciertos países de la UE, podemos ampliar la representación al periodo 1995 a 2018, casi un cuarto de siglo (23 años), lo que hago en el siguiente gráfico. He tomado las 4 mayores economías UE de la actualidad (Alemania, Francia, Italia y España, por orden decreciente) y el Reino Unido, ya independiente (que iría sólo detrás de Alemania).
Dichas 5 economías han experimentado continuos descensos en sus tasas de empleo industrial sobre el total. Ni un solo año ha conocido esa tasa una remontada, aunque con la última recuperación económica su descenso se ha amortiguado.
Fuente: Elaboración propia. (Las 4 mayores economías de la UE actual y R.U.)
Datos: Eurostat. National accounts employment data by industry. Thousand persons. Total employment domestic concept.
Nota: No incluye la construcción, pero si minería, energía, agua y su tratamiento, además de la industria propiamente dicha.
También esta tasa retomará una contracción más intensa en caso de llevarse a la práctica el Pacto Verde de la UE.
Como se aprecia en el gráfico, Alemania e Italia se encuentran en mejores condiciones para expandir su sector industrial, ya que en 2018 sus tasas se encontraban en el entorno del 18% del empleo total: Alemania el 18,5% e Italia, el 16,8%.
Sin embargo, España, Francia y Reino Unido han caído ya a los alrededores de sólo el 10%, en 2018; España, el 11,3%, Francia el 10,3% y Reino Unido (que es el país –del mundo- que más obsesionado ha estado con adoptar políticas climáticas), el 9,2%. Francia, en los años 80, dedicaba en torno al 20% de su fuerza laboral al sector industrial, según nos recuerda Chevénement.
El Pacto Verde UE agudizaría al extremo la desindustrialización de Europa y su dependencia exterior
La Comisión Europea, adalid de la corrección política desde finales del pasado siglo, se ha propuesto desde 2019 dar varias vueltas de tuerca más a sus ya insoportables políticas climáticas, con el llamado Pacto Verde Europeo (EU Green Deal)
Con el propósito de conseguir casi eliminar todas las emisiones de CO2, el objetivo de Cero Neto de emisiones, en 2050, la Comisión Europea está promoviendo una Ley Climática Europea (esto es, una Directiva UE) que obligaría jurídicamente a todos sus estados miembros y a la propia Unión a ir adoptando cada año drásticas medidas para llegar a semejante extremo.
A partir de ese momento, los tribunales podrían bloquear todo tipo de políticas de infraestructuras e industriales –como está pasando en Reino Unido con el proyecto de expansión del aeropuerto de Heathrow-, por no someterse suficientemente a los objetivos climáticos, que constituirían un asfixiante corsé de toda la actividad económica de los estados de la UE.
Además, la UE aceleraría el desplazamiento forzoso del uso de los combustibles fósiles (gas natural y carbón) de la producción de electricidad, elevando más su precio ya que uso de renovables la encarece mucho, siempre. Agravamiento que intensificaría la fuga de empresas que emplean mucha energía, de países europeos hacia otros con menos reglamentaciones climáticas, como China, por un lado, y secundariamente EE.UU., por otro.
Sectores electrointensivos y automoción quedarían muy mermados
El tipo de empresas que se verían más forzadas a abandonar Europa son las correspondientes a sectores electrointensivos y, como decía en mi artículo de diciembre de 2019 sobre las consecuencias de las políticas climáticas, “son, entre otros, los siguientes: producción de cemento, vidrio, papel, refino de petróleo, industrias químicas y del plástico, productos cerámicos [como las baldosas], fabricación de metales (siderurgia, aluminio …), metalurgia, construcción de embarcaciones y vehículos automóviles, etc.”
Añadía yo lo siguiente: “En España, en los pasados años, diversas empresas han estado sumidas en graves crisis debido al alto precio de la energía, tales como: Alcoa (Aluminio. La Coruña y Asturias); La Naval de Sestao (Astillero. Vizcaya); Cemex (Cemento. Almería, Baleares, Valencia, …); Vestas (Aerogeneradores. León, Tarragona); ArcelorMittal (Siderurgia. Asturias); etc.”
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